Literatura

Nueva York

Tribueñe, la procesión va por fuera

Marchas religiosas, cuadros, imaginería... Los autores de «Por los ojos de Raquel Meller» revisan con su sello la tragedia lorquiana

Tribueñe, la procesión va por fuera
Tribueñe, la procesión va por fueralarazon

Marchas religiosas, cuadros, imaginería... Los autores de «Por los ojos de Raquel Meller» revisan con su sello la tragedia lorquiana

«Trabajamos sin esperar nada, nunca, más acostumbrados a que nos ignoren que a que nos reconozcan». Pese a la aceptación resignada de la realidad de las salas pequeñas en España que implican las palabras de Irina Kouberskaya, lo cierto es que a Tribueñe, el teatro que dirige, poco a poco, le va llegando el reconocimiento. El pequeño espacio del barrio de Ventas empezó hace un par de temporadas a encontrar huecos en la programación de teatros de mayor tamaño. Así, su gran éxito, la pequeña gran joya de la copla, «Por los ojos de Raquel Meller», fue programada en 2013 en el Reina Victoria, y el Español acogió en 2012 su auto sacramental «Donde mira el ruiseñor cuando cruje una rama». Ahora regresan a este mismo escenario –a su sala principal– con «La casa de Bernarda Alba», otro de sus montajes más aplaudidos desde que lo estrenaron en 2011, una versión de la tragedia lorquiana premiada en el certamen riojano de teatro de Garnacha (Mejor Espectáculo, Dirección y Montaje en 2013). «Es una alegría, por nuestros actores y porque el público llegue a nuestros espectáculos», explica Hugo Pérez, codirector de esta propuesta con Kouberskaya. Pérez no tiene pelos en la lengua para denunciar el escaso interés por nuestro patrimonio cultural. No habla sólo de las instituciones o los responsables de programación: «El público es muy cateto en España, le cuesta ir a espectáculos como éste, aunque sean una alegría para ellos cuando lo ven», explica con un discurso tan incorrecto como poco habitual. Y es rotundo: «Los rusos conocen mejor a Lorca y a Cervantes que nosotros. Allí quienes los traducen son poetas. España adolece de un profundo desconocimiento». Irina asiente sobre las amargas palabras de su codirector: «Hugo es drástico, pero tiene derecho porque le duele el olvido». Y asegura que a las puestas en escena de Lorca les pasa lo que a las de Chéjov en Rusia: «Está muy estancado. Necesitamos despertar en nosotros ese ramazalo poético, cierta valentía... Para lograrlo, debes humillarte, llorar las carencias culturales. Ahí puedes descubrir a Lorca, cuando no vas sobrado, sino humilde, intentando entender cómo nace, cómo se produce, en qué crisol se mezclan sus elementos».

Kouberskaya, rusa afincada en España hace dos décadas, conoce bien el latido de la escena a uno y otro lado de Europa. «Ir a los grandes teatros es una costumbre burguesa, pero en París, Londres o Nueva York aman a los pequeños. El mejor teatro que hemos visto fue un Tirso de Molina en San Petersburgo, en una sala pequeña. Nosotros sentimos amor por los creadores incógnitos». Cuando Kouberskaya utiliza el «nosotros» no lo hace en un ejercicio mayestático: se refiere al tándem que forma con Pérez, una unión artística de largo recorrido. «Es un joven muy antiguo y muy vanguardista al mismo tiempo», dice de su amigo.

Orgullosa de España

Cuenta la directora de esta «Casa de Bernarda Alba» que es «lorquiana en la multiple lectura de lo poético, lo simbólico y lo ritual que tiene su poesía». Y explica: «En este montaje queremos vibrar con la herencia de España, con sus matices culturales». Impelida por un impulso patriótico que nace del amor a la cultura y el folclore españoles, al hecho de pertenecer a la patria de Bergamín, Salinas o Aleixandre, Kouberskaya asegura sobre la obra: «Hemos cumplido con el deseo de Federico de que sea como un documental fotográfico. Hay muchísima plástica, pero bañada en alta poesía. Aunque ves una obra con un argumento terrorífico, sales diciendo: ''Qué grande es España'' y sintiéndote orgulloso de ser español».

Por eso, huyen de la casa de gruesas paredes, tan habitual en otras producciones. «Vamos ahí donde todo el mundo evita ir, a la letra de la obra». Y, recuerda, el texto menciona al comienzo que en la casa de Bernarda y sus hijas hay «cuadros de ninfas y de reyes inverosímiles». En esa idea han apoyado su escenografía. «En escena hay grandes cuadros con arquetipos de los hombres de todas las épocas, desde Pepe el Romano, a Jesucristo, Adán y el Arcangel San Miguel», explica Pérez. «La sensualidad en Andalucía está a la orden del día, en la exaltacion del Cristo desnudo y en toda la gente de las calles apretadas en Semana Santa». Las habitantes de la casa, tan a menudo convertidas en oscuras sombras de andalucismo atávico, son aquí «mujeres bastante barrocas, dentro de lo victoriano, con moño tradicional, menos Sabela, la más moderna», prosigue Pérez, que vuelve a firmar los figurines y, como ya hizo en «Por los ojos de Raquel Meller», tira de su colección particular con vestidos de época que presta a esta producción. «Me los van destrozando y yo voy lllorando detrás». El otro elemento con el sello de la concepción del teatro de Hugo Pérez es la música. Aquí será de banda, un género «tan abandonado; es lo que nos distingue a este país, ya sea los pasacalles de Valencia o los pasos de Andalucía», cuenta el director. En la obra suenan una nana andaluza, la «Marcha de la Virgen del Valle» y la «Danza amorosa» de Guridi. «La música recoge la imaginería andaluza, el martirio de Cristo, reflejado en la obra y repartido entre todos los personajes».

Carmen de la Pica da vida a Bernarda Alba, acompañada por Chelo Vivares como Poncia. Sus hijas son Natalia de Azcárate y Badia Albayati (ambas se turnan como Adela), Alejandra Navarro (Angustias), Matilde Juárez (Martirio), Rocío Osuna (Magdalena) e Irene Polo (Amelia). María Luisa García Budí y Enriqueta Sancho completan el reparto junto a la propia Kouberskaya, que da vida a María Josefa. Y dice la actriz y directora que no cambiaría el personaje por el de Bernarda o el de Poncia. «La originalidad de nuestro teatro está en elevar todos los papeles. En nuestras obras no hay secundarios: cada uno adquiere un rango de protagonismo en algún momento». Eso cuadra con el concepto de compañía estable que han afianzado en Tribueñe. «Tenemos un elenco muy grande de actores preparados. Nuestra Bernarda, Carmen de la Pica, es sorprendente, pero hay diez maravillosas actrices en el escenario. No hay estrellas, cada una de ellas lo es».