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Feria de Bilbao

Una historia con final feliz (o casi)

Jesús Duque sale a hombros al aprovechar a un gran toro de Torrehandilla

Jesús Duque, ayer por la Puerta Grande en Valencia
Jesús Duque, ayer por la Puerta Grande en Valencialarazon

Valencia, segunda de feria, se lidiaron tres toros de Torrehandilla, primero, segundo y sexto, dos de Los Chospes, tercero y quinto, y uno, cuarto, de Torreherberos. Conjunto serio y bien presentado y de buen juego en general. El quinto fue el más flojo y el sexto el de mejor son. Media entrada.

Juan Bautista, de turquesa y oro, entera (ovación); entera (oreja). Alberto Gómez, de grana y oro, entera (ovación con aviso); pinchazo, media (silencio). Jesús Duque, de azul noche y oro, entera (vuelta al ruedo); entera (dos orejas). De las cuadrillas destacaron Sergio Pérez y Curro Robles.

Concluyó la Feria de la Comunidad Valenciana -y con ella la temporada en el coso de Monleón- con un festejo que si a priori no tenía grandes alicientes de cara al gran público -ya si ni siquiera las figuras se matan por ir a julio, imaginen a octubre...- tuvo un final feliz y dejó un buen sabor de boca de cara a estos meses de ayuno que ahora se afrontan.

Un final feliz que pudo serlo todavía más si se hubiese tenido en cuenta la condición del toro que abrochó función, feria y campaña. Un jabonero de Torrehandilla, serio, bien armado, sin ser aparatoso, que apretó en el caballo y empujó con ganas y que se arrancó de lejos a la muleta, con alegría, con fijeza. Humilló y fue obediente, sin rendirse. Una vuelta al ruedo en el arrastre no hubiese estado de más.

Sí que fue completa la felicidad para su matador, Jesús Duque, que se llevó las dos orejas y con ellas una puerta grande que no siempre estuvo clara. Para empezar porque al presidente le costó sacar el segundo pañuelo blanco -lo hizo con las mulillas ya camino del desolladero- y por que su labor tuvo algunos altibajos. Se lució en los lances de recibo y comenzó la faena dando sitio al toro, llevándole largo si bien no siempre toreado, dejando que le tropezase mucho la tela y un poco a tirones. Se afianzó al torear al natural y a partir de su labor, valiente, honesta siempre, eso sí, fue ganando en seguridad, limpieza y aplomo, yendo siempre a más y sacando un par de series de excelente trazo. Se volcó sobre el morrillo para asegurar el triunfo y dejó una estocada en todo lo alto que por sí sola valió la mitad de su éxito. Con el manso y poco convencido tercero estuvo tesonero y también muy eficaz con el estoque.

Otra oreja paseó Juan Bautista tras acabar con su segundo toro, otro animal noble y manejable con el que firmó un brillante inicio de faena pero que fue bajando luego en intensidad, con algunos desajustes y varios enganchones que deslucieron un trasteo que remató con una soberbia estocada que justificó la oreja recibida.

Alberto Gómez, pese a su extenso quehacer, no logró profundizar con su suave primero y pechó con el garbanzo negro de un encierro de Torrehandilla, Torreheberos y Los Chospes, cuyo quinto ejemplar llegó paradísimo al último tercio y sin dejar a su matador otra opción que intentarlo aunque sin apenas posibilidad de brillo.