Ferias taurinas

Feria de Albacete: De la tormenta al éxtasis

Diego Ventura sale a hombros y Juan Manuel Munera pierde la Puerta Grande al fallar con el verduguillo.

Diego Ventura, con Dólar, pone un par a dos manos sin cabezada en Albacete. Foto: Alcolea
Diego Ventura, con Dólar, pone un par a dos manos sin cabezada en Albacete. Foto: Alcolealarazon

Diego Ventura sale a hombros y Juan Manuel Munera pierde la Puerta Grande al fallar con el verduguillo en la séptima de la Feria de Albacete.

Remitió el temporal, en parte, y la feria de Albacete pudo recuperar su pulso normal, pese a lo amenazador de un cielo panza de burra que finalmente permitió que se celebrase la séptima función del abono sin problemas. La plaza se llenó y como no hay mal que por bien no venga, la lluvia que se cargó la corrida del viernes dejó el ruedo perfecto para la práctica del rejoneo, sin que el suelo estuviese demasiado duro ni blando en exceso.

Y tras la tormenta de anteayer llegó el triunfo rotundo de Diego Ventura, que en su segundo turno se encontró con un toro sin demasiado celo y que hasta se emplazó en los medios. Pero, a lomos de «Nazarí», le fue encelando, llevándole a dos pistas y pegado al estribo, provocando a su oponente y enervando al público. Con «Fino» subió el tono al banderillear arrancándose de muy lejos y con «Dólar» puso la plaza boca abajo al banderillear a dos manos tras quitar la cabezada de su caballo. La gente loca. Y el éxtasis llegó cuando sacó a un caballo nuevo, «Volapié» -ésta era su segunda actuación en público- y cobró un rejonazo fulminante que tiró al toro patas arriba.

Con su primero, que acusó los dos rejones de castigó que le recetó y le complicó la faena, tuvo que arriesgar mucho para ir dejando destellos de su gran clase, ora con banderillas, ora con las cortas, ora con un adorno... pero los dos pinchazos previos al rejonazo definitivo fueron clave para que su marcador permaneciese a cero.

También pudo salir por la puerta grande Juan Manuel Munera, que se llevó una oreja de su primero, astado que embestía a arreones y que no le dio facilidades. Pero con «Dámaso» -con ese nombre todo parece más fácil en el toreo, y mas en esta plaza-, batiendo al pitón contrario cambió el signo de su labor, clavando siempre arriba, aceptando la pelea en tablas cuando el toro se aculó y dificultó no poco su rejoneo.

El sexto sacó muchos pies, codicioso y acometedor y el de Villarrobledo le paró con seguridad y mando. Y aunque tuvo problemas para dejar el segundo rejón de castigo y hubo algún desajuste al banderillear, su quehacer fue siempre a más, perdiendo un triunfo grande al fallar con el verduguillo cuando el toro se amorcilló y tuvo que echar pie a tierra.

Sergio Galán cumplió una primera faena impecable, tan clásica como sobria, sin alharacas ni artificios pero con gran pureza, citando de frente, dando el pecho y clavando siempre arriba y al estribo. Pero no se atendió la petición popular y su recompensa quedó reducida a una injusta e insuficiente ovación. Volvió a dejar patente su excelente doma y gran técnica con el cuarto, muy aplomado y apagado -hasta se llegó a echar a mitad de su lidia y pareció que no iba a ser posible levantarle-, sacando todo lo que tuvo. Pero tardó en matar y se tuvo que ir de vacío.

Ficha:

Albacete. Séptima de abono. Toros de Luis Terrón, preparados para rejones, nobles pero de poco fondo. La plaza registró lleno.

Sergio Galán, rejonazo (ovación); dos pinchazos, rejonazo (ovación).

Diego Ventura, dos pinchazos, rejonazo (ovación); rejonazo (dos orejas).

Juan Manuel Munera, medio rejonazo (oreja); rejonazo, aviso y cuatro descabello (ovación).