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La privatización de TAP Portugal
Si pasara a formar parte de IAG el grupo lideraría el negocio aeronáutico comercial en la mayoría de las rutas trasatlánticas
Una sucesión de escándalos económicos ha situado al gobierno portugués de Antonio Costa en la necesidad de privatizar la compañía aérea nacional TAP. Aunque Costa declaró hace no demasiado tiempo que “TAP ha creado las condiciones para que Iberia entre en su privatización”, lo cierto es que ese mensaje del primer ministro luso parecía más destinado a encarecer la puja que un interés real del gobierno vecino por entregarle TAP a IAG. “De Espanha nem bom vento nem bom casamento”, dice el viejo proverbio que citan en Lisboa como si fuera parte de la Biblia. Por eso no quieren la Alta Velocidad con Madrid ni demasiadas relaciones, no vaya a ser que los portugueses se acostumbren y prefieran una alianza ibérica antes que el sempiterno aislamiento. Costa ha matizado ahora su entusiasmo pro-Iberia, intentado una aproximación a Air France y Lufhansa. La realidad es que si TAP pasara a formar parte de IAG con British, Iberia, Vueling y Air Europa, el grupo que preside Luis Gallego sería el más importante del mundo. Los ingleses por Norteamérica, los españoles por la América hispana y los portugueses por Brasil. Si a eso se suma el potencial que va a suponer Air Europa para conectar con Asia, en la nueva configuración que pretende darle a la compañía de Hidalgo el grupo hispano-británico, el resultado sería que IAG pasaría a liderar el negocio aeronáutico comercial en la mayoría de las rutas trasatlánticas. Difícil será porque el histórico recelo de Portugal a España puede orientar la venta hacia Alemania o Francia, aunque otros como Ryanair no pierden de vista a la aerolínea lusa.
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