Enoturismo
Rioja Vega Garnacha Blanca y Tempranillo Blanco, una fusión impecable
Esta bodega centenaria apuesta por continuar con la tradición de elaborar grandes blancos de Rioja. El resultado es un vino elegante, complejo y sutil
Cuando de vinos se trata, evocar el nombre de Rioja suele llevar a pensar en vinos tintos potentes que embaucan los cinco sentidos. No resulta descabellada esa apreciación, pero lo cierto es que esta Denominación de Origen también presume de tener vinos blancos de elevada calidad y gran prestigio internacional. Ejemplo de ello es la última propuesta de la bodega Rioja Vega: Garnacha Blanca y Tempranillo Blanco, un vino blanco de producción limitada, complejo y a la vez sutil, en el que el Tempranillo Blanco actúa como soporte y cede protagonismo a la profundidad de matices florales y herbáceos de la Garnacha Blanca, la variedad que menos extensión ocupa de todas las autorizadas en la Denominación de Origen La Rioja.
Con este novedoso vino la bodega centenaria apuesta por la diferenciación y la originalidad a través de un nuevo vino blanco elaborado con Garnacha Blanca, variedad histórica y minoritaria en Rioja que, acompañada del Tempranillo Blanco, da como resultado un vino elegante, complejo y con brillante acidez.
En palabras de su creadora, la enóloga Esperanza Elías: «Queremos enriquecer esa cara menos conocida de los vinos de nuestra región». Gracias a ello, tal y como añade Elías, «estamos ante un blanco para amantes del vino, atentos a la evolución de las diferentes zonas vitivinícolas. Además, resultará familiar para aquellos que mantienen una relación estrecha con sus vinos blancos de confianza».
Personalidad propia
Rioja Vega Garnacha Blanca y Tempranillo Blanco ha sido elaborado con un estilo actual en una apuesta por su personalidad y diferenciación. Ejemplo de ello es la apuesta por la vendimia seleccionada de madrugada, sumado a la obtención del mosto flor que se produjo por escurrido directo sin presión. La fermentación de este vino es, además, controlada a baja temperatura durante un mes, con trasiegos posteriores con conservación de sus lías finas en suspensión.
Y como resultado de todo ello se obtiene un vino blanco complejo y sutil, a la vez que untuoso y maduro. Muy bien equilibrado, con una acidez que prolonga en el tiempo las sensaciones frutales envueltas de seda, resulta un vino muy primaveral, expresivo y con personalidad.
El origen
Los primeros pasos de este nuevo vino de la Bodega Rioja Vega llegan a través de parcelas flanqueadas al norte por la sierra de Codés y al sur por el río Ebro. El microclima de la zona junto con sus suelos generan las condiciones perfectas para para el cultivo de las dos variedades que dan forma a este rompedor vino, sentando las bases para un vino blanco elegante, complejo y con una brillante acidez.
De color amarillo claro brillante con ribetes verdosos y con aromas frescos de heno y hierba recién cortada sobre golosos de caramelo de violetas, el maridaje perfecto para este vino se aprovecha de su frescura, expresión y complejidad. Resulta un buen acompañante de aperitivos, comidas de mar, arroces ligeros, comida asiática, pasta con mariscos y pescados blancos o azules.
El objetivo de la bodega centenaria Rioja Vega con este vino es continuar con la tradición de elaborar grandes blancos de Rioja. Y para ello ha decidido apostar por la identidad de las variedades blancas procedentes de pequeñas parcelas que dan lugar a nuevas expresiones, en este caso, un vino blanco original y de calidad. Al fin y al cabo, más de 135 años de historia permiten a Rioja Vega mantener su línea más clásica sin olvidar hacer un guiño al público más exigente. Y el resultado no podía haber sido más impecable.
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