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Sin tregua con la inflación
Los ciudadanos sólo pueden constatar que el coste de la cesta de la compra sigue siendo un despropósito
Cuando el Índice de Precios al Consumo (IPC) comenzó su carrera alcista, voces tan autorizadas como la de Luis de Guindos y la vicepresidenta Calviño, coincidieron en decir que se trataba de una tendencia coyuntural. Ahora, De Guindos ve que el fenómeno inflacionista puede perdurar más de lo estimado, pero Calviño intenta trasladarnos la idea de que ya se nota el impacto de la reducción del IVA en determinados alimentos, por lo que la inflación empieza a estar bajo control. La dura realidad es que sigue desbocada, con subidas por encima de los dos dígitos en más de una decena de productos de primera necesidad, siendo la «subyacente» la más alta desde 1986. Por mucho que desde el punto de vista electoral pueda interesar trasladar la idea de que somos el país de Europa que mejor lo está haciendo frente al alza de los precios, a la hora de la verdad los ciudadanos sólo pueden constatar que la cesta de la compra sigue siendo un despropósito, sin visos de que pueda mejorar. Aunque es cierto que el diésel no se ha disparado tras las últimas medidas contra el petróleo ruso, advierten los especialistas que es casi imposible que los carburantes se mantengan estables. Si sube el combustible va a subir casi todo otra vez de nuevo, pues el coste del transporte repercute de manera directa en el precio final de los alimentos.
Nada se dice, por lo demás, de la sangría que está provocando tarifa no regulada del gas en millones de españoles vinculados al mercado libre, que pagan facturas 900 euros, cuando el pasado año eran de 200.
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