Salamanca

Del Álamo vuelve a golpear

Oreja de ley para el salmantino, que corroboró en Madrid su buen momento

Muletazo de mano baja de Juan del Álamo al sexto, sobrero de Carriquiri del que cortó una oreja de peso
Muletazo de mano baja de Juan del Álamo al sexto, sobrero de Carriquiri del que cortó una oreja de pesolarazon

Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Los Recitales, dos del Conde de la Maza (4º y 6º) y dos sobreros de Carriquiri (5º y 6º bis), desiguales de presentación. De mejor juego los sobreros: noble pero sin celo, el 5º; y bueno y con clase, el 6º. El resto, sin fuerza ni raza, salvo el 1º, con bondad. Un cuarto de entrada.

Fernando Cruz, de crema y azabache, estocada atravesada (saludos); dos pinchazos, bajonazo (silencio).

Rubén Pinar, de berenjena y oro, dos pinchazos, media, cinco descabellos (silencio); dos pinchazos, aviso, media, descabello (silencio).

Juan del Álamo, de blanco y plata, estocada baja y trasera (palmas); pinchazo, estocada (oreja).

Nada más romperse el paseíllo, Madrid tiró de memoria. Cálida y cariñosa ovación para Fernando Cruz. Emocionante. Gravísimo tabaco en agosto en el vientre. Atrás quedaban ya las semanas en el hule, los nervios de días, de meses, esperando el reencuentro con el toro en Las Ventas. Largos meses postergados después hasta dos veces –suspensión y enfermedad–. Cruz, que brindó al doctor García Padrós, se sacudió la tensión en el saludo capotero a un toro de Los Recitales, manejable y con bondad, pero al que le faltó una chispa más de motor. Tomó la muleta con bondad y sin malicia, pero le costó desplazarse en el tramo final, al natural, de la faena. Antes el burel le permitió esbozar una labor seria y profesional en la que pudo gustarse en buenos derechazos sueltos. De buen trazo. Mató de estocada atravesada de efecto fulminante y saludó una ovación que le supo a gloria tras la odisea de casi un año.

Zancudo y escurrido de carnes, el alto cinqueño del Conde de la Maza que hizo cuarto fue muy protestado de salida. Mal lidiado en varas, esperó mucho en banderillas. Cruz lo sacó más allá de la segunda raya para poner tesón en los cites, pero no atendió a la voz del madrileño. Muy deslucido y cada vez más reservón, el burel se encargó de disipar las dudas sobre su condición y se echó. Tarde clave para reafirmarse.

Sin embargo, el protagonista de este primer festejo alejado de los focos isidriles vino de Salamanca. Una oreja había cortado Juan del Álamo en San Isidro la tarde del granizo. Otra paseó ayer del sexto bis de Carriquiri. Fiel a su sangre Núñez, el toro salió suelto y a su aire del caballo, pero desarrolló gran clase y nobleza en la muleta del charro. Ganas, corazón y poder para, dejándosela siempre muy puesta, embarcar al colorado. Dos buenas tandas de derechazos que abrochó bien con los remates, ora por bajo, ora con el de pecho. Subió la intensidad por la zurda al cuajar un puñado de naturales barriendo el albero. Muy encajado, tónica predominante de la faena, y con despaciosidad. Por esta mano llegaron también los sustos. Le avisó primero al rebañarle a la salida del pase y, más tarde, le prendió de manera aparatosa para lanzarlo contra el suelo con violencia. La taleguilla, hecha jirones. No se miró y cuajó, aún más enrazado, la mejor tanda del trasteo. Derechazos profundos y templados. Momento dulce para Del Álamo, que paseó el trofeo, de ley, pese a hundir la tizona a la segunda.

Buena dimensión había mostrado antes con el tercero. Bastito y sin terminar de romper, el de Los Recitales tomó los engaños con violenta movilidad y sin humillar en exceso. El mirobrigense aguantó el envite y dibujó hasta cuatro tandas al natural de buen porte, pero que no encontraron esta vez el quórum del respetable. Aldabonazo para futuros compromisos.

Rubén Pinar no tuvo suerte con el segundo. Justo de fuerzas, el de Los Recitales pasó el corte y la faena de muleta se convirtió en un perenne quiero y no puedo: media arrancada, cabeza por las nubes y todo a media altura. Se lastimó la pata derecha el quinto y, más de un San Isidro después de su llegada a corrales, saltó «Ringo-Llano». Otro colorado de Carriquiri que tomó bien los engaños, pero al que faltó celo. Bonancible embestida que el manchego aprovechó para trazar una faena solvente y reposada, aunque con altibajos. La colocación, algo fuera de cacho, mejorable. Más lucimiento en redondo que al natural. No acertó en la suerte suprema y la labor, que no había prendido en el tendido, no pasó del templado.

Al contrario que Del Álamo, arriesgó fuera de feria y tuvo premio. Oreja y nuevo toque de atención.