Barcelona

Una tarde con la familia

Dramaturgia y dirección: C. López. Escenografía: B. Puigdefabregas. Sonido: D. Bazin. Vestuario: V. Soler. Reparto: A. Larrañaga, M. Pujalte, M. San José, A. Fernández, C. Amado, A. Lamana. Teatro Maravillas. Madrid.

Pujalte, Larrañaga y San José son las tres hermanas
Pujalte, Larrañaga y San José son las tres hermanaslarazon

Precedida por el aplauso en Barcelona, la versión madrileña de «Hermanas» confirma dos cosas.

Precedida por el aplauso en Barcelona, la versión madrileña de «Hermanas» confirma dos cosas: que hay una pujante creación teatral en Cataluña y que a menudo las paredes –y no hablo de las que separan Madrid y Barcelona, que también– son imposiciones de quienes se empeñan en separar en vez de aprovechar las sinergias. ¿Teatro comercial? ¿Nueva dramaturgia? Sin duda, la tragicomedia de Carol López pertenece al segundo grupo. Esta agridulce evocación de los lazos familiares huye de las catarsis habituales –algunas ya cansan– para mostrar la intimidad y los vínculos de sus protagonistas; por momentos entronca con otra original reunión familar con entierro, la de la película «Tres días con la familia», aunque aquélla era más tensa. Pónganle ahora tres rostros conocidos y tendrán el Teatro Maravillas, de clara vocación comercial, lleno.

Sin descubrir América, la puesta en escena revela una forma joven y fresca de entender el teatro. Léase: dramaturgia ágil y sin tópicos, aunque parta de un tema tan trillado como son las reuniones familiares, guiños metateatrales, proyecciones, acciones ralentizadas al ritmo de la música, escenas oníricas... Brilla el picante «Non, je ne regrette rien» que se marca la matriarca, interpretada con gracia por Amparo Fernández. Tan sólo algún «flashback» se antoja gratuito en una historia ya de por sí heterodoxa, que encajaría una narración lineal. Se agradece además que López no esgrima el rencor «castrador» tan común en algunos textos de, por y para mujeres. Aquí hay dos personajes masculinos muy creíbles bien recreados por Chisco Amado y Adrián Lamana.

Aunque claro, el montaje pertenece a las tres hermanas del título, con sus problemas a cuestas, tan comprensibles. La de Amparo Larrañaga es la más rígida y convencional, una mujer de éxito algo insufrible cuyo matrimonio se va a pique. Aunque aporta solvencia y tablas, el trabajo de la actriz ofrece un tono más exagerado que el naturalismo ligeramente cómico de sus compañeras. Muy bien está María Pujalte, que viaja por los registros, valles y simas, que recorre su personaje, y en Marina San José se aprecia un salto de gigante desde sus anteriores papeles: su hermana pequeña, un putón con una candidez que desarma, es pura energía y frescura.