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Toros

La gesta de Juan Leal sostiene una tarde desagradecida

El torero resultó herido en el recto por el tercero al que le cortó el único trofeo de la tarde y Pedraza de Yeltes lidió un encierro tan soso como correoso

Instante de la cornada a Juan Leal en el recto Foto: Cristina Bejarano
Instante de la cornada a Juan Leal en el recto Foto: Cristina Bejaranolarazon

Dio la espalda al viento y a los códigos de la mala suerte (montera bocarriba) y se fue a los medios. Al mismo centro de la plaza y allí, Juan Leal, con las rodillas en tierra y la muleta en la diestra desafió al toro. El de Pedraza de Yeltes tomó con claridad y cierta largura las primeras arrancadas. Aguantó la serie entera, con sus dos pases de pecho, a pesar de que el toro ya comenzaba a desarrollar ese defecto que agudizó después de quedarse corto, por debajo. Ya en pie tuvo menos entidad la labor, pero nunca renunció a la buena voluntad de querer hacer las cosas bien. Cada vez más corto el toro se volvió correoso y en una de esas le cazó por el trasero y le hirió. Fue fea la cogida y se había sentido certera desde el primer momento. Volvió, regresó, al lugar de los hechos, a la cara del toro, con la taleguilla rota y sangrando, pero sin buscar gestos de fácil complicidad, con la austeridad del valor y el compromiso. Unos circulares remataron la faena que encontró en la espada al primer envite el cierre. Una oreja valía aquello. Un trofeo que apenas pudo pasear, tan solo la distancia que dista a la enfermería, donde entró por su propio pie y ese trofeo que debió saberle a gloria. Tercer herido de lo que llevamos de feria. Una buena feria hasta ahora, por cierto.

Octavio Chacón pasó discreto con un primero de escasas emociones y nobleza. El cuarto tampoco se lo puso en bandeja. El toro soso y correoso iba y venía, pero le costaba salirse en muchas ocasiones de la muleta y complicaba una labor de poca transmisión. Y ese fue en verdad el problema de la corrida de Pedraza de Yeltes que, salvo los dos primeros que se repartían a partes iguales la nobleza y la sosería, el resto mantuvo la sosería, pero muy pegajosos, les costaba irse del engaño y como la transmisión la tenían contenida el esfuerzo del torero resultaba casi en balde, a pesar de que en ocasiones anduviera al filo de la navaja.

Javier Cortés había sumado sus buenas maneras, su forma de buscar el toreo, ante un segundo que fue tan noble como soso y eso en Madrid multiplica por tres las opciones de no éxito. En el abismo estuvo con el quinto, bajo de raza pero correoso. Se quedaba por abajo y tenía sus complicaciones poco agradecidas, porque pasó su labor entre silencios y algún sobresalto. En línea se los tragaba, pero le costaba despegarse en el último tramo y ahí la resolución no era fácil. Mucho peor por el zurdo. Se impuso salvo con la espada.

Se esperaba el milagro de que Leal saliera de la enfermería para matar el sexto. Ya nos estamos mal acostumbrando, pero a Juan a esas alturas del festejo, le estaban operando en la enfermería de una cornada en el recto. Se hizo con el toro Octavio y en verdad no fue un regalo. El de Pedraza se quedaba por abajo, se revolvía y sin ninguna expresión, por lo que el esfuerzo decía poco. Juan Leal protagonizó lo heroico de una tarde desagradecida.

Las Ventas (Madrid). 12ª de la Feria de San Isidro. Se lidiaron toros de Pedraza de Yeltes. 1º, noble pero de escasa transmisión; 2º, tan noble como soso; 3º, de corta arrancada; 4º, soso y correoso; 5º, bajo de raza y correoso; 6º, de media arrancada y quedándose corto en la muleta. Menos de tres cuartos de entrada.

Octavio Chacón, de verde manzana y oro, pinchazo, estocada punto trasera (silencio); pinchazo, estocada (silencio); pinchazo, estocada, tres descabellos (sielcnio).

Javier Cortés, de blanco y oro, tres pinchazos, aviso, estocada (silencio); media abajo, dos pinchazos, estocada, aviso (silencio).

Juan Leal, de blanco y oro, aviso, estocada trasera (oreja) Herido en el tercero.