Ferias taurinas

Puerta Grande al embrujo de Curro Díaz

Gran tarde del jiennense y heróica oreja de Galván

Curro Díaz, durante la vuelta al ruedo antes de salir por la puerta grande
Curro Díaz, durante la vuelta al ruedo antes de salir por la puerta grandelarazon

Gran tarde del jiennense y heróica oreja de Galván

Las Ventas (Madrid). Se lidiaron toros de Gavira, bien presentados y un gran sobrero de Torrealba, 2º, con clase y recorrido; y los nobles 3º y 4º. Un tercio de entrada.

Curro Díaz, de rosa y oro, media, dos descabellos (oreja); buena estocada (oreja); y estocada caída (silencio).

David Galván, de sangre de toro y oro, aviso, estocada trasera, segundo aviso (oreja).

Juan Ortega, que confirmó alternativa, de rioja y oro, pinchazo, media (saludos); y cuatro pinchazos, estocada (silencio).

Parte médico de David Galván: «Cornada en el tercio medio de la cara interna de la pierna derecha, con orificio de salida, que produce destrozos en sóleo y gemelos, distension en inserción de aductores». Pronóstico «reservado».

Entre una maraña de viento, diminutas astillas de lluvia, oscuros nubarrones zurcidos al cielo y demás panorama poco alentador, Las Ventas levantó ayer el telón a un nuevo curso. Temporada 2016. Un rayo de luz, pese al encapotado paisaje, henchido de ilusiones, miedos, sueños, triunfos, duelos y quebrantos. La caleidoscópica verdad del toreo. Bien conoce esta serpenteante montaña rusa Curro Díaz. Entre idas y venidas, pintaba más sombrío que otros este 2016, pero el jiennense demostró ayer que está lejos de aburrirse. Afición que sigue emanando de sus muñecas para firmar dos faenas primorosas, repletas de emotividad, como las de ayer, para abrir de par en par el quicio de la gloria y enfilar la calle Alcalá. Merecidísima Puerta Grande. Sorteó primero un enclasado sobrero de Torrealba, bajo, armónico y bien armado. Lo vio claro el de Linares y se lo sacó a los medios con un inicio marca de la casa. Sello genuino en trincherazos y trincherillas. Delicioso. Ya en redondo, Curro toreó muy relajado, con desmayo en algunos, muy despacio, deteniendo el tiempo en algunos. Una obra cincelada desde la ligazón y el exquisito gusto en todos los remates: de cartel de toros por abajo, a la hombrera contraria los de pecho. Una serie al natural, también notable. Torería a raudales. Enterró media tizona y, los dos descabellos, dejaron en una oreja, una labor que merodeaba el doble trofeo.

Llegó ese premio en el cuarto, otro noble «Gavira», encierro interesante de la vacada gaditana, al que cuajó a fuego lento. De menos a más para abandonarse al natural en un emotivo final que, en marzo, ya podemos aventurar será difícil que se repita en el resto de la temporada. A pies juntos, a compás abierto, de frente... Toda una antología que hizo crujir la plaza. Los remates, cumbre. Con duende. Una estocada hasta la yema y segunda Puerta Grande de su carrera, tras la de 2007.

Con los deberes hechos, no se dio coba con el sexto y abrevió ante un animal sin clase ni transmisión. Era el segundo del lote de David Galván, herido tras un certero pitonazo del tercero en el cambiado por la espalda con el que prologó su faena. Ni se miró el gaditano, pese a que la herida, que atravesaba el gemelo derecho, manaba abundante sangre de ambos lados de la pierna. Dolía solo verlo. A todos menos al torero, que se creció y tiró de estoico pundonor para torear, muy bien por cierto, sobre todo al natural. Sincero derroche de Galván con aplomo y quietud en su toreo. Caló el tramo final con varios circulares en un palmo de terreno y ceñidas manoletinas. La estocada, de efecto fulminante, terminó de poner otra oreja de ley en su mano. Acreedor de un nuevo paseíllo en Madrid.Tras pasar con cierto ambiente en su etapa de novillero, Juan Ortega regresó al Cónclave para confirmar su alternativa. «Varillo», el de la ceremonia. El primero de cientos en el ruedo venteño. Con dos puñales haciendo cosquillas a las mismas nubes. Muy astifino. Tuvo nobleza, pero le faltó empuje. Solo tuvo media arrancada y desarrolló un punto de genio a medida que avanzó un trasteo académico, pero que nunca eclosionó. Templado Ortega. Ni eso pudo mostrar, tras correrse turno, en el quinto. Pasó sin pena ni gloria los primeros tercios y en la franela del andaluz se paró completamente. Un marmolillo sin un pase. Imposible.

La gloria ayer era de Curro Díaz. La afición que no cesa. Y que siga sin extinguirse. Toreo caro para nuestros paladares.