Feria de San Isidro
Andy Cartagena, una Puerta Grande que debieron ser dos
El alicantino desoreja al cuarto y Ventura, cumbre, sólo paseó un trofeo del quinto por un terco presidente, en la primera de rejones de San Isidro
El alicantino desoreja al cuarto y Ventura, cumbre, sólo paseó un trofeo del quinto por un terco presidente, en la primera de rejones de San Isidro
Las Ventas (Madrid). Segunda de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros, reglamentariamente despuntados para rejones, de Guiomar Cortés de Moura, de correcta presentación. El 1º, con movilidad y fijeza, pero a menos; el 2º, gran toro, con codicia y buen son; el 3º, manso, distraído y sin clase; 4º y 6º, manejables, con movilidad pero la raza justa; y el 5º, toro bueno, con fijeza y transmisión. Tres cuartos largos de entrada.
Andy Cartagena, pinchazo, rejón bajo (silencio); y buen rejón (dos orejas).
Diego Ventura, dos pinchazos, rejón trasero, pie a tierra, descabello (silencio); y pinchazo, rejón (oreja y dos vueltas al ruedo).
Manuel Manzanares, rejón muy bajo (silencio); y pinchazo, rejón entero (silencio).
Siempre resurge. Cual ave fénix, Andy Cartagena regresó a Madrid tras su ausencia en 2015 y la reconquistó ayer con la primera Puerta Grande de este San Isidro en una tarde en la que Diego Ventura debió acompañarle, sin discusión para nadie excepto para un terco presidente –¿de vuelta a las andadas, Don Julio?– tras formar un alboroto en el quinto con «Sueño». Sobresalientes ambos.
El de Benidorm tiró de cuadra para exprimir a un cuarto rebrincado y deslucido, que sólo tuvo la movilidad como virtud. Muy por encima el jinete. «Iluso» puso la pureza en una faena en la que «Cupido» y «Humano», clavando al violín, pusieron toda la carne en el asador. El primero, con los balancines; el segundo, haciendo honor a su nombre andando sobre los cuartos traseros. Mayúsculo trabajo de doma para poner todo lo que no que no tenía el astado. Rejonazo de efecto fulminante y dos orejas.
Rompió plaza un animal con fijeza y movilidad, Cartagena lo paró con «Cuco» y después quebró en la cara con «Sol y sombra», con el que destacó realizando la hermosina. Muy ceñidos los cambios de pista. Se dejó llegar los pitones muy cerca con «Pantera», pasando incluso algún instante de apuro, ante un animal venido a menos. Tras las cortas, que clavó más desiguales que a su primero, pinchó con el de muerte ante un tendido aún aletargado.
En busca de la decimotercera Puerta Grande en Las Ventas, casi nada, Ventura apretó el acelerador en el quinto. Estuvo cumbre. Y el castaño «Sueño», excelso. Ambos nos regalaron dos banderillas para ese paraíso de la memoria. Amagó varias veces con el cite y andando para atrás quebró en la misma cara. Muy de frente y ceñidísimo. Por dos veces retrocedió y otras tantas clavó dando todas las ventajas al toro. El albino «Remate» terminó de enloquecer al tendido con un vibrante carrusel de cortas al violín. Tras un pinchazo, enterró el rejón pero el presidente, injustamente, solo concedió una oreja. Sin sentido.
Previamente, pinchó una notable faena al segundo, que tuvo codicia y fijeza de principio a fin. Gran toro. Ovacionado en el arrastre. Lo enceló en un palmo de terreno con «Lambrusco», poderoso, y luego llegó el turno de una de las grandes estrellas de su cuadra. «Nazarí» sentó cátedra una tarde más en este escenario. Excelso toreo de costado llevando al burel cosido al estribo. Una vuelta. Dos completas al ruedo. Soberbio. Clavó reunido al quiebro. Quiso reunir todavía más el embroque con «Ritz», lo que motivó alguna pasada en falso, pero «Remate» con los ramos elevó el diapasón de nuevo. Lástima de aceros, porque el trofeo estaba ya en sus manos.
No tuvo suerte Manuel Manzanares con su mansurrón primero. Un animal muy distraído y desclasado, que no se empleó nunca y salió suelto. Además terminó parándose, pese al tesón del alicantino, que puso más ganas que brillo. Los mejores pasajes llegaron a lomos del tordo «Príncipe». Con el brusco sexto, pudo disfrutar algo más, sobre todo, con «Farruco», pero no fue suficiente para que aquello tomara vuelo. Más si cabe, después de ver a dos figuras, en toda su dimensión. Sólo uno a hombros, pero debieron ser dos.
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