Pamplona

Los nietos de Hemingway

Los toros de José Escolar dejaron ayer dos heridos por asta en el encierro. Completaron el recorrido en 4.03 minutos, ya que uno de los astados regresó a los Corrales de Santo Domingo tras recorrer escasos metros
Los toros de José Escolar dejaron ayer dos heridos por asta en el encierro. Completaron el recorrido en 4.03 minutos, ya que uno de los astados regresó a los Corrales de Santo Domingo tras recorrer escasos metroslarazon

Ahora dicen que Dalí va a ser exhumado por una demanda de paternidad. Un genio puede dejar un legado que a veces es una obra inagotable y en otras un pedazo de ADN y los restos de una herencia codiciosa. Cuando Ernesto Hemingway se dio matarile en Cuba, no podía imaginar que su legado literario iba a generar una conmoción entre todos los anglosajones que desde las tristes oficinas de Wall Street desean vivir una experiencia de verdad. Tal vez no haga falta hacer una investigación genética para la legión de rubitos y rubitas, pálidos como la leche bajo el sol pamplonica que cada año vienen a forrarse de vino y a saltar desde la Fuente de Navarrería. En un mundo viral en el que pululan por internet muchos reportajes de los que llamamos «giris» encaramándose a ese lugar de lo viejo de Pamplona o para levantarse la camiseta y enseñar la glándulas mamarias o para dejarse caer con riesgo de vida o de sus rótulas sobre el grupo de camaradas etílicos. Pamplona en San Fermín es el lugar de destino de los peregrinos que van hacia el camino de los sentidos.

El encierro de la mañana del 8 de julio, con un toro rezagado notoriamente de la ganadería de Escolar, nos deja la postal melancólica de los que desean coger toro antes de alcanzar la melopea. Ese día, como ya afortunadamente hace muchos años, las peñas no tocan música en el primer toro por la muerte de Germán. Hoy solo queda la fiesta y los pagamundos tienen mucho que decir. Hay ahora una pegatina en la fuente que dice «nativa o extranjera, misma clase obrera». Debajo, una botella de champán vacía, un grupo de extranjeros con la ropa blanca improvisada y la cara llena de vida. Hemingway nunca pudo imaginar que sus andanzas por el río Irati o sus borracheras de la Plaza del Castillo iban a marcar la agenda exigencial y moral de tantos vagabundos en un planeta cada vez más chico y cibernético. Sus nietos siguen cogiendo un avión cada julio a Pamplona.