Contaminación ambiental
China dice adiós a los gases que dañan la capa de ozono
El mayor productor mundial de HCFC tendrá que reducir su generación en un 97,5% para 2030. Para ese horizonte, el gigante asiático habrá disminuido en 4,3 millones de toneladas los hidroclorofluorocarbonos.
Tendrán que pasar varias décadas para que la capa de ozono recupere el grosor que tenía antes de los años 80, cuando se hizo patente una gran reducción de la concentración de ozono estratosférico sobre la Antártida. Hoy los datos son mejores que en el año 2000, cuando el agujero de la capa de ozono sobre la Antártida era casi 60 veces el tamaño de España (29,9 millones de kilómetros cuadrados).
Sin embargo, los expertos estiman que hasta 2060-2065 no se habrá recuperado, ya que, aunque los clorofluorocarbonos (CFC) se prohibieron, estos compuestos usados profusamente en refrigeradores, acondicionadores de aire, en aerosoles... desaparecen a un ritmo muy despacio, en torno a un uno por ciento de media cada año. Y no son los únicos compuestos que amenazan la capa de ozono. Tras su prohibición, algunos de los compuestos que sustituyeron a los CFC, los hidroclorofluorocarbonos (HCFC) –usados para el mantenimiento de equipos de refrigeración y aire acondicionado–, dañan, aunque en menor medida, el ozono. «Los HCFC tienen un potencial de destrucción del ozono mucho menor que los CFC porque tienen una vida media en la atmósfera mucho menor, unos 10 años; es decir, casi diez veces menor que los CFC, pero lo cierto es que contienen cloro –no como sus sustitutos, los HFC– que es en última instancia el responsable de la destrucción del ozono», explica Manuel López Puertas, investigador del Instituto de Astrofísica de Andalucía, del CSIC.
De ahí que muchos países tengan que eliminarlos en un 90 por ciento para el 1 de enero de 2015 y en un 97,5 para 2030, como la UE. Un paso importante al que ahora se ha sumado, aunque con dinero mediante (385 millones de dólares), China. El mayor productor de gases de HCFC reducirá en un 35 por ciento los consumidos y producidos en 2009-2010, en un 67,5 por ciento en 2015 y en un 97,5 en 2030. Y no son pocos precisamente. «China produjo 445.000 toneladas métricas de HCFC en 2010, que de ser emitidas supondrían 711 millones de toneladas de CO2, lo cual es el equivalente a la emisión de 150 millones de automóviles. Y es que aunque estos compuestos químicos fueron desarrollados por compañías norteamericanas para sustituir los CFC, lo cierto es que China, seguida –aunque muy de lejos– por EE UU e India, lidera el ranking de toneladas emitidas con potencial de agotamiento del ozono», explica Clare Perry, activista de la Agencia de Investigación Ambiental (EIA) con sede en Londres.
La cantidad total que China dejará de emitir de aquí a 2030 asciende a 4,3 millones de toneladas métricas de HCFC y ocho mil millones de toneladas de CO2; es decir, «el equivalente a la emisión que generan 1,6 mil millones de automóviles, 1,5 veces la flota de vehículos mundial», precisa Perry.
Calentamiento y enfriamiento
Un paso de gigante para el ozono gracias al Fondo Multilateral para la Aplicación del Protocolo de Montreal. Porque en la actualidad la teoría que hay es que «la capa de ozono, además de estar afectada por los CFC, podría estarlo por el cambio climático», explica Puertas. «Hay indicios que hacen pensar –prosigue– en la recuperación de la capa de ozono, pero el cambio climático también estaría afectándolo», ya que la mayor presencia de CO2 aumenta la temperatura, pero sólo por debajo de la troposfera. Sin embargo, por encima de ella provoca que haga más frío y es entonces cuando se produce una mayor destrucción de ozono. En el caso de los CFC, los HCFC y los HFC estos gases son mucho más eficientes que el CO2 en cuanto al calentamiento radiactivo, del orden de unas 20.000 veces. Sin embargo, los HCFC y los HFC, a diferencia de los CFC, al tener una vida media más corta se acumularían menos y por tanto tendrían un menor efecto sobre el calentamiento de la atmósfera. Pero una emisión muy elevada de HCFC y los HFC en las próximas décadas puede tener un impacto importante sobre el calentamiento global», recuerda Puertas.
«Los HCFC son utilizados principalmente en refrigeración y en equipos de aire acondicionado; también se emplean aunque en menor medida en espumas, solventes y aerosoles. La expansión de los equipos de aire acondicionado en los países en desarrollo ha hecho dispararse el empleo de HCFC», precisa Perry. En el caso concreto de la UE, sólo se permite el uso de HCFC reciclados para el mantenimiento de equipos de refrigeración y aire acondicionado.
Pero no son las únicas sustancias que agotan la capa de ozono. A los CFC y los HCFC hay que sumar los halones, los tetracloruros de carbono, hidroboromofluorocarbonos y el bromuro de metilo, cuyo uso esta regulado (tanto producción como importación y exportación) en la UE con el fin de proteger la salud humana y el medio ambiente.
Pero, a pesar de estas regulaciones, lo cierto es que a nivel internacional existe un mercado ilegal de HCFC, tal y como sucedió a mediados de los 90 con los CFC, según denunció el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) en su informe «Evaluación del riesgo del comercio ilegal de HCFC».
Contrabando
Para este informe se tuvieron en cuenta hechos documentados en los que la mayoría de los casos de exportaciones ilegales de HCFC tuvieron lugar en China y Francia, y la mayoría de exportaciones ilegales incautadas se dieron en EE UU e India. Y el temor es que este contrabando de HCFC vaya en aumento por el incremento del precio al disminuir los suministros de este compuesto con la entrada de los HFC, los sustitutos de los HCFC, y que a diferencia de los HCFC no tienen cloro, que es en última instancia el responsable de la destrucción del ozono.
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