Actualidad

Valencia

Por sus obras les conoceréis

La Razón
La RazónLa Razón

Dos años hacía que el Juli no actuaba en Valencia. Pero como para los protagonistas de la novela de Verne, estos dos años no han sido, precisamente, de vacaciones para el torero madrileño. Desde entonces a la tarde de ayer no sólo ha reafirmado su condición de figura incuestionable sino que ha reforzado su autoestima -y su imagen de cara al exterior- al rebelarse contra un sistema que considera injusto y al que se enfrenta pese a los muchos riesgos que ello conlleva.

Y aún cuando en un torero el valor se le supone, siguiendo a Castiglione hay que convenir que la valentía se percibe mucho mejor en las cosas pequeñas que en las grandes. Nunca ha vuelto la cara El Juli a retos enormes en el ruedo y tampoco lo ha hecho cuando ha creído ser tratado con injusticia -o sus compañeros, muchos de los cuáles le dejaron vendido en una batalla en la que él daba la cara por ellos-, misión no menos importante aunque a lo mejor considerada no tan arriesgada como ponerse ante un toro.

Y no ante uno, ante tres, se enfrentó ayer. Se fue a porta gayola a recibir al primero, astado que manseó desde el primer momento y el gran mérito de su matador fue fijarlo y uncirlo a su muleta sin dejar que, rajado como era, se fuese a tablas y renunciase a la pelea. Se dobló con gusto en el inicio de una faena en la que tampoco estuvo a gusto su segundo, del que pudo aprovechar el pitón izquierdo antes de que el astado se acabase.

Sacó a los medios al quinto para corregir el molesto calamocheo que exhibió en los primeros tercios y en las tandas iniciales logró que el astado embistiese más humillado, lo que aprovecho para apurar hasta el último muletazo que tuvo antes de que buscase descaradamente las tablas.

Dos fueron las orejas que obtuvo, una de su primero y otra del quinto, aunque no quiso salir por la puerta grande, puerta por la que ya había entrado gracias a su conciencia. El evangelio de Mateo advertía que por sus obras conoceríamos a los profetas y se podría distinguir al verdadero del falso. El Juli, que ya era conocido por su enorme capacidad ante el toro también ha dejado claro que es un tipo que se viste por los pies.