Sevilla

Antonio Ferrera: "Éramos dos toreros con las carnes partidas y dispuestos a dar el alma"

Antonio Ferrera: "Éramos dos toreros con las carnes partidas y dispuestos a dar el alma"
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En la habitación 321 del hospital de Cabueñes de Gijón descansa el guerrero. Antonio Ferrera puso su cuerpo al límite, hasta límites insospechados para el común de los mortales. Pero a pesar del dolor en la cara lleva tatuado el orgullo. Y no es para menos. Ayer hizo historia. Una tarde épica que sólo con el paso del tiempo adquirirá su verdadera dimensión. Una cornada en el muslo derecho con la que fue capaz de seguir toreando en la Feria de Begoña de Gijón. Y lleva 39. Más que los años que tiene. Pero no alardea, ni se queja, asume con naturalidad. Da la sensación de que el paso del tiempo ha ido encajando al milímetro las piezas fundamentales. "Antes tenía muy buena preparación física, ahora también psicológica".

-¿Cómo se encuentra?

-Interiormente muy bien pero con los dolores de la paliza y del esfuerzo de poner el cuerpo al límite.

- Hay una parte que nosotros vemos en la plaza, pero ¿qué ocurre en la enfermería?

-Tengo que agradecer a los doctores. Exploraron la herida y vieron que era profunda y que disecaba la femoral pero les pedí que me dejaran dos minutos para ponerme en pie. Ya me he visto en circunstancias parecidas y me quería probar. Vi que la tensión arterial era más o menos normal dentro de la situación y tomé conciencia de que podía hacerlo. Pedí que me taponaran la herida con gasas para poder salir a torear y que me operaran después.

-Y cuando estaban en ello apareció por allí también Javier Castaño herido.

-Así es. Fueron momentos muy duros y muy toreros también. Creo que se vivió el toreo con la máxima transparencia. De pronto, allí estábamos dos hombres con la necesidad de seguir sintiéndonos torero.

-Y se vistieron como pudieron para volver al ruedo.

-Hubo un momento, cuando nos estábamos vistiendo con los pantalones de monosabio que nos emocionamos. Éramos dos toreros con las carnes partidas y dispuestos a dar el alma por nosotros mismos. Fue inolvidable. Uno de los momentos más emocionantes de mi carrera.

-¿Lo hablaron?

-No, yo me preparé para mi toro y él para el suyo.

-¿Cómo describiría la tarde?

-Muy pura y muy de verdad. Con mucha entrega por parte de todos, de los banderilleros, del público, de Álvaro de la Calle, que estuvo muy importante y asumió esa responsabilidad. Fue una tarde sin guión, se rompieron todos, es la grandeza de la Fiesta que cualquier día puede darte sensaciones indescriptibles.

-¿Cómo se aguanta el dolor?

-Es la manera de afrontar la profesión la que tira del alma para seguir sintiéndote torero.

-Y así lleva 39 cornadas.

-Sí, el problema es que ya no tengo piel. En la zona de esta cornada tengo diez heridas más y la anterior tardó muchísimo en cicatrizar, pero hay muy buenos profesionales...

-¿Y el miedo, es resistente a él?

-A mí me da mucho miedo que me coja un toro. Creo que se frivoliza mucho con el dolor, con que somos de otra pasta... Ni somos de otra pasta y sí tenemos miedo y nos duele muchísimo, pero tenemos nuestra verdad y la exponemos por encima de las circunstancias. A lo mejor esto no es entendible pero es así. Nos lo jugamos todo no por demostrar que tenemos más valor que nadie, sino porque hay un sentimiento interior por el toreo que nos lleva a ello.

-¿Cuestión de valores?

-Creo que ha quedado claro que los toreros tenemos valores y que tenemos la cabeza en su sitio, no somos unos kamikazes. Mira cómo están las cosas... El Juli casi pierde la vida en Sevilla, me acuerdo ahora de El Niño de Leganés o de José Antonio (por Morante), que ha sufrido una cornada muy fuerte.

-¿Por qué se subió a picar al tercer toro?

-Era un sueño que tenía. Me apetecía hacerlo en un día especial con un encaste que se valorara y que me pusieran al toro de lejos. Es una suerte en la que se siente mucho y me apetecía que todo tuviera un hilo conductor. Que hiciera un quite, las banderillas...

-Y bordó el puyazo.

-Bueno, más o menos.

-La entrega fue absoluta.

-Es verdad que la entrega te lleva por caminos grandiosos.

-¿Buena temporada?

-Conseguir triunfar en San Isidro ha sido un sueño y sobre todo me siento comprendido como torero y siento el respeto y cariño de mis compañeros. Ahora le doy un valor especial a las cosas.

-La madurez.

-Cuando has andado un camino importante y sientes de nuevo la ilusión por verte es un regalo muy bonito.