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David Mora: «Cuando empecé a desfallecer, me convencí de que esa camilla no iba a ser mi final»

El diestro, herido muy grave, el martes, atiende a LA RAZÓN en su habitación del Hospital Virgen del Mar

David Mora, animado, conversa durante un instante de la entrevista
David Mora, animado, conversa durante un instante de la entrevistalarazon

Animado, con buen color y con esos ojos llenos de vida y humildad que siempre le acompañan, David Mora nos recibe incorporado en la cama de su habitación del Hospital Virgen del Mar de Madrid. Un constante rosario de visitas de amigos, familiares y compañeros, como Juan Mora, que no cesa. David sabe que ha pasado lo peor, pero que aún queda mucho por escalar. Una larga recuperación por delante, pero como siempre, las ganas de luchar permanecen intactas. "Ya había saboreado la Puerta Grande, ahora tenía que vivir esa otra cara más desagradable", confiesa con una serenidad admirable. Bendita afición, bendita amor por su profesión. La verdad del toreo.

-¿Cómo se encuentra?

-Estoy mucho más tranquilo y ya con la serenidad que da la habitación de planta, haber salido de esos momentos de tanta tensión e incertidumbre como los de la cornada y, luego, la soledad de la UCI. Afortunadamente, ya ha pasado y lo vamos a contar que es lo importante.

-El mundo del toro se ha volcado con los tres, ¿ha sido consciente del calor de la afición hacia usted?

-Estoy muy agradecido. Las muestras de apoyo han sido innumerables: de los compañeros de profesión, de figuras del toreo, de la gente anónima en persona y en las redes sociales... La gente se ha volcado conmigo y estoy orgullosísimo de ese cariño tan sentido y tan cercano que me han demostrado. Supongo que lo trágico del percance, su gravedad, también ha influido.

-¿Por qué te fuiste a portagayola?

-Era una tarde en la que tenían que pasar cosas. Venía a Las Ventas con la inercia de Sevilla, de esa oreja a «Niñito» y de una faena tan importante, así que era un paseíllo de mucha responsabilidad. Piensa que sigo estando acartelado en casi todas las ferias importantes del circuito y eso obliga a arriegar, a apostar. Más si cabe, cuando en mi primer cartucho, la corrida de Valdefresno, no había pasado nada. Me quedé inédito con mi lote. Por todo ese cúmulo de circunstancias era una tarde crucial para mí.

-Tocaba echar la moneda al aire.

-Por supuesto, no tenía esa obligación del que está parado, sin torear, y necesita aldabonazos que le deparen contratos, pero sí tenía la responsabilidad del que quiere reafirmar su lugar.

-El órdago era importante. Valencia, Sevilla y Madrid en 72 horas.

-Claro, eso reafirmaba aún más la apuesta. En Valencia, saludé una ovación con mucha fuerza, en Sevilla la oreja con petición de la segunda, no me podía ir de vacío en Madrid...Tenía que reivindicarme también.

-¿Recuerdas todo lo que sucedió después de la cornada?

-Sí, desde que me echó mano y me tiró al suelo. Perfectamente. Luego cuando caí al suelo, mientras trataban de levantarme y ya de camino a la enfermería, en todo momento me estaba viendo un borbotón de sangre terrible que salía para arriba, manaba como un grifo, pese a los esfuerzos de los compañeros por taponarlo. Entonces, fui muy consciente de que llevaba un «tabacazo» gordo encima. Igual que notaba la herida de la axila y sabía que no era preocupante, tenía muy asumido que la cornada del muslo era muy seria.

-Segundos angustiosos...

-Me tumbaron en la camilla de la entrada a la enfermería y, una vez allí dentro, recuerdo perfectamente que empecé a desfallecer, a venirme abajo, tenía poquísima tensión... Por lo que me dijo el doctor García Padrós, era una sensación como de «muerte dulce». Como pude intenté aferrarme a ese hilo de la consciencia y me autoobligué a no dormirme. No me podía dejar ir y me convencí de que esa camilla no iba a ser mi final. Casi enseguida noté ya el pinchazo de la anestesia.

-Tal y como lo cuenta, parece claro que pensó en lo peor.

-Sí, sí, es evidente... Cuando te rompen la femoral, se abre ese grifo y la tubería no se arregla... O hay mucho agua o termina por acabarse. No hay que quitarle importancia a lo que me pasó porque ahora vaya a salir todo bien y pueda volver a torear.

-¿Cuándo se entera de que sus dos compañeros también han ido al hule?

-Desperté ligeramente al subir a la ambulancia, pero luego tengo otra gran laguna hasta que ya abro los ojos en la UCI. Entonces, ya me explican que los tres hemos acabado heridos y que la corrida se ha suspendido al terminar el segundo. Pregunté al momento por ellos, porque supuse que para que la corrida se tuviera que parar debía haber sucedido algo grave y me inquieté. Me tranquilizó mucho saber que yo era el que peor estaba.

-¿Qué se dijeron ayer cuando Nazaré y Jiménez Fortes le visitaron?

-Revivimos todo lo que pasó y, sobre todo, coincidimos en destacar esos valores que siempre ha ofrecido la Tauromaquia. Unos principios y una forma de vida que te hace entender porqué amas esta profesión. Ellos dos son el mejor ejemplo: ese respeto a la dureza del toreo, la delicadeza y naturalidad con la que asimilaron sus percances como algo propio de este mundo...

-¿Mejor una cornadas así que la indiferencia?

-La carrera de un torero tiene muchísimos guiones. A lo largo de una trayectoria de muchos años se pasa por muchas teclas, por bastantes registros, y cuando vienen cornadas hay que asimilarlas y aprender de ellas. Tienen que servir para madurar como profesional y seguir creciendo.

-¿Qué espera aprender de esta?

-Esta cornada me ha servido para comprender esa sensibilidad que deben tener las personas para valorar los momentos tan delicados que se pueden pasar en una vida, independientemente de la profesión de cada uno, para todo hay que tener un sentimiento especial que ayude a asimilar cualquier cosa que pueda venir.

-El alta, ¿para cuándo?

-En principio todo el fin de semana y el comienzo de la siguiente voy a seguir aquí. Mejor aguantar unos días más y salir mejor, más recuperado. Quiero aprovechar para darle las gracias una vez más a Don Máximo, tengo clarísimo que le debo que podamos estar haciendo ahora mismo esta entrevista. Aquí estoy muy bien y atendido de maravilla, no quiero correr ninguna prisa. Tampoco para volver a torear.

-¿Le han dado ya algún plazo?

-La próxima corrida es Nimes el 5 de junio. Una cornada normal en 15 o 20 días puedes estar toreando, pero con la femoral hecha añicos... Lo veo muy justo, pero bueno, vamos a ver. Lo que sí tengo muy claro es que no voy a volver sin estar recuperado al cien por cien.