Ferias taurinas
Y venían de Nueva Zelanda
Era una de las tardes sobre el papel. Tenía su enjundia ver a Morante y a Urdiales hacer juntos el paseíllo. El quejío profundo del de la Puebla y el clasicismo cadencioso del riojano, dos afluentes del médano del mismo arte. Urdiales dejó pasar San Miguel después del zambombazo de Bilbao y se lo jugaba todo a la carta que le dejaron sobre la mesa. Pero esa carta y la partida completa se encargaron de destrozarla los seis toros de Jandilla-Vegahermosa y el sobrero de Albarreal que inició el antiespectáculo. Nada pasará a la historia de la undécima de abono. La raya en el agua la marcó López Simón, que se despide de los farolillos con dos arrimones que mitigaron, al menos, este frío ferial ártico. No sé si la lluvia en Sevilla será una maravilla, y no sé a quién se le ocurrió el extraño pareado, pero este frío no tiene un pase, los mismos que no tuvo el peor encierro de lo que llevamos de Feria. Sí tenía yo un pálpito de que la de ayer podía ser la tarde. Me reafirmé cuando Paco Aguado me contó que el segundo era un número 13, los dos dígitos del «Favorito» con el que Urdiales bordó el toreo en la norteña Vistalegre. Disparada la imaginación me acordé del anillo con el 13 que Rafael «El Gallo» decía que llevaba –con «El Gallo» no hay barrera entre lo fingido y verdadero– en uno de sus dedos. Pero ni 13, ni 12 ni 11. Mala suerte la de mis dos compañeros de localidad, una pareja de hermanos neozelandeses que vieron ayer la primera corrida de sus vidas. Traté de explicarle al tipo, un hombretón de dos metros que me dijo que criaba toros mansos en una granja de Nueva Zelanda, los tres tercios de la lidia, la posición de los actuantes y dónde acababa la carne de lidia. El granjero apaciguó el enfado después de la charleta. Y puede... puede que vuelva.
LOS TOROS- Pág. 56
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