Feria de Málaga

Cuando aprieta el silencio

Daniel Crespo, en un pase de pecho ayer en Valdemorillo
Daniel Crespo, en un pase de pecho ayer en Valdemorillolarazon

Valdemorillo (Madrid).Se lidiaron novillos de Prieto de la Cal, el 6 como sobrero, bien presentados, deslucidos y de escaso fondo en conjunto.Dos tercios de entrada.

César Valencia, de azul pavo y oro, tres pinchazos, estocada (silencio); pinchazo, media estocada, aviso, media estocada, cinco descabellos (silencio).

Daniel Crespo, de frambuesa y oro, estocada que hace guardia, pinchazo, aviso, estocada (silencio); tres pinchazos, aviso, estocada (silencio).

José Antonio Carreiro, de verde botella y oro, tres pinchazos, estocada baja, aviso, cuatro descabellos (silencio); estocada defectuosa, pinchazo, estocada defectuosa, estocada delantera (silencio).

Madrid tenía ganas de toros. Y se notó. A pesar del frío, dos tercios del aforo de Valdemorillo se cubrieron en una novillada. Estaba todo en orden minutos antes de las cinco y media, instantes antes de empezar a asomarnos a esa pequeña debacle emocional de lo que pudo ser y no fue. Espectadores todos del desplome de las ilusiones de los novilleros. Lograr anunciarse en Valdemorillo es un logro justo antes de que empiece todo, cuando arden los despachos cerrando combinaciones... Fallas, Sevilla... La temporada al completo por hacer. Los novillos de Prieto de la Cal, uno detrás de otro, sin tregua ni respiro, fueron minando la tarde, quemándola, hasta cosechar siete toros en la arena, siete novillos, seis silencios, un buen puñado de pinchazos y un denominador demasiado común: escaso fondo en la embestida, falta de entrega, de transmisión... Un agujero imaginario se abrió sobre el ruedo de Valdemorillo y por ahí mismo se despeñaban las todavía invernales ilusiones del año.

El quinto no se tenía en pie, en cambio aguantó en la muleta de Daniel Crespo. Con las irregularidades de ese novillo, que se movió con brusquedad, fue capaz de dejar la impronta de torero de buen concepto, temple y mucho reposo. Un mar en calma aunque anduviera el de Prieto de la Cal revuelto. La espada desdibujó el resultado, pero es un novillero para tomar nota. Ajustadas le habían salido las gaoneras ante el segundo. Un novillo noble y sin entrega, que ni daba lugar al triunfo ni a que jugarte los muslos tuviera respuesta en el tendido.

El novillero venezolano César Valencia abrió plaza. Se esmeró con un primero noble y sin fondo, que acusó el paso por el caballo y pasó sus apuros con un cuarto que evolucionó pronto, pero para mal.

De Navalagamella (y es imposible no hacer una reverencia mental al maestro Chenel) vino José Antonio Carreiro. Desentendido y mirón su primero y rajado el sobrero sexto. Pocas opciones y poco bagaje.

Los seis novillos, mejor dicho siete, de Prieto de la Cal pusieron en algún apuro a los novilleros pero el mayor fue el aprieto de salir de Valdemorillo entre silencios. Eso sí que apretó.