Huelva
Manzanares arregla el entuerto
El Juli y Manzanares libran un mano a mano descafeinado en la segunda de la Feria de las Colombinas con final feliz para el de Alicante
Huelva. Segunda de la Feria de las Colombinas. Se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, el 3º como sobrero, desiguales de presencia, sueltos de carnes y de juego escaso salvo el 1º, muy noble; y el 6º, con transmisión y recorrido. Más de tres cuartos de entrada.
El Juli, de negro y plata, pinchazo, estocada (oreja); estocada trasera (ovación tras petición); estocada trasera (oreja).
José María Manzanares, de espuma de mar y azabache, media tendida recibiendo (ovación); estocada (oreja); pinchazo, estocada recibiendo (dos orejas).
Entre las cuadrillas, saludó Raúl Corralejo por su actuación en el quinto.
Cuando El Juli paseaba la oreja del primero de la tarde nos la prometíamos muy felices. Era normal: el toro de Núñez del Cuvillo, precioso de hechuras, había tenido clase, y el maestro había toreado a cámara lenta en tres portentosas series de naturales, de muleta muy arrastrada y zapatillas atornilladas en la arena dentro de una faena de absoluta superioridad. Aquello parecía el primer acto de una gran tarde, pero fue salir el segundo toro por los chiqueros, y el personal empezar a irritarse. Porque la corrida de Núñez del Cuvillo, desigual de pitones y hechuras, fue sobre todo un encierro de muy pocos kilos, y en estos tiempos en los que todo lo que no llegue a media tonelada se compara con una cabra, la aparición de la tablilla con aquellos pesos (450 kilos, 442, 440...) provocó una bronca detrás de otra y un mal ambiente general que no fue fácil remontar.
El asunto tomó tintes preocupantes con la salida del tercer toro, que aparte de chico estaba inválido. Lo echaron para atrás y en su lugar saltó un sobrero viejo, con casi seis años, que devolvió la tensión a la arena porque embistió con brío y aspereza. Julián se entregó en una labor meritoria, de poder a poder, en la que acabó venciendo a su oponente por sapiencia y casta. No se comprende cómo, tras la estocada, la gente no reaccionó pidiendo la oreja, y en cambio sí que lo hizo tras su conato de faena al quinto, que fue muy flojo y apenas dio opciones.
El sexto invierte la tarde
José Mari Manzanares fue de menos a más. Poco pudo hacer con su primer manso, logró muletazos sueltos buenos en su segundo, noble pero de escasa fuerza, y cerró la tarde en triunfo sonoro, porque se encontró con un manso que, sin embargo, acometió a la muleta con fijeza, recorrido y alegría. José Mari lo aprovechó para completar una faena ligada, vibrante, poderosa y demasiado rápida. Pero una faena, al fin y al cabo, en la que fue capaz de conectar de verdad con el público, que al final es lo que cuenta y que era lo que no había sucedido prácticamente en ningún momento. Los muletazos finales ayudados fueron preciosos, y muy buena la estocada recibiendo tras pinchazo arriba. Le dieron las dos orejas y salió a hombros con El Juli. Yo que ellos me hubiera marchado a pie, la verdad.
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