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Una novillada imposible de Saltillo arruina el inicio de la Feria de las Novilladas

Maxime Solera, en una imagen de archivo
Maxime Solera, en una imagen de archivolarazon

Arrancó una nueva edición de la Feria de las Novilladas con un festejo deslucido y demasiado largo para el tan escaso contenido que tuvo.

La causa principal del fiasco fue, desde luego, del ganado. Se lidiaron cuatro novillos de Saltillo de muy desigual presencia -debían ser procedentes de distintos sementales-, los dos primeros cariavacados y escurridos, los otros más cuajados y con mayor volumen pero con un común denominador: la falta de casta y el mal estilo.

Para rejones se corrió uno de Cebada Gago que se paró demasiado pronto, acusando también los dos rejones de castigo que le endilgó Sebastián Fernández, que tras una exhibición de garrocha -sin toro- que no venía a cuento, anduvo fácil y solvente en una actuación muy a favor del público y que se complicó a la hora de matar al aplomarse mucho su oponente.

Maxime Solera, que reaparecía después de una lesión en su mano derecha -tuvo que ser infiltrado antes de iniciar el paseíllo- se las vio con un primer novillo que echó enseguida las manos por delante, a la defensiva y sin emplearse. Tiró de oficio para solventar la nada fácil papeleta ante un oponente desentendido, mirón y sin fijeza alguna, siempre pendiente de un novillero que le dio mucha coba cuando en realidad no merecía más que un sartenazo con el que quitárselo de encima.

Aunque tuvo otras hechuras, el cuarto tuvo el mal estilo del primero, sin humillar, venciéndose con mucho peligro por el pitón derecho de salida y luego también por el otro. Se resintió el diestro francés de su lesión y no pudo matar al Saltillo, escuchando los tres avisos.

Anduvo muy dispuesto y bullidor Cristóbal Reyes, que banderilleó a su primero con más voluntad que acierto. Intentó dejar la muleta puesta en la cara del novillo que cabeceó y tiró derrotes por ambos lados. Quiso ponerse bonito en vez de lidiador y no sacó nada en limpio, pasando un mal rato con el traicionero quinto, que embestía a arreones y sin avisar, haciendo caso omiso a la insistencia del jerezano que hasta se llevó un buen susto cuando le cogió contra un burladero, aunque gracias a Dios todo quedó en nada.

► Ficha del festejo

Algemesí, 21 de septiembre. Primera de feria. Lleno

Cuatro novillos de Saltillo, y uno, tercero, de Cebada Gago, para rejones. Imposibles los de a pie y parado el de rejones en conjunto.

Maxime Solera (de rojo y plata), entera y descabello, silencio; bajonazo, pinchazo, siete descabellos, otro bajonazo, tres aviso y silencio.

Cristóbal Reyes (de grana y oro), bajonazo y estocada, ovación; pinchazo y media, ovación.

Sebastián Hernández, dos rejonazos, vuelta por propia iniciativa.

De las cuadrillas destacó Raúl Martí.