La Razón del Domingo
El bochorno de Gijón
Con Gijón nos quisimos curar hace un año la herida abierta todavía de San Sebastián, donde nos echaron a patadas. La antesala de Bilbao. Los brazos abiertos para celebrar una buena feria, en una gran ciudad, que nos dio faenas inolvidables y una tarde irrepetible, la de Ferrera y Castaño con la tremenda corrida de La Quinta. Un año después, tan sólo un año después, Gijón vuelve a ser noticia. De las malas. Estaba prevista una clase práctica a la orilla del mar con Miguel Ángel Perera como maestro. No es una exclusiva, se vienen haciendo con normalidad en los últimos tiempos. Hasta que la normalidad se topa de bruces con una alcaldesa que niega la opción. El permiso. ¿La causa? Las presiones de los antitaurinos. Lo de siempre. No es la cantidad ni mucho menos la calidad, pero sí el ruido. Lo vemos en muchas plazas. Dentro, en ocasiones, lleno a reventar. Puede haber 20.000 personas, pero molestan más los 20 de fuera a cacerolazo limpio. Parece que eso se premia, por encima de la libertad y de la realidad. Y eso sí se permite, aunque una feria taurina, más allá de los gustos y de las libertades, reinvierte dinero en la ciudad, directa e indirectamente y crea puestos de trabajo. Por hablar de las cuestiones materiales. Cuentan, además, que la alcaldesa, Carmen Moriyón es abonada de la plaza de Gijón. Una contradicción más, otro complejo que nos aboca día a día a hacernos más pequeños. No es cuestión de ideas ni de razones, sino de miedos.
Como sangrante es ver cómo hace pocos días concejales de Bildu presiden las corridas de Azpeitia. Bienvenido sea, salvo que fue Bildu el que acabó con la Fiesta de los toros de manera unilateral, a huevos, por pura imposición en San Sebastián. Y ya van dos años. 40 kilómetros separa una ciudad de otra. Entre los huevos de unos y el miedo de otros, nos van comiendo terreno, mientras nosotros, mientras los nuestros, no decimos ni "mú".
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