Logroño

Una cornada y tres trofeos en Logroño

Ureña corta dos orejas y Del Álamo, mientras Adame recibe una cornada "grave"en el gemelo izquierdo

Derechazo de Paco Ureña, que se ganó ayer la sustitución de esta tarde de Enrique Ponce
Derechazo de Paco Ureña, que se ganó ayer la sustitución de esta tarde de Enrique Poncelarazon

Logroño. Segunda de San Mateo. Se lidiaron toros de Torrehandilla y dos (5º y 6º) de Torreherberos, descarados de pitones, pero sin remate atrás. El 1º humilla, flojo y complicado; el 2º, al paso y orientado; el 3º, noble, con clase y justo de poder; el 4º, deslucido; el 5º, movilidad sin entrega; y el 6º, noble, manejable y con lo justo. Más de un cuarto de entrada.

Paco Ureña, de tabaco y oro, estocada (oreja); pinchazo, bajonazo, descabello (silencio); buena estocada (oreja). Joselito Adame, de tabaco y oro, herido, pinchazo, estocada defectuosa, dos descabellos (ovación). Juan del Álamo, de rosa palo y oro, estocada (oreja); pinchazo, estocada (silencio).

Parte médico de Adame: «Cornada de 15 centímetros en el gemelo izquierdo que provoca gran destrozo muscular, se realiza reconstrucción de la zona, sutura y drenaje». Pronóstico «grave».

Fue irse las figuras y venir el toro. El toro de cara, el remate de atrás fue otra historia. Igual a la tercera va la vencida. O no. Por el momento, el mexicano Joselito Adame salió mal parado. Tanto que hizo el gran esfuerzo de matar al toro, el segundo, a pesar de estar herido y de ahí a la enfermería. Y a la vuelta le esperaría el hospital. No había vuelta atrás. El toro lo había cantado. Venía al paso, cruzado, midiendo y orientado. Y le cazó. Paco Ureña se quedó con tres. Y salió mentalizado de darlo todo. Quedaba libre el hueco, la sustitución, más torero dicho del día siguiente de Enrique Ponce. Con el sexto, que resultó noble, irregular y justo de poder, hizo bueno el embarque del muletazo. Luego según componía o descomponía el de Torreherberos se resolvía la faena. El estoconazo fue de premio. Con delantales paró a su primero, que ponía la cara muy abajo, justo de fuerzas y con complicaciones cuando el torero se puso al natural. La faena tuvo irregularidades pero contó siempre con el afán y una estocada brutal. El deslucido cuarto dejó poco espacio para el lucimiento.

Juan del Álamo tuvo momentos brillantes con el tercero. Y al natural más hondo y profundo. Se entendieron muy bien ambos. Fue éste el toro con más clase, aunque con la fuerza contenida también. En esa ecuación Del Álamo firmó muletazos de mucha entidad, de más empaque y resolución lenta. Asentado y con poso. A lo que sumó la espada. La movilidad del quinto no tuvo como compañía la entrega, se defendía por arriba y ahí tampoco Del Álamo encontró el sitio cómodo. Dos y uno. Los trofeos. Más una cornada para el mexicano. Y una sustitución en el horizonte.