Toros
El torero Román, operado de urgencia al tener seccionada la arteria femoral
La intervención ha salido "bien", Román se encuentra "muy animado y tranquilo"en la UCI del hospital San Francisco de Asís
El torero Román ha tenido que ser intervenido de urgencia por segunda vez al detectar los médicos que tenía seccionada la arteria femoral.
El torero Román, herido con una cornada muy grave en la tarde del domingo en Las Ventas, ha tenido que ser intervenido de urgencia por segunda vez en el hospital San Francisco de Asís de Madrid al detectar los médicos que tenía seccionada la arteria femoral.
Los galenos, que le han operado durante dos horas, han tenido que hacerle un "bypass"con vena de la otra pierna al ver que sufría una trombosis que le producía un bajo ritmo sanguíneo en la pierna derecha, gravemente afectada por la cornada de 30 centímetros, han confirmado a Efe fuentes del equipo de comunicación del torero valenciano.
La intervención ha salido "bien", Román se encuentra "muy animado y tranquilo"en la UCI del hospital San Francisco de Asís de la capital de España, donde seguirá ingresado de momento con un régimen estricto de visitas.
Román fue intervenido en un primer momento en la enfermería de la plaza de una cornada de 30 centímetros en el tercio medio, cara interna del muslo derecho.
La herida, cuya trayectoria es hacia fuera y hacia abajo, produce destrozos en "vasto interno, musculatura aductora, contusión con vaso espasmo de arteria femoral, rodea el fémur por su cara posterior produciendo contusión en nervio ciático, presentando orificio de salida por cara externa, tercio inferior del mismo muslo", según detalla el parte médico que firma el doctor García Leirado.
El joven valenciano sufrió la cornada al entrar a matar al tercer toro de la corrida del domingo en Las Ventas, vigésimo séptima de San Isidro. El toro, de Baltasar Ibán, cogió certero a Román en el momento del embroque, levantándolo por el muslo derecho y, dejándolo colgado, lo zarandeó con violencia en el aire con el pitón dentro durante unos eternos y angustiosos segundos.
Una vez caído el torero en el albero se vio enseguida que la cornada era fortísima por el boquete que le hizo en la pierna y la cantidad de sangre que manaba.
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