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‘La casa de papel’ brilla y Úrsula Corberó resplandece

La actriz protagoniza la aclamada serie de Antena 3 con el que es, quizá, el mejor personaje de su carrera

Tokio (Úrsula Corberó) y Río (Miguel Herrán) en ‘La casa de papel’
Tokio (Úrsula Corberó) y Río (Miguel Herrán) en ‘La casa de papel’larazon

Lo que otras series y películas nos habían enseñado de Úrsula Corberó, a través de los personajes a los que había dado vida, es que es una chica guapa, irresistiblemente atractiva y con la capacidad de seducir a través de una innegable sensualidad innata. A menudo –y observando el día a día de las redes sociales de Úrsula- costaba discernir hasta dónde llegaba Úrsula y dónde su personaje.

Debía estar aburrida la actriz de moverse en roles similares. Aburrida y decepcionada. Porque dice muy poco de la industria no sabes exprimir bien las posibilidades de los actores del sector o encasillarlos en un tipo de personaje sin darle más oportunidad de demostrar que pueden salirse de ese registro.

De adolescente atractiva y con ramalazos de niña de papá –que conocimos en la serie ‘Física o Química’-, Úrsula pasó a interpretar personajes que se movían entre los clichés de chija pija-rubia tonta a chica adinerada cuyo físico era su arma más importante. Daba igual cine o televisión. Los personajes que interpretaba Úrsula, los que le ofrecía esta industria, no se salían mucho de este abanico. Recordemos: ‘Gran Reserva’, ‘¿Quién mató a Bambi?’, ‘Perdiendo el norte’, ‘Anclados’...

¿Pero es que acaso Úrsula Corberó no podía enfrentarse a otro tipo de personajes? Intuimos que sí con ‘Isabel’ (TVE), aunque bien es cierto que su interpretación de Margarita de Austria era correcta, pero no destacable. Su siguiente trabajo, la pija-tonta del crucero de ‘Anclados’ (Telecinco) la volvía a encasillar, de nuevo, en ese mismo lugar. Tampoco ‘La embajada’ (Antena 3), después, le permitía a Corberó explorar nuevos territorios.

Tokio, el personaje definitivo

Y llegó ‘La casa de papel’. Y llegó Tokio. La que, sin duda, es la mejor serie del año ha coronado a Úrsula Corberó como una actriz de recursos capaz de llevar el peso de un producto de calidad sin tener que anclarse en el mismo personaje de siempre, sin tener que someterse al peso de encarnar, por enésima vez, a un personaje donde su físico sea la característica definitoria.

Tokio es carácter. Tokio es un maravilloso cóctel de pasión y razón. Y Tokio, por supuesto, es más que su físico. De hecho, en Tokio, el físico es lo de menos. Podría ser alta, baja, delgada, gordita, rubia, morena... Daría lo mismo. Ese personaje nace espléndidamente en guion, crece con una magnífica dirección y vive con el fenomenal trabajo de Úrsula.

La joven actriz ha logrado que el fiel seguidor de ‘La Casa de Papel’ –serie que lidera en todos los grupos de espectadores menores de 55 años- no conciba a Tokio en otra persona que no sea Úrsula Corberó. Tokio impacta en el espectador desde el capítulo 1 de la serie mostrando su cúmulo de contradicciones internas y la complejidad maravillosa de un personaje que eleva a Úrsula Corberó en la mejor interpretación de su carrera.

En la fuerza brutal que desprende Tokio, el espectador puede sentir los miedos y la fragilidad de una chica que ha aprendido a caminar sola por la vida; a cruzar puertas sin retorno. El espectador palpa la sutileza en su relación con Río, una más de las contrariedades internas del personaje: a Tokio le une con el joven Río un amor casi fraternal, limpio... a la vez que le produce una excitación carnal que desemboca en tórridos encuentro pasionales.

Tokio es un alma libre dentro de aquella prisión en la que se ha transformado la Fabrica de Moneda y Timbre en la que la banda de El Profesor intenta llevar a cabo el mayor atraco de la historia. Un alma libre que va tocando a cada compañero y acercándose a él de una forma diferente: con ternura pasional a Río, con respeto frío a El Profesor, con alegría y sintonía a Nairobi, con disciplina desafiante a Berlín.

Tokio es un alma libre plagada de matices que bien ha sabido mostrarlos Úrsula Corberó. Por eso, para quien sea capaz de mirar más allá de sus propias narices (admitamos que hay espectadores demasiado planos como para lograr esto), le resultará indiferente que Úrsula aparezca en ‘La Casa de Papel’ totalmente desnuda o vestida con un mono hasta la barbilla, protagonizando una ardiente escena sexual o disparando a bocajarro a un coche patrulla...

Para el que sea capaz de acercarse a esta serie como la serie merece (y por lo que comprobamos cada semana, son muchos los espectadores que lo hacen), descubrirá en Tokio una joya de personaje, un personaje muy exigente al que Úrsula Corberó ha sabido darle todo cuanto necesita.

A ver quién se atreve a decir ahora que Úrsula Corberó no puede ser delante de una cámara lo que quiera ser. A ver quien se atreve, viendo ‘La casa de papel’, a decir que la ficción española no sabe estar a la altura de las producciones anglosajonas