Viajes
¿Somos los seres humanos los únicos animales capaces de razonar?
Tres cuevas con arte rupestre en Andalucía, Extremadura y Cantabria pueden señalar a los neandertales como coautores de la razón humana
Ya hemos perdido la cuenta del número de veces que cruzamos la fina línea que separa a los hombres de los dioses. Atravesar esa línea emborronada, casi blasfema, parece empujarnos a evolucionar, nos motiva. Cuanto más cerca nos sentimos de los dioses, más poderosos nos pensamos y más enérgico resulta nuestro caminar desenvuelto, siempre haciendo equilibrios sobre esa línea; fingimos no querer tropezar pero supone un gozo extraordinario trastabillar y caer del lado divino. Curando enfermedades y prolongando la vida y moldeando los recursos del planeta según nuestros caprichos. (Antes de que salte ningún lector echando espumarajos por la boca, aclaro que nos referimos a los dioses de una forma puramente simbólica).
Pero esa línea es débil por ambos lados, es decir, igual que un día nos despertamos como dioses podremos acostarnos como humanos, o más allá, de vuelta en el mundo de los animales. La línea es fina. Nos quedan nada más que un puñado de recursos para mantenernos firmes. Y el recurso más preciado, nuestro as en la manga que utilizamos una y otra vez, dicen que nos lo entregó una serpiente en la primera ocasión que osamos atravesar la línea blasfema. Una manzana, el conocimiento, la razón. Esta es nuestra bomba nuclear.
Reyes del mundo… ¿o no?
No hace falta entretenernos en una explicación que ya es más que evidente. Gracias a la razón nos imponemos sobre el mundo de los animales y dominamos con mano de hierro nuestro planeta, somos dioses terrenales; divinidades menores en el complejo panteón del Universo, podrá ser, pero dioses al fin y al cabo. Igual que Zeus y sus hijos se alimentaban de las oraciones del ser humano, nosotros nos alimentamos de la carne y de la pulpa de las criaturas que dominamos.
Ahora propondré al lector un ejercicio. ¿Qué ocurre cuando dos tipos de dioses colisionan? ¿Sería posible una convivencia entre ellos? ¿U ocurriría como dijo Neruda, cuando se preguntó cómo saber quién es Dios entre los dioses de Calcuta? Esa duda. ¿Podría una duda destruir a un dios? ¿Podría la duda destruir a los hombres?
El Homo sapiens sapiens se ha sustentado en su capacidad única para razonar a la hora de situarse por encima del mundo. Pero… ¿Qué ocurriría si esto fuera una ilusión, otra más? ¿Si no fuésemos las únicas criaturas capaces de razonar, crear arte, elaborar ideas abstractas? ¿Ocurriría una colisión? Convencido como vivo de que la Biblia no es un cuento simple, sino una compleja visión de nuestra Historia más arcaica, reinterpretada hasta la saciedad y evidentemente subjetiva, quiero pensar en la historia de Caín y Abel. Caín mató a Abel presa de la envidia después de que los seres humanos comenzásemos a razonar, después de la primera blasfemia, o esto nos dice el Libro del Génesis.
Reinterpretando el texto: ¿Y si quisiera narrar la historia de un grupo de hombres que exterminó a otro grupo, debido a la envidia, quizá, o al temor o cualquier tipo de odio? Piénselo el lector, desvaríe unos minutos conmigo. ¿Podría ser que la vieja historia se refiera a los tiempos en que los Homo sapiens exterminamos a nuestros parientes más cercanos, los Neandertales? Podría ser que Caín y Abel sean la evidencia mitológica de esta colisión inevitable.
Colisión entre dioses
Fue todo un engaño. Nunca fuimos dioses. Tampoco fuimos los únicos capaces de razonar, jamás destacamos por encima del resto. Es solo que hace miles de años nos limitamos a eliminar a la competencia – y esto no lo dice la Biblia, lo demuestra la evidencia histórica -, a los Neandertales, a sangre y fuego. Apenas un minúsculo porcentaje sobrevivió para mezclarse con nosotros.
Pero no, ¡no!, gritará mi sapientísimo lector, no puede ser, resulta del todo imposible que los Neandertales razonaran, insinuarlo se aproxima a la blasfemia. Tan dioses nos creemos que dudar de nuestra naturaleza divina ya se señala como pecado. Pero si cogiésemos el coche y enfilásemos la carretera en dirección a Cantabria, Extremadura o Málaga, encontraríamos que numerosas pinturas que hasta hace menos de dos años se consideraban obra del Homo sapiens, son en realidad producto de la imaginación neandertal. Pinturas cargadas de simbología, desde sencillas marcas de manos hasta elaboradas representaciones.
La suma importancia de este descubrimiento no yace en las pinturas per se. El shock llega cuando comprendemos que los neandertales eran capaces de crear simbología, de expresar sus pensamientos mediante imágenes, podría ser que tuvieran incluso lenguaje propio. Aunque todavía quedan amplios sectores de la comunidad científica dispuestos a negarlo, parece que los neandertales también razonaban. Ellos también fueron dioses en la tierra.
Y aquí llega el asombro en datos: se cree que los neandertales vivieron en Europa hasta hace 30.000 o 40.000 años, mientras que los humanos llegamos desde África hace unos 41.500 años. Las primeras pinturas rupestres de los humanos están datadas en 40.000 años de antigüedad – excluyendo pequeñas pinturas en conchas en África, hace 70.000 años -, pero el paleoantropólogo portugués João Zilhão asegura que las primeras pinturas rupestres neandertales se dieron 24.000 años antes. Autores de la prestigiosa revista Science Advances aseguran que los neandertales comenzaron a calzar collares y ornamentos 30.000 años antes que los humanos.
De ser así, haciendo un esfuerzo de la imaginación, abriendo bien fuerte los ojos y la mente, ¿podría ser que los humanos miramos de reojo a los neandertales, de una forma parecida a como hizo Caín con Abel, antes de asesinarlos? Eso no lo sabemos. Pueden ser fantasías, nada más. Fantasías inquietantes que, de ser ciertas, arrebatarían a los hombres su categoría divina.
Yo me limito a viajar, leer, escribir artículos y abrir el gusanillo de la curiosidad. El resto queda en manos del lector. Si quiere crearse una idea completa e investigar en estas fantasías hasta convertirlas en su realidad, le recomendaré visitar las tres cuevas españolas donde se piensa que pudo realizarse arte rupestre neandertal, que son a su vez las tres cuevas con pinturas rupestres más antiguas de Europa: las manos en negativo representadas hace 66.700 años en Maltravieso (Cáceres), un depósito mineral cubierto de pintura en Ardales (Málaga) y un signo lineal parecido a una escalera en La Pasiega (Cantabria), fechado de hace 64.800 años.
Humanos, animales, reyes de la Tierra, dioses… Lo único que parece claro es que, fuésemos lo uno o lo otro, hace muchos, muchos años, no fuimos los únicos.
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