Madrid

La frialdad para un serio Rubén Pinar

El albaceteño saluda dos ovaciones con la corrida de Celestino Cuadri en la Feria de San Isidro

Rubén Pinar, ayer en Las Ventas
Rubén Pinar, ayer en Las Ventaslarazon

El albaceteño saluda dos ovaciones con la corrida de Celestino Cuadri en la Feria de San Isidro

- Las Ventas (Madrid). Vigésimo sexta de San Isidro. Se lidiaron toros de Celestino Cuadri, desiguales. El 1º, sosete y sin entrega; el 2º, paradote y deslucido; de media arrancada; el 3º, complicado por el derecho y de calidad por el izquierdo; el 4º, brutote y sin entrega, embiste con todo; el 5º, noble y sin humillar; y el 6º, manejable, nobleza y movilidad. Tres cuartos largos de entrada.

- Luis Miguel Encabo, de rosa y oro, media estocada, seis descabellos, aviso (silencio); media defectuosa, tres pinchazos, once descabellos (algunos pitos).

- Fernando Robleño, de blanco y oro, bajonazo (silencio); dos pinchazos, estocada corta (silencio).

- Rubén Pinar, de coral y oro, estocada buena (saludos); estocada corta, aviso (saludos).

La catarsis Manzanarista se cobra sus tiempos, sus días, como si los olés retumbaran como eco por los poros de Madrid. Madrid grande e inmenso cuando alberga faenas así. Estas sí. Este es el toreo en el que comulgamos todos. Sin miserias ni dobleces. Sin circulares ni arrimones, ni cantos tan reiterados a la vulgaridad y a la eternidad. Esto es justo ese misterio que no tiene explicación ni la necesita. Si lo ves, si estás, si lo sientes, te enciende los fuegos suficientes para sentirte jodidamente atrapado. Y te resitua la Feria, y eso que estamos al abismo de que eche el cierre. Muchos toros, muchos toreros, un buen puñado de vulgaridad y contado lo extraordinario. Si hay que encontrar la eternidad en el ruedo que sea, por dios, por el camino de las emociones, angustias, pasiones, ese punto de heroicidad que nos hace comprender que sólo ellos son capaces de hacerlo, pero no lleguemos a ella por el aburrimiento. Día sí y al otro también lo padecemos, como si la suma nos diera por arte de magia el ascenso al triunfo o la calidad. Son dos mundos paralelos. Volvíamos a la Monumental para ver la corrida de Cuadri. En el cartel tres veteranos. Fue Encabo quien abrió cartel con sus 20 años de alternativa. Se justificó con un primero que topaba en el engaño sin grandes alegrías y se atravesó para despachar a un cuarto que acudió a la muleta con todo, más basto y sin humillar. No tenía maldad pero por su propio volumen incomodaba. A la voluntad del madrileño no le sobró excesos y sí tino con el descabello que se le complicó a última hora. Robleño apuró con el segundo, que tenía media arrancada pero le duró un suspiro, y acabó parándose. Con nobleza acudió el quinto, que iba y venía, sin grandes alegrías ni demasiadas tristezas. Con los mismos términos sacó adelante la faena. El pitón izquierdo del tercero fue lo mejor de la tarde, descolgó el animal con mucha clase por ahí y viajaba con largura, toda la que no tenía por la diestra. Lo meció con el capote Javier Ambel con torería, como si fuera matador. Anduvo Pinar con oficio y temple en los naturales, muy asentado y serio, pero aquello no logró calar. Como si ruedo y tendido fueran dos mundos ajenos y paralelos condenados a no entenderse. El sexto tuvo movilidad, repetición y embestía sin acabar de entregarse pero pasaba por allí. Pinar tiró de oficio y resolvió con dignidad y dejó un cambio de mano cumbre. La tarde tenía una losa enorme del día anterior. La frialdad.

El cartel de hoy

Toros de Victorino Martín para Uceda Leal, Miguel Abellán y Manuel Jesús «El Cid».