Televisión

Así se pervierte un hombre bueno

Nació como ficción subsidiaria de «Breaking Bad» y hoy es, quizás, la mejor serie en marcha. Su cuarta temporada llega mañana a Movistar+

El actor Bob Odenkirk interpreta a Saul Goodman en «Better Call Saul»
El actor Bob Odenkirk interpreta a Saul Goodman en «Better Call Saul»larazon

nando salvà -

abrá quien diga que es imposible que «Better Call Saul» llegue jamás a estar a la misma altura que la serie de la que surgió, y ese es un argumento válido considerando que «Breaking Bad» quizá sea la mejor serie de la historia de la televisión. Pero ya va siendo hora de reconocer que el «spin off», cuya cuarta temporada llega mañana a Movistar, está alcanzando niveles de calidad parejos a los de su fuente de inspiración y en algunos aspectos incluso superiores.

Creada a modo de precuela de una ficción cuyos personajes se dedicaban a hacer cosas terribles, «Better Call Saul» sirve para explicar qué los llevó a hacerlas. Dicho de otro modo: si «Breaking Bad» nos generaba un deseo irreprimible de saber qué pasaría después, su sucesora juega a otra cosa: ya sabemos lo que sucederá después; la cuestión es cómo lo hará. Quizá por eso es una serie muy distinta, más reposada. Y buena parte de su inmenso atractivo radica en cómo convierte la lenta observación de detalles cotidianos en fuente inagotable de tensión y sustancia emocional.

Entre ambos títulos, eso sí, hay una similitud obvia: si «Breaking Bad» observaba cómo un profesor de química llamado Walter White se convertía en un implacable narco, «Better Call Saul» relata el mismo tipo de transformación: la de Jimmy McGill, un abogado dotado de un gran corazón e intenciones mayormente buenas pero proclive a adaptar la ley en beneficio propio al que las circunstancias empujarán a asumir la identidad del corrupto letrado Saul Goodman. Y mientras nos mostraba cómo la respetabilidad de su protagonista se va diluyendo gradualmente, la serie ha venido trazando también un retrato del submundo criminal en el que llegado el momento se sumergirá. El genio de sus creadores, Vince Gilligan y Peter Gould, es que no han dejado que esa segunda línea narrativa se impusiera sobre la primera. De hecho, son las disputas de Jimmy con su hermano Chuck (Michael McKean) y su relación con su compañera abogada Kim Wexler (Rhea Seehorn) las que han mostrado más pegada dramática sin necesidad de recurrir a las pistolas.

Abrazar el lado oscuro

Eso significa que si por un lado la transformación de Jimmy no es tan electrizante como lo fue la de Walter, por otro es aún más devastadora. Porque «Breaking Bad» hablaba de alguien que decide abrazar el lado oscuro, y «Better Call Saul» en cambio lo hace de un hombre que intenta hacer lo correcto y fracasa. Es un hombre que siempre ha estado a unos pasos de la redención y rodeado de razones para abandonarse a sus peores impulsos, pero al final de la tercera temporada quedó claro que esos impulsos van a ser demasiado intensos. Sea como sea, saber que si un par de cosas le hubieran sucedido de forma distinta Jimmy no se habría visto empujado a convertirse en Saul es lo que hace que su historia resulte tan trágica.

En todo caso, es inútil lamentarse por lo que podría haber pasado y no pasó, porque las líneas temporales están a punto de chocar. El morro de «Better Call Saul» chocará con la parte trasera de «Breaking Bad» como un conductor distraído que golpea a otro coche en un cruce. Y ahí estaremos nosotros, contemplándolo cariacontecidos, y notando cómo el último destello de luz en el alma de Jimmy se extingue. Y entonces será un criminal, uno que se dedica a blanquear dinero procedente de la metanfetamina y luego huye, y se deja crecer el bigote, para evitar ir a la cárcel. Seguir viendo «Better Call Saul», en otras palabras, será terrible a pesar de que su calidad artística continúe tan excelsa como siempre. Por eso, ahora ya no se trata de saber cuándo se convertirá Jimmy en Saul; ahora la pregunta es si estamos realmente preparados para ello.