Toros

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Un postre agridulce

Ángel Téllez sabe a hombros y Colombo pierde su alternativa en el cierre de Valencia

Ángel Téllez sale a hombros, ayer, en valencia
Ángel Téllez sale a hombros, ayer, en valencialarazon

Valencia. Novillada del Día de la Comunidad Valenciana. Un tercio de entrada. Novillos de Los Chospes, muy bien presentados pero mansos y descastados.

Fernando Beltrán (de botella y oro), pinchazo y estocada, ovación; pinchazo, media y tres descabellos, silencio; tres pinchazos, aviso, entera y descabello, silencio.

Jesús Enrique Colombo (de azul noche y oro), fue cogido por su primero.

Ángel Téllez (de blanco y oro), entera, silencio; corta, oreja; media, oreja.

De las cuadrillas destacaron Juan Navarro, Juan Felipe Cano y Marco Galán.

Se cerró la temporada en el coso de Monleón con una novillada -el único festejo que se mantiene, y que dure, de lo que fue la Feria de Octubre, la tercera feria de Valencia- que fue de menos a más. Un postre agridulce que tuvo su parte más amarga con la grave cogida sufrida por Colombo en vísperas de su alternativa pero que se endulzó en su parte final con el triunfo de un muy entonado Ángel Téllez.

La tarde comenzó con un homenaje a la memoria del niño Adrián, al cumplirse justo un año del festival celebrado en su honor en esta misma plaza, y la interpretación del himno de Valencia en conmemoración de la entrada de Jaime I en la ciudad.

Pero no todo iba a ser coser y cantar. La novillada de Los Chospes, muy bien presentada, salió descastada y mansa -hasta cuatro novillos fueron en el primer tercio al caballo que hacia puerta...-, sin entrega e incierta.

Luego el segundo, tras haberse lucido Jesús Enrique Colombo con capote y banderillas, que ya había avisado un par d veces por el pitón derecho, enganchó al venezolano por la pierna derecha, le levantó en el aire y le corneó al caer, ocasionándole una herida de 25 centímetros en el muslo. Al hule y adiós a la alternativa. Fernando Beltrán, que apenas había podido poner voluntad y ganas con el manso y rajado primero, tampoco pudo hacer con este segundo poco más que cuadrarlo para entrar a matar.

Tampoco Ángel Téllez, que como Colombo se presentaba en esta plaza, tuvo opción con el complicado tercero. Beltrán se esforzó y derrochó disposición con el cuarto, otro astado que huyó de los caballos y estuvo siempre a la defensiva en el último tercio y se puso muy difícil para la muerte.

Pero no estaba todo dicho, y con el quinto, todo un toro por hechuras y trapío, Téllez se preocupó de que siguiese su dictado y llevarle más allá de donde el animal pretendía, alargando sus embestidas y metiéndole en el engaño, siempre con la muleta puesta y la cabeza clara, llevándose una oreja al matar con eficacia. Y otra, y la puerta grande, y el crédito, y la gloria de la función, consiguió tras haber brindado a su cuadrilla. Con tanta firmeza como naturalidad supo aprovechar el mejor son de este novillo para componer otra faena de plantas quietas y mucho mando hasta que su oponente dio muestras claras de agotamiento. Pero ya todo estaba hecho.