Lima
«Mi devoción por Madrid es absoluta»
El madrileño se encierra el sábado con seis toros de El Puerto de San Lorenzo «buscando una gesta para el recuerdo de la afición»
Tras dos años condenado al ostracismo de una prematura retirada, Miguel Abellán regresó por sus fueros la pasada primavera para recuperar como un martillo pilón su sitio en el toreo y, de paso, callar bocas sobre su presencia televisiva. Entrega máxima, a sangre y fuego, para forjar una temporada que le ha devuelto al circuito de ferias con triunfos en San Isidro, San Fermín y la Feria de Julio en Valencia sobreponiéndose a cuantas lesiones han ido apareciendo en su destino. La última, una fractura en el pulgar, enquista su flamante encerrona de este sábado en la Feria de Otoño con seis toros de El Puerto de San Lorenzo. Allí, en Tamames, en el corazón del campo bravo charro, junto a ese pulmón verde que es la Peña de Francia, LA RAZÓN asiste a su primera prueba después de ser operado. Abellán desencadenado.
-¿Cómo está el pulgar? ¿Qué sensaciones le ha dejado el tentadero?
-La verdad es que no han sido todo lo positivas que hubiera deseado. No me encuentro nada cómodo, se me duerme la mano toreando y no tengo sensibilidad en el dedo. Poco a poco, la voy perdiendo a medida que avanzo en las faenas. Se me va acorchando y no tengo la percepción de tener la muleta en la mano, con lo cual no domino el engaño, ni los toques, ni el pulso...
-Llegados a este punto, ¿puede más la ilusión que el dolor?
-Sí, este sueño pesa más. No cabe duda de que voy a tener que tirar de todo el pundonor e ilusión que me quede en la reserva. Físicamente, este contratiempo merma muchísimo mi sensibilidad como torero. Ya no sólo en cuanto al tacto con los trastos de torear sino, sobre todo, en mi confianza, en la seguridad que me da estar delante de un animal sabiendo que puedo dominar mi muleta.
-Si Madrid siempre requiere un esfuerzo psicológico extra, una encerrona y lesionado, ¿obligan al triple salto mortal?
-El trabajo mental será fundamental. Si no me veo seguro con una vaca en el campo, que el aficionado se imagine con seis toros en Madrid para mí solo. Psicológicamente, va a ser un papelón superar lo que se me viene encima.
-«Muchas noches malas sin dormir», definió en la presentación de la encerrona.
-Así es, pero en una tarde tan especial como esta, en la que me voy a encerrar con seis animales en solitario -algo que no he hecho nunca en mi carrera, ni en Madrid ni en otra plaza-, pesa mucho la situación personal en la que llegas y la responsabilidad. Estar a la altura de Madrid y de un compromiso tan importante.
-En toriles, seis de El Puerto de San Lorenzo, máxima triunfadora en San Isidro y una ganadería de garantías.
-Yo creo que si alguien llega en buen momento, es el ganadero. Está echando un año extraordinario, triunfadora en Madrid, lidiando encierros muy importantes en otras plazas como la de Santander y también algunos toros sueltos buenísimos en otras ferias. Ojalá siga siendo así hasta el final, también en Otoño. He visto todas las de esta camada y todas muy buenas. Esperemos que la de octubre sea incluso mejor.
-¿Ha querido ver la corrida en la dehesa?
-No. Nunca me ha gustado ver los toros que voy a torear yo en el campo. El animal en sí, lógicamente, me encanta y soy un enamorado de verlo en su habitat, pero los que tengo que lidiar yo en la plaza no soy torero de conocerlos antes. Además, es que no sé verlos en el cercado, todos me parecen muy grandes y muy feos (bromea).
-Fiel a toda su carrera, la temporada ha sido a sangre y fuego.
-Ha sido dura, pero sin duda la más bonita de toda mi carrera. Volver después de dos años inactivo y hacer una campaña así, abriéndome hueco para conseguir el regreso a plazas que ya conocía y triunfar de nuevo en ellas... Ha sido precioso y compensa todos esos contratiempos que he sufrido.
