Toros
Olmos se gana la repetición con una gran novillada de Julio García
El toledano da una vuelta al ruedo en su presentación en Madrid con una importante novillada, que tuvo hasta cinco utreros con opciones en Madrid
Las Ventas (Madrid). Novillos de Julio García, desiguales de presentación, algunos excesivamente serios. El 1º, manso, tuvo genio y emoción en el último tercio; el 2º, buen novillo, con ritmo y transmisión, humilló siempre por abajo; el 3º, incierto, tendió a vencerse por dentro en la embestida, orientado, con peligro en el último tercio; el 4º, a menos, duró dos tandas; el 5º, pronto, noble y con clase; y el 6º, gran novillo, con fijeza y prontitud, humilló con clase y profundidad. Un cuarto de entrada.
Kevin de Luis, de grosella y oro, estocada tendida y trasera, aviso, cinco descabellos (silencio); estocada tendida, aviso (silencio).
Lagartijo, de blanco y oro, media perpendicular, dos descabellos (saludos); dos pinchazos, aviso, estocada contraria, segundo aviso, descabello (silencio).
Ignacio Olmos, de berenjena y oro, pinchazo, bajonazo (vuelta al ruedo); pinchazo, estocada atravesada, cinco descabellos, aviso (saludos).
Debutaba y debe volver. El toledano Ignacio Olmos se ganó, con creces, esta tarde la repetición en Madrid. El novillero manchego dio una vuelta al ruedo en el tercero -que le infirió una cornada “leve a nivel subcutáneo de dos trayectorias”- y, aunque deberá afinar en el carretón con la tizona, convenció a todos con su buen concepto y determinación con su lote de una notable novillada de Julio García. El sevillano Kevin de Luis, sin opción con un cuarto a menos, dejó varias tandas de naturales meritorias al manso jabonero, con genio, que rompió plaza. Por su parte, Lagartijo no consiguió entenderse con el mejor lote de la tarde, dos novillos para catapultar cualquier carrera en Madrid.
La joya de la corona que fue este encierro de Julio García -de pura procedencia Fuente Ymbro- fue el sexto. “Iluminado”, de nombre. Para alumbrar la vereda de toda una vida de luces. Con fijeza, prontitud, humilló siempre por abajo y con una profundidad soñada. No acusó Olmos su parco rodaje, dos paseíllos la temporada pasada, y cosió esas bravas embestidas con temple y mando. Hubo muletazos con mucho empaque, encajado, alargando la embestida, sobre todo, al natural, pues por ese pitón zurdo el utrero transmitía todavía más. Pero el acero no tuvo filo y, romo, le dejó sin una oreja de ley. Ovacionado con fuerza el novillo.
Olmos ya había gustado con un tercero incierto en los primeros tercios, que se “acostó” lo suyo en los engaños. Ese defecto le costó dos volteretas a Olmos. La primera solo lo encunó por la corva, pero la segunda lo prendió de manera muy fea por el bajo vientre. Pese a ello, no se arredró el joven espada y porfió hasta lograr arrancar varios muletazos de mano baja, con mando y vaciando la embestida de un utrero cada vez más orientado y peligroso. Muy meritorio. Tras un pinchazo la espada se le fue muy abajo. Vuelta al ruedo.
Rompió plaza un jabonero de morrillo ensortijado que barbeó y derrochó mansedumbre en los primeros tercios. Llegó con poder y genio al último tercio, pero el otro debutante de la tarde, Kevin de Luis, supo resolver la papeleta con lucimiento. A base de dejarle la muleta muy puesta en el hocico y pegado a tablas, en paralelo a las mismas, echó la moneda al aire y logró sujetarlo para robarle varias tandas de trazo limpio y templado. Buenos, los remates por bajo, ante el clásico manso con emoción y cierta nobleza en la muleta. Pero se le atragantó el verduguillo y fue silenciado. Obtuvo idéntico balance en el cuarto, más alto y basto de hechuras, estrecho de sienes, que se dejó en la primera mitad de faena. Tras un gran par de Curro Robles, el sevillano corrió la mano de nuevo mostrando buena composición en dos tandas en redondo, pero el animal, a menos muy pronto, tendió luego a defenderse y no tomó vuelo el trasteo.
Hizo honor a su nombre el segundo. Porque “Espléndido” fue novillo hondo con calidad, que tuvo ritmo y humilló siempre. Mejor aún otorgándole cierta distancia. Lagartijo trató de componer y acompañar la embestida, pero optó enseguida por acortar las distancias y, ahí, acabó ahogando la buena condición del utrero. Saludó una ovación pese a todo. Muy serio y ofensivo por delante, el quinto tuvo fue otro utrero de buena condición. Tuvo buen son y se desplazó con bastante nobleza el de Julio García. Sin embargo, Lagartijo no acabó de entenderse con el novillo, quizás porque abusó de los toques bruscos, cuando era una embestida más para enganchar, en una labor de excesivo metraje. Fue silenciado. La tarde era para el binomio Olmos-Julio García. Ambos merecen volver.
✕
Accede a tu cuenta para comentar