Toros

San Sebastián

Mientras nos dejen

José Tomás, en una imágen de archivo
José Tomás, en una imágen de archivolarazon

San Sebastián. Allá en lo alto. La plaza de Illumbe. Del eco. De la humedad. Y los miedos. Allá tras la fatiga de la cuesta. Lejos de la Concha aun cerca del mar vuelve José Tomás. Será la plaza de primera, el puerto de primera, será, será. Será el «No hay Billetes». Será lo que nos dejen y mientras nos dejen. Bien lo saben los donostiarras, que peregrinan según antojos. Ora Bildu, se quedan en casa, tras sacar las pancartas, desgastadas ya que claman la libertad, qué anhelo, ora PNV-PSE les dan el pasaporte para pagar y pisar tendido. Así la vida. Así el país nuestro. En San Sebastián y en un cordón cada día más asfixiante como si en el mundo hubiera poco más que cortar alas ajenas. Y por ahí anda, uno ya no sabe si entre el plasma o en streaming la vida, la otra, de haberla, el pacto que no llega, los que pactan y negocian, o negocian y pactan, qué sé yo, que sabe nadie, el enredo en el que vivimos, el laberinto que mira al mar por vacaciones eso sí con agenda privada. Pasan los días, la cuenta atrás, e Illumbe volverá a abrir sus puertas, como ya lo hizo el año pasado después de la prohibición, pero en esta ocasión con el bombazo José Tomás que arrasa por donde pisa y casi por donde cuentan que va a pisar. Se verá las caras con el león del toreo, que media vida después sigue rugiendo y defendiendo aquello. El rey de la selva don Julián. Lo harán con los toros de Garcigrande y Hermoso para completar el cartel. Hay un antes y un después. Un sábado para la gloria. Y un lunes, y un martes. Y un maravilloso cartel al intentar entrar en la web que anuncia que se agotaron los abonos. Y así mientras nos dejen. Se aproximan las elecciones vascas... La soga al cuello. Y mientras esa letanía del Tribunal Constitucional (parece ser que en septiembre sentenciará) que no ha dicho esta boca es mía seis incendiarios años después.