Sectores

Invertir en vino, un placer rentable

La rentabilidad anual se mantiene en una media comprendida entre el 8% y el 15% desde 2005. Las referencias más apreciadas han llegado a revalorizarse un 200% en el último lustro

¿Cuál es la función del hueco en la base de las botellas de vino?
¿Cuál es la función del hueco en la base de las botellas de vino?Pexels

«El vino es una prueba constante de que Dios nos ama y le gusta hacernos felices». Esta cita que atribuye Benjamin Franklin muestra la devoción que uno de de los padres fundadores de Estados Unidos sentía por la bebida proveniente de la fermentación de la uva, y que tan presente ha estado a lo largo de la historia de la Humanidad. Y es que las primera evidencias sobre la existencia del vino datan del año 6.000 a.C. Por tanto, siempre ha desempeñado un papel significativo en diversas culturas y civilizaciones, demostrando una increíble capacidad de resiliencia a lo largo de los siglos.

Pero el vino, aparte de su carácter social, cultural y gastronómico, también puede ser sinónimo de inversión y, por ende, de dinero, convirtiéndose de esta manera en un verdadero placer rentable. En momentos como los actuales, de alta inflación y elevada volatilidad, se puede considerar como un valor refugio. Eso sí, los expertos coinciden en que se trata de una inversión que se debe considerar siempre a largo plazo, ya que ya que los vinos de calidad aumentan su valor con el tiempo.

La inversión en vino presenta distintas variantes, desde la compra de botellas físicas hasta entrar en la industria vitivinícola, como, por ejemplo, a través de las adquisiciones de bodegas o empresas vinculadas al sector, algo que se puede hacer también a través de los distintos vehículos, como son los fondos de inversión.

Mónica Muñoz, presidenta de «Mercados del Vino y la Distribución», distingue, precisamente, entre estos dos tipos de alternativas para sacar partido al dinero a través de esta mercado. «Se puede invertir directamente en botellas, con la compra de referencias icónicas, algo que se equipararía incluso con el mercado del arte y del coleccionismo. Pero también en los últimos años estamos asistiendo en España a otra modalidad de inversión que, si bien no era tradicional, se está imponiendo, ya que los fondos de inversión están cada vez más interesados en adquirir bodegas, dado el gran potencial de crecimiento de este mercado en nuestro país, y dada la buena rentabilidad que ofrece a sus partícipes», explica.

En el caso de la inversión directa en botellas, los retornos medios anuales se encuentran en una horquilla comprendida entre el 8% y el 15%, algo que se produce de manera sostenida desde 2005, tal y como asegura Ibai Sicilia, jefe del mercado español de Oeno, una sociedad de inversión especializada en vinos y en whisky. Sin embargo, el rendimiento puede ser muy superior cuando se habla de botellas poco comunes. Por ejemplo, los vinos de Domaine de la Romanée-Conti, la bodega más prestigiosa del mundo y también la más cara, han experimentado un crecimiento de entre el 150% y el 200% en un periodo de cinco años.

Actualmente, Oeno maneja 100 millones de dólares de 5.000 clientes, la mayoría extranjeros, 400 de los cuales son españoles o procedentes de distintos países de Latinoamérica. «La inversión en vino es ideal para un inversor que busca diversificar su cartera. Se trata de un activo refugio, como puede ser el arte, y que, además, al tratarse de un producto perecedero, está exento de impuestos en países como el Reino Unido, una de las naciones que más tradición tiene en este tipo de negocios», expone Sicilia.

Además, añade el experto, se trata de un mercado muy seguro y transparente, ya que el precio del vino es absolutamente público. De hecho, cuenta incluso con mercados organizados donde se pueden comprar y vender estos apreciados caldos, como el London International Vintners Exchange (Liv-ex), una plataforma electrónica líder para el comercio de «fine wine» (vinos finos), aquellos que se consideran los «tops» mundiales. Fundada en 1999, Liv-ex tiene su sede en Londres y se ha convertido en un mercado global donde los comerciantes de vinos, distribuidores, minoristas y productores pueden comprar y vender sus exclusivísimas botellas.

De esta forma, se puede negociar tanto futuros de vino como botellas físicas. Esta modalidad tiene como ventaja una elevada liquidez entre compradores y vendedores, al mismo tiempo que facilita una valoración real de los mismos, proporcionando precios actualizados en tiempo real para una amplia variedad de vinos finos.

Asimismo, como todo mercado organizado, está sujeto a una supervisión y a una regulación, lo que garantiza un entorno de intercambio transparente y justo. Adicionalmente, publica informes y análisis del mercado de vinos finos, lo que ofrece a los usuarios información valiosa sobre tendencias y condiciones del mercado. Liv-ex también colabora con instalaciones de almacenamiento de vinos seguras para garantizar que las botellas se mantengan en condiciones óptimas, y facilita subastas y ofertas privadas, lo que permite a los comerciantes y coleccionistas acceder a una amplia variedad de caldos.

