Toros

Santander

Alejandro Marcos da dos veces en Santander

El charro abre por segundo año seguido la pureta grande en la sexta de Santander marcada por el blando y desrazado juego del encierro de Matilla; anodina tarde de Morante

El diestro Alejandro Marcos, a hombros en Santaner / EFE
El diestro Alejandro Marcos, a hombros en Santaner / EFElarazon

Quien da en Santander, da dos veces. O al menos eso puede decir Alejandro Marcos. El torero salmantino salió en hombros justo hace un año en una alternativa soñada en una Feria de Santiago, modélica también en esa hoja de ruta de apostar y bridar oportunidades a los jóvenes valores. Se le repitió por ello y, tras recuperarse de una fractura del radio en la mano derecha en un solo mes –la enésima heroicidad de los que visten de luces-, triunfó ayer de nuevo en Cuatro Caminos. Paseó sendas orejas de un lote rajadísimo que pareció tuerto en la ciega corrida de la Casa Matilla. Anodina y desesperante. Un catálogo de inválidos desrazados y en las Antípodas de la bravura. Ninguno de los siete –pues el quinto «pagó el pato» del mal que todos llevaban dentro- se salvó. Marcos aprovechó primero a un tercero –algo veleto, fuerte y serio- que resultó manejable mientras le duraron las inercias. Añejo el prólogo de rodilla genuflexa, antes de ligarle varias tandas rotundas en redondo. Más descompuesto al natural, aunque arañó los naturales, cuando volvió a la derecha, el toro ‘cantó la gallina’ y se rajó descaradamente. La estocada, de efecto fulminante, puso la oreja en su mano, pese a llevarse un golpe seco de la pala en la nuez. Otra cortó del sexto, al que toreó con cadencia y encajado a la verónica para después firmar un notable quite por tafalleras y cordobinas que cerró con tijerilla y brionesa. Se «aburrió» este antes incluso. Tres tandas, no más. Luego, tocó pegarse un arrimón con el toro cobijado en tablas, con milimétricos muletazos, porque no había espacio material para que pasara. Pese al pinchazo, como la estocada posterior fue certera, se le pidió el trofeo con fuerza y salió en hombros. Manzanares regresó sin suerte al coso donde el año pasado hizo su último paseíllo antes de cortar la temporada para operarse de una grave lesión cervical. El alicantino sólo pudo dejar buenas verónicas y algún elegante muletazo suelto en dos faenas en las que nunca pudo bajar la mano a sus dos astados. Ni el sobrero quinto, del mismo hierro, tras devolver al titular, que prendió sin herir a Rafael Rosa en banderillas, cambió el panorama. Inédito quedó Morante en una actuación huraña. Abrevió tras probar por ambos pitones al endeblísimo primero, pero con el cuarto bastote, que se le venció por dentro en el fino ramillete de verónicas, fue por la espada de forma sorpresiva tras el prólogo para sacarlo de las tablas. Ni probarlo. Con un pinchazo hondo, el de La Puebla se quedó en los medios, sólo, desinhibido por completo de la lidia del toro, que terminó doblando por el trabajo de su cuadrilla a 20 metros de él. Muy mala imagen en una temporada en la que las cosas no le están rodando. Las cosas de los genios.

Ficha del festejo:

Santander. Sexta de la Feria de Santiago. Toros de Hermanos García Jiménez, Peña de Francia (4º) y Olga Jiménez (5º y 5º bis), muy ddesiguales de presentación, una escalera. El 1º, muy blando, se desenfondó tras las banderillas, un «marmolillo»; el 2º, derribó en el caballo y tuvo nobleza, pero duró una tanda, desfondado y sin fuerza; el 3º, mansurrón, se dejó mientras le duraron las inercias y acabó por rajarse; el 4º, se venció por dentro en el capote, por definir en la muleta; el 5º, blando y sin fuerza, perdía las manos al bajarle los engaños; y el 6º, desrazado y sin clase, se rajó pronto. Casi lleno.

Morante de la Puebla, de nazareno y oro, estocada atravesada (silencio); pinchazo hondo (fuerte bronca).

José María Manzanares, de carmín y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); buena estocada (saludos).

Alejandro Marcos, de malva y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada (oreja).