Televisión

Tiempo de mudanza en "La casa de las flores"

Sin Verónica Castro, mañana se estrena la segunda temporada de la serie mexicana de Netflix que ha revolucionado las telenovelas.

Dario Yazbek Bernal, Cecilia Suárez y Aislinn Derbez
Dario Yazbek Bernal, Cecilia Suárez y Aislinn Derbezlarazon

Sin Verónica Castro, mañana se estrena la segunda temporada de la serie mexicana de Netflix que ha revolucionado las telenovelas.

el creador de «La casa de las flores», Manolo Caro, se ha ganado a pulso la renovación por una segunda temporada –que se estrena mañana en Netflix– y de una tercera porque el lavado de cara que le ha hecho a las telenovelas es de aupa. Pocas producciones pueden presumir de unas tramas disparatadas y al tiempo tan sensatas con el espíritu de la ficción. Dicen que la segunda temporada de una serie es la más complicada porque ya se han sembrado unas expectativas que tienen que germinar. Para colmo, Caro multiplica el riesgo ante la ausencia de Verónica Castro, que encarnaba a la matriarca, Virginia de la Mora. «Castro tenía el compromiso por una temporada porque no sabíamos si la ficción iba a funcionar. Le dijimos que Virginia tenía que tener un final para ver cómo se reestructuraba la familia después del duelo», explica Caro.

La realidad es que los personajes interpretados por Cecilia Suárez (Paulina de la Mora), Paco León (que encarna a un transexual que ahora se llama María José y que está casado con Paulina), Ernesto (Arturo Ríos) y el resto siguen igual de perdidos. Ahora Paulina vive en Madrid con María José y su hijo –es ahí donde entran en escena nuevos rostros que corren por cuenta de María León y Eduardo Casanova–, aunque tiene que regresar a México por esos rifirrafes que casi siempre traen consigo las herencias. Por si fuese poco, su padre, Ernesto, se ha metido en una secta.

Osada y arriesgada

León, que en teoría iba a hacer un cameo como María José, se ha convertido en un fijo de la ficción. «Era un papel muy osado, más aún porque sigue emparejado con su esposa, lo que aún es más atrevido. Pero uno de los valores de ‘‘La casa de las Flores’’, aparte de su humor surrealista, es que se arriesga. En mi caso me daba miedo sucumbir a mis recursos cómicos en vez de explorar otros matices», dice León.

Desde el absurdo, con situaciones que parece que no tienen ningún sentido, Caro aprovecha la ligereza de la comedia, aunque sea de trazo gordo, para hablar de temas trascendentes. De ahí que en esta segunda temporada cargue las tintas sobre la discriminación que todavía sufre el colectivo gay en México o de la proliferación de las sectas: «Quería hacer una crítica a la falsa espiritualidad que nos enseñan con algunos cursos de autoayuda que se refieren al éxito como si se pudiese comprar y de todos esos charlatanes que te dan consejos para encontrar el equilibrio y la salud mental», explica Caro.

Un guiño a los seguidores españoles

Aunque Netflix no proporciona datos de audiencia, «La casa de las flores» ha sido un éxito en España. Por eso, Caro quiso rodar buena parte de su metraje en Madrid. «Era un guiño a la capital, además nos permitía contar la vida que ha tenido aquí María José para conocerla más», dice.