Toros

Alicante

Lo queremos todo

José María Manzanares y Diego Carretero saliendo a hombros de la Plaza de Toros de Alicante / David García
José María Manzanares y Diego Carretero saliendo a hombros de la Plaza de Toros de Alicante / David Garcíalarazon

Alicante. Cuarta de la Feria de Hogueras. Se lidiaron toros de Juan Pedro Domecq, . Tres cuartos de entrada.

Morante de la Puebla, de negro y oro, pinchazo, estocada y descabello (ovación); dos pinchazos, descabello (pitos).

José María Manzanares, de azul noche y oro, dos pinchazos, estocada (silencio); entera (dos orejas).

Diego Carretero, de blanco y oro, que tomaba la alternativa, pinchazo y estocada (oreja tras aviso); entera (dos orejas).

De las cuadrillas destacó Rafael Rosa.

Es algo inherente a la condición humana. No renunciar a nada. Y a ser posible sin contraprestación alguna. Queremos disfrutar plenamente de la fiesta. Queremos ir a los toros, naturalmente. Queremos celebrarlo todo con opíparas y largas comidas que se estiran hasta casi la hora de inicio de la corrida. Y, claro, se forman luego unas tremendas colas en los accesos a los tendidos, molestando a los espectadores previsores o frugales. Haciendo que se retrase el comienzo de la función...

Queremos ver a las figuras. Y que triunfen, claro. Pero también nos repatea que se enfrenten a toros que permitan que expresen su arte y condiciones. Como los que ayer sirvió Juan Pedro Domecq, con ejemplares chicos, de muy pobres cabezas y claramente impropios para una plaza hasta de segunda. Y sin apenas fuerza, además.

No aguantó el examen el primer toro de Manzanares, largo, escurrido y anovillado. Flojo, también. Se hizo aplaudir al veroniquear, casi lo único lucido de su primer turno. Luego su antagonista comenzó a perder fuelle, se puso andarín, a la defensiva, mirón, perdiendo las manos, parándose... imposible.

El quinto pareció agotado ya antes, incluso, de llegar al caballo. Le cuidó y consintió mucho su matador para componer una faena limpia, con muletazos largos, ligados y muy templados, siempre con la gente a favor y el ambiente viento en popa. Una labor de alto contenido estético pero sin emoción alguna.

¿Qué hará hoy Morante? en sus últimas actuaciones en Alicante protagonizó numerosas anécdotas. Un día se puso a regar la plaza. Otro apuntilló él mismo a uno de sus toros. Otra vez le mandó unas gafas a un presidente que no se había percatado de lo que había hecho... Con su renovada estética de torro decimonónico se estiró en las dos verónicas y la media que dibujó a cámara lenta a su primero, que rodó por el suelo en el único puyazo que se le consintió. Pinturero de inicio, ralentizó luego su toreo con la derecha, en dos tandas reposadas y asentadas. Al natural, y con el animal ya agotado, no hubo sintonía entre las partes y no alargó inútilmente su trasteo.

Recogió con ceñidas chicuelinas al muy cómodo cuarto, que no plantó pelea en varas, siendo tramitado con un único y leve picotazo. Pese a su poca entidad, el de Juan Pedro tuvo voluntad embestidora pero no motor para moverla, limitándose el de La Puebla a pasarle de muleta y tratar de buscar algún muletazo estético. Pero sin mucha convicción ni, obviamente, resultado.

Pedimos novedades, y ahí estuvo Diego Carretero, que tomó la alternativa y se llevó una oreja de «Rezongano», el toro con que se doctoró y con e que se mostró solvente y muy dispuesto. Se lució en los lances de recibo y luego, sobre todo, al torear en redondo. Al natural acortó mucho las distancias y eso no le vino bien a su oponente.

Salió muy arreado y con muchas ganas con el sexto, al que saludó con hasta Tres largas cambiadas de rodillas. Le dejó crudo en varas, lo que puede que se le pusiese en contra, por que el toro llegó muy vivo al último tercio, costándole acoplarse con él. Hubo algún desajuste y enganchones varios hasta que, ya por el pitón izquierdo, se templó más y logró dejar naturales de mucho mejor trazo, logrando la puerta grande al matar con eficacia.