Memoria Histórica

Viajes
Un pueblo de intensos aromas
Paseando por las calles de Trujillo se aspira un olorcillo a historia. La localidad extremeña ha pasado por todos los periodos de nuestro país, desde el Imperio Romano hasta nuestros días, siempre vivo, siempre fiel a su cultura. Hogar de grandes aventureros españoles, como los hermanos Pizarro y Francisco de Orellana, casi pueden imaginarse de críos mientras exploraban sus robledales, esbeltos y amplios rodeando uno de los pueblos más bonitos de España. El río Almonte atravesando su lateral pudieron ser las primeras aguas que navegó el descubridor del Amazonas.
La historia sigue palpitando en Trujillo. El Castillo de Trujillo dominando el pueblo, construido con granito y conservado en perfecto estado, es uno de los muchos ejemplos que nos transportan a tiempos pasados, más farragosos y peligrosos que los nuestros. Tras sus muros pasearon primero los más feroces guerreros musulmanes, y tras su toma por el reino de Castilla, pesados y piadosos guerreros de la fe. Ahora sus puertas se abren todos los días de la semana, desde las diez de la mañana hasta las siete de la tarde, y sirve para grabar éxitos televisivos como Juego de Tronos.
Ejercitar las piernas es importante
Un paseo por la Plaza Mayor, quizás un aperitivo de deliciosos embutidos en alguno de los restaurantes que guarda, puede terminar con una visita a la Iglesia de Santa María la Mayor. Este templo cristiano del siglo XIII es uno de los mejores ejemplos de arquitectura románica tardía que tenemos en nuestro país, y su torre Juliana admite las mejores vistas del pueblo. Aspirar su piedra húmeda y admirar sus elaborados tablados dorados, puede hacernos sentir más frescos frente al calor extremeño.
Entre palacios de la época renacentista se encuentra el Museo de Pizarro, en honor al famoso explorador. Todos los entresijos de su ajetreada vida de aventurero pueden encontrarse aquí, bien reconstruidos, junto con diversos enseres que le pertenecieron de primera mano. Y no por pasarlos de largo debemos prestar menos atención a los palacios, destacando el de los Duques de San Carlos y los Orellana de Toledo. Son enclaves de mansa tranquilidad en una tierra que han revuelto sin cesar las codicias del ser humano.
Para terminar tan regia visita quizás sea importante agradar a nuestro paladar, únicamente de la mejor forma que nos permite este maravilloso pueblo: con una exquisita cata tras una visita guiada por las Bodegas Habla. Un tour indispensable, aromático, sabroso y afrutado.
Un saludo a Guadalupe
Una de las mayores delicias a la hora de visitar un pueblo español es, como no, la idea de poder presentarse en otras localidades cercanas que no podríamos visitar desde nuestro lugar de residencia. Por eso es recomendable, a la vez que se conoce Trujillo, saludar a Guadalupe. Este pueblo milagroso donde se afirma que apareció la Virgen está a una hora muy sencilla, y también tiene un buen puñado de bellezas arquitectónicas para saciar los ojos. El monasterio dedicado a la misma Virgen es quizás uno de los más impresionantes de la península.
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