Series

Deshumanización de alto standing

Parcialmente dirigida por Danny Boyle «Trust» es una nueva recreación del secuestro de John Paul Getty III, la serie de FX que ha estrenado HBO España el pasado 26 de marzo.

Donald Sutherland, que encarna a John Paul Getty, junto a Harris Dickinson en la piel de su nieto
Donald Sutherland, que encarna a John Paul Getty, junto a Harris Dickinson en la piel de su nietolarazon

Parcialmente dirigida por Danny Boyle «Trust» es una nueva recreación del secuestro de John Paul Getty III, la serie de FX que ha estrenado HBO España el pasado 26 de marzo.

Toda familia disfuncional lo es a su manera, pero pocas lo son de una forma tan vistosa como los Getty; y eso sin duda, justifica la obsesión que la cultura pop parece haber desarrollado por el capítulo más oscuro de su historia. Solo unas semanas después de que llegara a los cines «Todo el dinero del mundo», que recreaba el infame secuestro de John Paul Getty III y la calamitosa negociación que el magnate del petróleo J. Paul Getty mantuvo con los captores –y que usted quizá recuerde como la película de la que Kevin Spacey fue borrado por sus escándalos de abuso sexual–, ahora es la televisión la que rememora el suceso con el fin de recordarnos que, sorpresa, el dinero deshumaniza a la gente.

¿Secuestro real o ficticio?

«Trust», que HBO España empezó a emitir el pasado lunes, nos sumerge desde sus primeros compases en los excesos y las miserias de la célebre prole, retratándola como una plutocracia en miniatura marcada por la crueldad, la soberbia, la indolencia y la idiotez. Para ello nos traslada a julio de 1973, a la mansión inglesa del hombre más rico del mundo, a quien encarna Donald Sutherland. Nos lo muestra exasperado por la ausencia de un potencial heredero de su imperio entre su mediocre descendencia, al menos hasta que su nieto pródigo aparece de repente y muestra más interés en el negocio que ninguno de los otros adultos del clan.

Por un momento la sucesión parece asegurada de nuevo, pero el muchacho no tarda en ser delatado como lo que realmente es –un bala perdida– y expulsado a patadas. Poco después salta la noticia de su desaparición en Roma, y el viejo manda a su jefe de seguridad, James Fletcher Chace –Brendan Fraser, magnífico– para que investigue si el secuestro es real o un montaje.

Los tres primeros episodios de «Trust» han sido dirigidos por Danny Boyle, que a lo largo de su carrera, en películas como «Trainspotting» o «Slumdog Millionaire», se ha confirmado como uno de los cineastas actuales más proclives a la fanfarria visual; solo él es capaz de convertir la historia de un hombre que pasa cinco días con el brazo atrapado en una roca en 127 horas, un espectáculo de luz y sonido.

Cada una de esas tres primeras horas de metraje –la temporada consta de diez– se centra en un personaje distinto. La primera pone el foco en el tiránico patriarca, aunque también somos testigos de cómo sus hijos y las mujeres que componen su harén compiten y conspiran para ganarse su favor. Chace pasa al frente durante la segunda hora para seguir el rastro de la víctima en Roma; esta última protagoniza el tercer episodio, que aclara el qué, el cuándo, el dónde, el porqué y el cómo de su desaparición. Cada hora, asimismo, tiene su propio método narrativo: la de Getty es un solemne drama familiar con tintes góticos, la de Chace una pesquisa detectivesca y la del secuestrado es un estudio de personaje tiznado de fatalismo.

El lado bueno de ese eclecticismo es que el espectador se sentará frente a cada nuevo episodio sin saber qué esperar de él; el malo es que la línea argumental central queda algo difuminada. En cualquier caso, la tendencia a divagar enriquece nuestra comprensión de los personajes –el primer episodio, por ejemplo, nos detalla la febril vida sexual del magnate y los métodos que usaba para ser capaz de practicarla–, y podría acabar siendo la gran baza de la serie si futuros episodios se centran menos en el secuestro per se y más en, por ejemplo, el peso insoportable que ciertos apellidos pueden llegar a tener.

De momento, sin embargo, no queda claro lo que «Trust» trata de decirnos sobre ese u otros asuntos, aparte de lo más obvio: que sus personajes son gente horrible y que el dinero, o la promesa de heredarlo, los ha hecho así. Boyle, eso sí, nos evita la monotonía echando mano de pantallas partidas, diálogos floridos, «greatest hits» en la banda sonora y extravagantes adornos narrativos como inyecciones en el pene, mascotas felinas, sombreros de vaquero, bigotes hechos de grumos de leche y hasta personajes que rompen la cuarta pared; y en el proceso combina la sátira y el absurdo con erupciones repentinas de violencia.

Retrato cruel y difamatorio

La familia Getty ha amenazado con tomar acciones legales contra «Trust» por lo que considera «un retrato cruel y difamatorio». Entre las teorías que airea la serie, seguramente hay dos que les han molestado especialmente: la primera es que, al menos hasta que se le fue de las manos, el secuestro fue orquestado por el propio cautivo; la segunda es que la culpa de todo, en última instancia, la tuvo la patológica racanería del patriarca. Este último, en todo caso, parece un hecho probado. Durante meses Getty se negó a dar un centavo a los captores, que inicialmente exigían 17 millones de dólares, y solo accedió a pagar 3,4 millones cuando a su nieto le cortaron una oreja. El viejo, eso sí, solo pagó unos 2 millones –la cantidad máxima que podría ser deducible de impuestos– y le prestó la diferencia a su hijo J. Paul Getty II, padre de la víctima, que debería devolverlo con un interés del 4 por ciento. El tipo era tan agarrado que en su mansión tenía instalado un teléfono de monedas para las visitas. Está claro que todo el dinero del mundo no sirve para comprar un poco de humanidad.