Series
2017 en diez series
Repasamos lo más destacado entre las ficciones televisivas estrenadas en nuestro país a lo largo de los últimos doce meses.
Quién es el idiota que ha hecho esta lista? ¿Por qué no están en ella ni «El cuento de la criada», ni «Freud», ni «Big Little Lies»? Antes de juzgarnos, tenga usted en cuenta lo que suele decirse de las opiniones. Y, sobre todo, deténgase a pensar en los diez títulos que sí hemos incluido, y en lo bien que lo hemos pasado frente a la tele gracias a ellos.
«BETTER THINGS» (T2)
Pamela Adlon medita sobre el sexismo y la edad con un humor tan crudo y suculento como un buen «steak tartare». Dirigió ella misma todos los episodios y los escribió casi todos a medias con Louis C.K., cuya presencia creativa añade resonancia a la demoledora mirada que la serie ofrece al cabestrismo masculino.
«BOJACK HORSEMAN» (T4)
¿Una serie sobre un caballo alcohólico, drogadicto, egocéntrico, deprimido y sin amigos que apenas es capaz de mirar a su propia madre? Cierto que su premisa es algo bizarra, pero el caso es que «BoJack Horseman» ha vuelto a estrenar una excelente temporada en la que, mientras medita lo que nos hace humanos –en serio--, ofrece buena parte de la sátira más incisiva de la televisión.
«HALT AND CATCH FIRE» (T4)
Mientras retrataba el nacimiento de la industria informática moderna, desde los albores de la era de los ordenadores personales hasta la popularización de internet, esta ficción injustamente ninguneada ha hablado de éxitos repentinos y fracasos sonados, de matrimonios, infidelidades y divorcios, de decepción y depresión y en general de casi todo. Y con la energía que ha exhibido al hacerlo se podría alimentar de por vida los servidores de Google.
«LEGION» (T1)
Una ficción de superhéroes como como nunca antes se han visto en televisión, en la que de forma no lineal se han abordado temas como la salud mental, la vulnerabilidad, el fracaso, la lealtad, el abuso de sustancias y la derrota, y en el proceso se han llevado a cabo piruetas metatextuales más propias del videoarte que de un remedo del típico cine palomitero.
«LINE OF DUTY» (T4)
Figura en esta lista por varios motivos: sus enrevesadas tramas, su facilidad para arrojarnos a la cara repentinos cambios argumentales y muertes de personajes esenciales, su consiguiente capacidad para mantenernos con las uñas clavadas en los reposabrazos del sillón durante la totalidad de cada episodio. Y, cómo no, esas asfixiantes escenas de interrogatorios.
«MINDHUNTER» (T1)
Centrada en un momento crucial en la investigación criminal en América, en el que el FBI empezó a usar la exploración de la mente de psicópatas para evitar que nuevos crímenes se cometieran, ha logrado ser inagotablemente tensa e intensa sin apenas mostrar sangre o violencia. Habrá segunda temporada, y es lógico: mataríamos por más.
«REVIEW» (T3)
Cierto que no es la primera ficción que intenta provocar la risa del espectador y al mismo tiempo hacerlo sentir increíblemente incómodo, pero es tal su eficacia haciéndolo que hay que verla para creérsela. Quizá por eso ha acabado pasando sin pena ni gloria: el bajón que ha demostrado ser capaz de provocar al espectador quizá haya impedido al público apreciar todos los momentos genuinamente hilarantes que contiene.
«THE DEUCE» (t1)
David Simon y George Pelecanos han trazado un viaje tan detallado a través del ascenso de la industria del porn en Nueva York, un retrato tan vívido de las trabajadoras del sexo y de los hombres que las manipulan, que ver esta primera temporada fue como pasear por Times Square a principis de los 70, aunque sin jugarse el físico.
«THE LEFTOVERS» (T3)
Pocas ficciones se han atrevido a hacer las grandes preguntas con la intrepidez que esta serie ha derrochado. A la vez un apasionado canto a la fe, un ensayo sobre el existencialismo y una fantasía (o no) sobre el apocalipsis inminente, su tercera temporada resumió de forma precisa todos los temas que le corrían por las venas a lo largo de ocho episodios a los que no les sobró ni una escena, ni un plano, ni una sola frase de diálogo.
«TWIN PEAKS: EL REGRESO»
Antes de que viera la luz nos preguntábamos: ¿cómo podría David Lynch volver a provocar en 2017 el tipo de impacto que causó hace 25 años? Ahora, claro, la pregunta es otra: ¿Cómo pudimos dudar de él? De nuevo explorando pasajes retorcidos de la psique humana, el maestro ha vuelto a redefinir lo que debería ser la buena televisión, nos ha recordado de nuevo que las reglas están para romperse y, en el proceso, nos ha hecho aullar de placer.
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