-Lesiones en el riñón, las cervicales, el abductor, ahora el dedo... Percances que el torero suele temer más que la cornada por la inactividad que traen consigo.
-Sí, de hecho, creo que cornada no he recibido este año afortunadamente. Todo han sido problemas de salud. Bueno, pensemos que es otro peaje más que hay que pagar.
-Empezar casi de cero, ¿ha sido como recuperar esa ilusión del novillero que empieza?
-Sí, justo, he recuperado las ganas y la ambición del que trata de abrise paso. Al principio de temporada nadie hubiera imaginado que mi temporada iba a ser esta. Empecé a la aventura, a conquistar nuevas tardes y mi posición en el toreo a base de triunfos y ahora me veo en octubre en Madrid con seis toros como uno de los nombres propios del año.
-Cuando estábamos en Brihuega aquella tarde de perros en los albores de la temporada, ¿confíaba en un año y un final así?
-Ni muchísimo menos. Soy consciente de lo difícil que es este mundo, aparte de lo preparado que estés y de lo que tú te arrimes, la suerte es fundamental. Y más allá de todo lo que he puesto de mi parte, yo la he tenido. Es un factor que el torero no controla, pero que hay que tener al lado. Dicen que la suerte que te pille trabajando o haciendo lo que te gusta y, en mi caso, llegó en el mejor momento.
-El punto de partida fue una actuación heróica con toros de El Montecillo en San Isidro.
-Sí, una tarde muy de las mías. Prácticamente todos los días de gloria que he tenido en Madrid han estado también marcados por cogidas, salidas de las enfermerías, salir de nuevo a torear... En mayo, toreé dos animales con muchos matices y a uno lo cuajé francamente bien, así que entrará en el estante de faenas épicas que recordará de toda mi vida.
-Su compromiso con Madrid es a prueba de balas.
-Sí, fijate, con todos los percances que he sufrido y ya estoy cerca de los 35 paseíllos en Las Ventas. Me siento muy querido, muy admirado, respetado. Siempre que he ido a Madrid he intentado devolver todo eso con lo único que puedo, que es arrimándome y estando a la altura de la primera plaza del mundo. Aunque también hubo corridas que fueron duros conmigo, la inmensa mayoría he percibido un cariño muy especial. La gente sabe que mi devoción por Madrid es absoluta y, por eso, planteamos este gran reto de los seis toros. Creímos que un gesto de esta categoría era la mejor forma de cerrar mi temporada más importante.
-Torero de Madrid...
-Sí, pero no es fácil ¿eh? Nada fácil. A mí me ha costado muchísimo y aún así hay que seguir ganándose ese privilegio todos los días. Hay que ser torero de Madrid todas las tardes que uno se anuncia en La Monumental. Es un título que hay que defender cada paseíllo.
-Madrid prendió la mecha, pero la nocturna de Valencia fue la eclosión.
-No cabe duda de que fue un aldabonazo importante. Cortar tres orejas en una plaza de primera, con las costillas y el cartílago costal rotos... Además, justo venía de cortar otra oreja en San Fermín a un «Torrestrella» que si no pincho, le corto las dos.
-La Coruña y Zaragoza. Madrid no es el final de la senda.
-No. En La Coruña hemos adquirido un compromiso importante con la empresa para tratar de reflotar la afición y la feria de esa ciudad y Zaragoza es el último gran puerto, además este año tiene el atractivo extra del 250 aniversario. En Tudela despediremos la temporada y pensaremos en Lima (Perú), alguna feria de Ecuador que tenemos hablada y cabe la opción de hacer alguna incursión en Colombia y México.
-Un sueño para ese 4 de octubre.
-Que la tarde quede en el recuerdo de la afición de Madrid. Una gesta así trasciende mucho más que la Puerta Grande. Puedo cortar las dos orejas de un toro y estar horrible en los otros cinco. Lo más importante es que la gente la guarde en su memoria, que, cuando pasen quince años, el aficionado se acuerde del 4 de octubre que dio Miguel Abellán como algo histórico.
✕
Accede a tu cuenta para comentar