Traicionados por el COI

Estambul también contaba con al menos 34 votos y sacó 26. Muchos de los prometidos a Turquía y a Madrid se fueron finalmente a Tokio

Termina la primera votación para la sede de los Juegos Olímpicos de 2020 y... sorpresa: «Hay un empate entre Madrid y Estambul», dijo Jacques Rogge, el presidente del Comité Olímpico Internacional, con cara de póquer, después de haber sostenido unos segundos en la mano el papel con los resultados. Tenía que disputarse un desempate y Turquía pudo con Madrid (49-45), como era lógico. Los votantes de Tokio apostaron por la candidatura más débil para competir con ella en la final y quitarse de en medio al oponente más fuerte.

La igualada fue como una sentencia de muerte para la capital de España. En ese momento, alguien de la delegación acude a felicitar al miembro turco del Comité Olímpico Internacional, Ugur Erdermer, y recibe una respuesta: «Nos la han jugado a los dos». La candidatura de Estambul contaba con 34 votos y con que iba a superar la primera ronda de sobra, por lo que el empate con Madrid fue una sorpresa para ellos. Y más por 26-26. «La diferencia es demasiada», reconocían en el bando español. Horas después, algunos de los representantes de Madrid 2020 le seguían dando vueltas al resultado. El número de apoyos que manejaban para la primera ronda era de aproximadamente 40. Promesas que se quedaron en eso. «Es que saco la lista, me pongo a hacer la cuenta ahora y me siguen saliendo al menos 33 que me juraron por todo que me votaban», asegura uno de los responsables españoles. Muchos pésames y muchos «nos la han jugado» recibió esa persona después de la eliminación. Muchos más de 26, por lo que un buen puñado de ellos simplemente mintió. «Quizá nos hemos creído nuestra propia mentira. Vas a uno, le pides que te vote medio acosándole y te dice que sí, pero luego...», afirma otra de los que ha participado activamente en el «lobby».

Así es el juego del Comité Olímpico Internacional y Madrid no lo ha sabido jugar en las tres ocasiones consecutivas en las que se ha presentado en busca de organizar los Juegos. Ni con capacidad económica ni sin ella, como en esta ocasión. Después de 2016, Jacques Rogge aconsejó a la capital de España que su próximo intento tuviera menos dirigentes políticos y más deportivos, pero ni por ésas. «Tiene que haber algo por encima. Después de Lausana y del impulso que tuvo España allí, seguro que desde Tokio, pero altas instancias, empezaron a levantar teléfonos y a mover intereses que se nos escapan», opinaba otro miembro de la delegación. En Japón se habían tomado los Juegos Olímpicos como una cuestión de Estado, como un impulso para una juventud deprimida después del tsunami de 2011. Y los han conseguido.

El proyecto de austeridad ofrecido por España no casa con el negocio que supone el Comité Olímpico Internacional. Madrid vendió que los Juegos no son sólo una cuestión de ver quién tiene más dinero, insistía en que hay mucho más detrás, los valores o el ejemplo del deporte aplicado a la sociedad, pero el resultado hace indicar que era un camino equivocado. Muchos de los votantes pusieron buena cara y mostraron interés, pero luego le dieron la espalda a Madrid a la hora de emitir su voto. «Pero que no mientan, que no te den falsas esperanzas», se quejaban en el Hotel NH City de Buenos Aires, casi de madrugada.

Poco importan las notas de los comités de Evaluación o que el proyecto sea impecable e innovador, cómodo para los participantes, y amparado, además, por los propios deportistas españoles, presentes y decepcionados en Argentina o simplemente decepcionados los que están compitiendo por todo el mundo y que siguieron desde muy lejos lo que sucedía en Puerto Madero. Madrid fue presa del mundo de intereses y mentiras que es el Comité Olímpico Internacional y la organización de unos Juegos. No supo jugar a un juego al que ya ha perdido en tres ocasiones. Los 40 votos con los que contaban los miembros de la delegación antes de viajar hasta Buenos Aires se quedaron en sólo 26. Exactamente la misma cara se le quedó a Estambul.