Y es que, pese a la gran cantidad de variedades y bodegas que existen (se estima que el mercado mundial del vino mueve anualmente cerca de medio billón de dólares), lo cierto es que esta producción que se puede considerar «superpremium» es bastante restringida, ya que aproximadamente solo el 0,1% de la producción entra dentro de este segmento.

Los más apreciados

Así, en el Liv-ex cotizan los vinos más apreciados del mundo. Los índices se calculan utilizando el precio medio Liv-ex, el punto medio entre la oferta más alta y la oferta más baja entre el mayor grupo de comerciantes de vino del mundo. Luego, un comité de valoración verifica cada precio para garantizar que el número sea sólido después de tener en cuenta todos los datos a su disposición, incluidos los precios de lista de los comerciantes y los precios de las transacciones. Los vinos incluidos en este selectivo se retiran cuando alcanzan el cuarto de siglo de antigüedad.

La plataforma publica cada dos años una clasificación fundamentada en el precio de los principales vinos del mercado. En la última lista, el número de vinos incluidos ascendió a 296, siendo Francia el dominador absoluto en el «fine wine». Por ejemplo, en el índice Liv-ex Fine Wine 100, que incluye el centenar de caldos más exclusivos, existe un abrumador dominio de los vinos galos, especialmente de los Burdeos. De hecho, solo diez de los 50 vinos más caros no proceden de Francia y solo uno no francés entra en el «top 10», el cabernet Sauvignon de Screaming Eagle, de California.

El vino más caro de este índice es el Romanée-Conti Grand Cru, con un precio medio de 274.000 euros por caja de 12 unidades. Le sigue, con un valor de 77.000 euros, La Tâche Grand Cru, de la misma bodega, ubicada en la región de Borgoña. El dominio es conocido por su cuidada y reducidísima producción, ya que para producir una sola botella precisa de los productos de tres vides. Verdaderas joyas para los amantes del vino. Completa el podio de los caldos más caros en la clasificación de Liv-ex, Richebourg Grand Cru, de 60.000.

Así, del total de vinos clasificados, 195 provenían de Francia, con 87 burdeos y 67 borgoñas; 65 de Italia, con 38 de Toscana y 25 de Piamonte y 11 de Estados Unidos, todos de California.

Asimismo, en la última clasificación entraron cinco caldos argentinos y un suizo, el Pinot Noir de Gantenbein.

Muchas de estas botellas han aumentado considerablemente su cotización en un periodo corto de tiempo, muy por encima de otras inversiones. En términos históricos, los vinos de Borgoña, según el índice Burgundy 150 (uno de los subíndices del Liv-ex), han aumentado un promedio del 651% en euros desde 2004 y la champaña en un 483%, según el índice Champagne 50, mientras que el mercado bursátil lo hizo en un 412%, según el Morgan Stanley Capital International (MSCI). No obstante, este año se han producido caídas en algunos subíndices, como el mismo Burgundy 150, que descendió casi un 16% en relación a 2022. Probablemente, la subida de los tipos de interés, unida a unas últimas cosechas que no han sido del todo buenas, han tenido su efecto sobre los precios. Con todo ello, entre 2000 y 2023, el Liv-ex general se ha revalorizado un 39%.

Democratización

La inversión en vino, tradicionalmente, ha estado vinculada a perfiles de alto poder adquisitivo. No obstante, a día de hoy, se ha democratizado, pudiendo cualquier persona acometerla. De hecho, Oeno confecciona carteras desde 5.000 euros, trabajando siempre con botellas con una trazabilidad certificada, ya que poseen un almacén fiscal que garantiza unas condiciones óptimas para su conservación. Sus clientes no son solo particulares, sino que también tienen mucha demanda por parte del sector Horeca, ya que los grandes restaurantes demandan, muy a menudo, estas botellas que dotan de gran prestigio a sus bodegas.

No obstante, como cualquier otra inversión en vino, requiere de unos conocimientos previos. Así, los expertos recomiendan entender el mercado, lo que incluye las regiones vitivinícolas, las variedades de uva y las cosechas destacadas, así como las tendencias del mercado. Al igual que con cualquier inversión, la diversificación es clave. Lo de «no poner todos los huevos en la misma cesta» también es extensible a este mercado, por lo que lo recomendable es invertir en diferentes regiones, productores y años de cosecha.

Investigar a los productores de vino antes de realizar una inversión. La reputación del productor puede afectar significativamente el valor de una botella.

También el vino conlleva riesgos asociados, ya que su valor puede verse afectado por factores como las condiciones climáticas, la oferta y la demanda, y las tendencias del mercado. Además, hay que tener en cuenta que se trata de un activo poco líquido, y no es fácil convertirlo en dinero de forma inmediata.

