Feria de Bilbao
El aliento fallero
Iván Fandiño corta la única oreja de una desigual y floja corrida de Fuente Ymbro en la séptima de las Fallas
Valencia. Séptima de la Feria de Fallas. Se lidiaron toros de Fuente Ymbro, desiguales de presentación, justos de fuerza y, en general, sin acabar de entregarse durante la lidia. El 1º y el 3º tuvieron más nobleza y fueron más manejables. Un tercio de entrada.
Juan Bautista, de plomo y oro, pinchazo, estocada (ovación); dos pinchazos, estocada corta, descabello, aviso (silencio). Matías Tejela, de grana y oro, media (silencio); estocada entera (silencio). Iván Fandiño, de turquesa y oro, estocada entera, descabello (oreja); pinchazo, estocada entera, aviso (ovación). De las cuadrillas, destacaron Curro Robles y Jarocho, y el picador Rafael Agudo.
Con Valencia ya metida de lleno en la vorágine fallera, miles de visitantes en sus calles y las fallas plantadas luciendo espléndidas a la espera del fuego purificador, la feria taurina no termina de arrancar, por mucho que ayer Fandiño paseara una oreja. Por unas cosas o por otras, ni las cosas salen como se quisiera ni la gente sale satisfecha de la plaza. Tampoco hubo para mucho en el final del tramo torista. Al encierro de Fuente Ymbro, una escalera bastante desigual en cuanto a presencia, le faltó en conjunto fuerza, energía que sirviese de correa de transmisión para desarrollar su bravura. Ninguno de los seis acabó de romper.
Pero esa ilusión del público, que poco a poco va dando color a los tendidos, hizo que cualquier cosa, por nimia que fuese, se jalease como de muchos quilates. Y se dejó sentir en cuanto Juan Bautista meció su capote con cadencia y gusto para recibir al que abrió plaza. Fue ovacionado con fuerza. Un aliento que le sirvió para buscar lucimiento con ese noble y flojo animal, lo llevó sin violencia ni prisa, logrando, en ese aire, sus mejores momentos al torear al natural con desmayo y parsimonia. Si bien hasta llegar ahí hubo bastante tiempo de probaturas. Se dejó pegar en varas el cuarto, que sorprendió a su matador en sus primeras arrancadas. No se acopló y toreó siempre a mucha más velocidad de la que parecía pedir su oponente. Sin conseguir superar la indefinición del toro ni diseñar su estrategia. También es cierto que le molestó bastante el ya familiar y puntual vendaval de las 18:30.
La única oreja de la tarde fue para Iván Fandiño, quien tras una muy desordenada lidia a su primero en los primeros tercios, le fue convenciendo para que tomase el engaño, estirándose en varias series de buen trazo pero sin unidad y con demasiados tiempos muertos. Compuso, en resumen, un trasteo bastante deslavazado pero que remató con una buena estocada. Lo mejor de su segundo turno fueron las gaoneras de infarto con que recibió al sexto, al que picó con no poca sensatez Rafael Agudo. Luego el de Orduña se perdió en una labor laberíntica y totalmente inconexa, muy desestructurada, sin que el astado, manso y huidizo, le hiciese caso alguno. Tras mucho rato en blanco y sin saber qué carta jugar, buscó el aplauso fácil yendo a tablas, donde se había refugiado el de Gallardo, para pasarle de muleta un poco al socaire de su propio ímpetu.
El primer toro de Tejela hizo honor a su nombre, «Impávido», y no se inmutó ante las continuas provocaciones de su matador, destemplado y sin sentido de la medida. El quinto le obligó a tomar el olivo ya de salida y su desconfianza se contagió al de Fuente Ymbro, mosqueándose y poniéndose cada vez más a la contra.
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