Estreno

«Altered Carbon»: El duro precio de ser inmortal

Netflix estrena está serie de ciencia ficción protagonizada por Joel Kinneman («House of Cards») y James Purefoy («Roma»).

El actor Joel Kinneman en la escena en la que su personaje, Kovacs, vuelve a la vida
El actor Joel Kinneman en la escena en la que su personaje, Kovacs, vuelve a la vidalarazon

Netflix estrena está serie de ciencia ficción protagonizada por Joel Kinneman («House of Cards») y James Purefoy («Roma»).

Una bolsa de plasma como si fuese un útero materno del que sale, no un bebé, sino un hombre con un líquido pegajoso parecido a la placenta. Ésa es una de las imágenes –aunque no la única, porque el festival visual es de altura– más impactantes de «Altered Carbon», la nueva producción de Netflix que estrena mañana. Es el detonante de esta serie de ciencia ficción, basada en el libro homónimo de Richard K. Morgan, que parte de una premisa que provocará más de una cuita existencial: en el año 2.384 las personas tienen prácticamente ganada la inmortalidad (si se la pueden pagar) porque almacenan su conciencia en un pequeño disco insertado en la nuca. Éste puede pasar a otros cuerpos tras morir físicamente. Así, como dice uno de los protagonistas, Joel Kinnaman («House of Cards»), –que interpreta a Takeshi Kovacs, que despierta 250 años después de fallecer–, «puede ser una cosa muy extraña e inquietante. Por ejemplo, me imagino conocer a mi padre en el cuerpo de una niña de seis años y... No sé de qué manera puedo definir ese sentimiento».

Perder la humanidad

El actor se remueve en su silla y se mesa la barba al pensar en uno de los grandes dilemas que plantea «Altered Carbon»: la posibilidad de permanecer en el tiempo sin preocuparse por el paso de los años En principio le parece una idea atractiva, pero después recula con una reflexión que plantea la serie y que lanza al espectactador con la misma virulencia con la que se tira una piedra a la cabeza: «Es una posibilidad que, a priori, es emocionante, pero creo que una de la tesis de la serie es la que va en la dirección correcta: ‘‘Si perdemos la mortalidad, perdemos la humanidad’’. Creo que la belleza de la vida, y por eso mismo la valoramos, es que sabemos que terminará. Si vives para siempre, lo que antes te emocionaba, te empieza a aburrir», comenta.

Este poso existencialista no se traduce en una serie con una trama densa, ya que hay acción dentro de un argumento deudor del «cyberpunk», un subgénero de la ciencia ficción que pone el acento en la alta tecnología y la informática. Sin embargo, James Purefoy, que encarna al millonario Laurens Bancroft, niega que sea una distopía, «más bien es una utopía», afirma. «Altered Carbon» también tiene el aroma del «thriller» y del cine negro. Hay un villano, Bancroft y un antihéroe, Kovacks, un oficial de policía que debe averiguar si cuando Bancroft estaba en otro cuerpo se suicidó o fue asesinado. Es la espita para las trepidantes secuencias de acción que, en ocasiones, pueden ser muy crudas. Curándose en salud, Purefoy, al que se le ha podido ver en el «remake» de la serie «Raíces», advierte que la violencia que está presente en la serie es una de las consecuencias más perversas de «alargar la vida indefinidamente, ya que es una forma de corromperse», explica, y añade que «los actos violentos han sido parte de las obras dramáticas desde que estas existen».

En dicho sentido, para Kinnaman las escenas de acción han sido las más exigentes para él. «Fue un gran desafío porque no quería que las hiciesen especialistas. Así, empecé a entrenarme meses antes de empezar el rodaje cuatro o cinco horas diarias en las que hice gimnasia, trabajé con pesas, aprendí artes marciales y empecé a observar a los felinos: suelen ser tranquilos pero siempre están preparados para atacar», explica.

Exquisita factura visual

Desde el minuto uno se comprueba que Netflix ha hecho una inversión multimillonaria. «Altered Carbon» entra por los ojos. Su factura visual es exquisita al crear un futuro en el que las luces de neón no deslumbran lo suficiente para que no se vea también la podredumbre de las calles. Para ello se crearon enormes sets, con la intención de utilizar lo menos posible los efectos digitales, y cientos de extras. Kinneman era consciente de que Netflix confía en que la serie será uno de sus contenidos franquicias. Sin embargo, no se sintió presionado, aunque sí cargó con una dosis extra de responsabilidad ante la envergadura del proyecto. «Siempre busco proyectos que me inspiren porque me hacen trabajar más duro. Este era uno de ellos. Por supuesto que hay cosas que me asustan al principio, como saber que va a ser una gran serie y que mucha gente la va a ver, pero hay que hacer un ejercicio mental y abstraerse. La sensación que tuve durante el rodaje es que estaba en un tren que iba a toda velocidad y que no tenía paradas», subraya entre risas.