Por todo ello, una opción interesante puede ser invertir en vino a través de distintos vehículos de inversión. En este sentido, se puede participar en diferentes activos vitivinícolas sin necesidad de comprar botellas físicas o adquirir directamente una bodega. Así, existen fondos de inversión especializados, que pueden incluir inversiones en viñedos, bodegas y productos relacionados con el vino.

Algunos fondos se centran en el sector de la agricultura o alimentos y bebidas pueden incluir inversiones en empresas relacionadas con la producción de vino. Estos vehículos a menudo tienen carteras diversificadas que incluyen acciones de empresas en diversas etapas de la cadena de suministro del vino.

Otros, como los que invierten en bienes raíces, se centran en propiedades vitivinícolas o bodegas, poniendo su foco en activos inmobiliarios específicos del sector.

Por su parte, los fondos de mercancías («commodities») suelen rastrear el rendimiento de los precios de los productos básicos, lo que incluye también el vino.

En este sentido, Mónica Muñoz distingue dos modelos industriales que, pese a ser diferentes en su planteamiento, son igualmente rentables. Por un lado, existe un negocio cuya rentabilidad se fundamenta en el volumen (vender muchas botellas con poco margen en cada una) y, por otro, está el de la bodega «boutique» , que se centra en una producción pequeña, pero de gran calidad. «Poniendo un símil del retail, cada uno decide si opta por un modelo de Zara o de Louis Vuitton», señala Muñoz.

Pero no todo es el dinero. En ocasiones, con la posesión de una bodega no solo se busca rentabilidad, sino también estatus. «Hay que tener en cuenta que el mundo del vino tiene un alto componente emocional. Muchos propietarios de bodegas pierden incluso dinero, pero las mantienen gracias al dinero procedente de otros negocios».

Nuevas tendencias

El sector ha cambiado mucho en la última década. Si bien hace unos años los caldos de categoría de inversión estaban copados por las tradicionales marcas francesas e italianas, a día de hoy, se están uniendo otras referencias, conocidas como «Vinos del Nuevo Mundo», que se están haciendo un hueco entre las firmas más prestigiosos del planeta y que están despertando un gran interés entre los aficionados y profesionales por su alta calidad.

Así, se están uniendo a las grandes clasificaciones, como puede ser la del Liv-ex, referencias de varias regiones que, poco a poco, van ganando un prestigio y que, a día de hoy, ya se puede comparar con las mejores marcas del Viejo Continente.

De esta manera, cada vez es más frecuente encontrar caldos argentinos, chilenos, australianos, estadounidenses y también chinos. Es el caso del Silver Heights, el vino de la galardonada enóloga Emma Gao, que se cultiva en un árido rincón de la región de Ningxia, y que se ha llegado a bautizar como la nueva Burdeos. Y es que el gigante asiático no solo ha descubierto los placeres de beber buen vino, sino también la rentabilidad de producirlo.

De esta manera, China se ha convertido actualmente en el mayor productor de vino del mundo, aventajando en número de viñedos a la mismísima Francia. Toda una nueva gama de caldos que, sin duda, contribuyen a diversificar las distintas carteras de inversión.

También hay que tener en cuenta cómo el cambio climático está afectando a las producciones y al mercado. Sus efectos, más que constatables, están provocando un desplazamiento de las zonas de cultivo. Las heladas en invierno y los incendios en verano en las regiones del sur hacen que las producciones de ciertas variedades, como Pinot Noir, se estén desplazando cada vez más hacia el norte, lo que está favoreciendo que emerjan nuevas áreas vitivinícolas. Así, por ejemplo, se están produciendo champagnes de una excelente calidad en zonas que no tienen tradición en este tipo de apreciados espumosos, como puede ser el Reino Unido. Un fenómeno que también se está produciendo en Estados Unidos, donde los cultivos de vides de Napa Valley se están moviendo también hacia el norte, hacia Oregón.

Nuevas tendencias que los inversores deben tener en cuenta a la hora de analizar el mercado. A ellas también se unen otras, como es la producción sostenible. Y es que cada vez hay una mayor demanda de vinos respetuosos con el medioambiente. Los productores son conscientes de esta realidad y emplean cada vez técnicas más naturales, unas buenas prácticas que también hacen aumentar la valoración del vino en los distintos mercados.

Además, las nuevas tecnologías están suponiendo toda una revolución en el sector. Así, por ejemplo, las plataformas de comercio electrónico están favoreciendo el acceso de una mayor variedad de marcas.

También la tecnología blockchain contribuye a garantizar la certificación del mismo y a garantizar que sus condiciones y conservación han sido óptimas, lo que dota de transparencia y seguridad al mercado.

Así, tal y como decía Benjamin Flanklin, el «vino nos hace felices», un placer que también puede ser muy rentable.