Toros

Sevilla

Un quite providencial

Un quite providencial
Un quite providenciallarazon

La película de terror comenzó mal y terminó peor. La escena-enganche fue un toro de Daniel Ruiz impropio de Sevilla y de cualquier plaza de primera. Acabó el asunto con el público buscando la puerta de salida y el joven David Galván camino de la enfermería cogido por el octavo toro de la tarde contando los dos bises. Anabel Moreno Muela, curtida aficionada, y funcionaria acostumbrada a repeler las presiones administrativas, debería explicar por qué pasó el fielato del reconocimiento este "Alcahuete"de Daniel Ruiz que ojalá pase su segunda vida entre cencerros y vacas de leche. Un toro, con los cuatro años recién cumplidos y luciendo la indisimulable lozanía del utrero. Que esa lozanía está muy bien para otras cosas, pero el trapío del toro de lidia pide remate, cuajo y los rizos de la madurez. Se da la circunstancia de que hubo baile de corrales y de los nueve toros que envió Daniel Ruiz, cinco fueron rechazados. Así que, como en la película de Woody Allen, la pelota de tenis se quedó suspendida, bailando en la red. Si la pelota no pasaba, el drama lo tenía la empresa de Sevilla que se hubiera enfrentado a una cruenta devolución de billetes. Y la media entrada escasa podría haber sido un cuarto y mitad dibujado como un siete en el libro de contabilidad de Pagés. Dicho queda que la pelota pasó, la corrida se remendó con dos "fuenteymbros"de Ricardo Gallardo y el lampiño "Alcahuete"también pasó. Probablemente la angostura de los corrales de la Maestranza, el calor africano que está pegando en Sevilla y alguna otra eventualidad de esta rara Feria de Mayo, provocaría que la presidenta confundiera un león con un gato de Angora. No cabe pensar, ¡a quién se le ocurriría!, que se trató de un quite providencial de la excelentísima autoridad. El asunto en cualquier caso, pinta mal. Siete de los ocho toros de Garcigrande previstos para lidiarse hoy han sido rechazados. El ganadero no está por que el camión vuelva al campo y si no hay "entente cordiale"in extremis hoy sí se puede ver el auténtico número de la cabra. Poco o nada ocurrió en las dos horas y media del octavo festejo que el público, bendito martirologio sevillano –en Madrid hubiera ardido Troya- aguantó con abnegada heroicidad. Y lo peor no fue el perro comportamiento de la camada de mansos que se repartieron Daniel Ruiz y Ricardo Gallardo, sino el calor africano que entorcha la Maestranza. Hay, eso sí, bebida refrescante a un módico precio: coca-cola, tres euros; "combinado", nueve.