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Bruselas, cultura con sabor a chocolate y cerveza

La capital de Bélgica aúna museos, arquitectura y, sobre todo, calles repletas de tiendas y bares en los que disfrutar de la vida

Vista de la espectacular Grand-Place de Bruselas
Vista de la espectacular Grand-Place de BruselasDreamstimeDreamstime

Elegante, cosmopolita, repleta de interesantes visitas y propuestas de ocio, así es Bruselas. Dicen de ella que es la ciudad que mejor define a Bélgica por sus tabernas de estilo art déco, por albergar obras de arte flamencas verdaderamente únicas, por su espectacular catedral gótica y por sus coquetas casas gremiales.

Si tuviéramos que dar unas pinceladas generales a todo lo que hace que esta urbe sea un destino perfecto en una escapada por el continente europeo, además de sus monumentos, destacaríamos, entre otras cosas, su gran variedad de museos, así como sus fachadas repletas de arte urbano con pinturas de Tintín, Astérix y Obelix, Lucky Luke…, sin olvidar, por supuesto, su delicioso chocolate y su extraordinaria cerveza. Y ahora, tras esas menciones que son inherentes a describir Bruselas, adentrémonos en los lugares imprescindibles de visitar en un viaje a la capital de Bélgica.

Un buen comienzo para comenzar a descubrir esta fascinante ciudad es, sin duda, la Grand-Place de Bruselas, declarada Patrimonio de la Humanidad. Este lugar es el corazón de Bruselas, incluso podría decirse que de toda Bélgica. Completamente empedrada y flanqueada por edificios históricos de diferentes estilos arquitectónicos, desde el gótico hasta el barroco, pasando por el neoclásico y el neogótico, es una auténtica joya de la arquitectura. La majestuosidad y belleza de esta plaza son indescriptibles. Los orígenes de su historia se remontan al antiguo mercado de la ciudad, que con el tiempo se vio rodeado de edificios de los gremios y del ayuntamiento. Actualmente, el citado ayuntamiento es uno de los edificios más admirados de este emplazamiento, su torre de 96 metros deja sin palabras. Otras imponentes construcciones que se alzan aquí son, por ejemplo, la Maison du Roi, que alberga el Museo de la Ciudad de Bruselas, y la Maison de l’Arbre d´Or, en la que se encuentra el Museo de la Cerveza.

Al salir de la Grand-Place, se encuentra un icono bruselense que, de alguna manera, representa el espíritu independiente de los habitantes de la ciudad, el Manneken Pis. Su existencia se remonta a la primera mitad del siglo XVII, cuando Jérôme Duquesnoy el Viejo esculpió esta estatua en bronce, aunque lo cierto es que numerosos misterios y leyendas giran en torno a esta escultura de un niño haciendo pis. El que vemos en este lugar, que es un cruce de las céntricas calles l’Etuve y Chêne, resguardado por una cancela es en realidad una copia, ya que el que se cree que es el original se encuentra expuesto en el Museo de la Ciudad de Bruselas.

Las Galerías Saint Hubert son un punto de encuentro en la ciudad
Las Galerías Saint Hubert son un punto de encuentro en la ciudadDreamstimeDreamstime

Si además de visitas culturales le apetece alguna compra, a tan solo unos pasos de la Grand-Place, nada como acercarse a las Galerías Saint Hubert, las primeras galerías comerciales de Europa. Este es uno de los regalos más auténticos que ofrece Bruselas, ya que aquí la palabra shopping se deshace de su toque posmoderno y colorido tan instagrameable para transportarnos a mediados del siglo XIX, a la belle époque, con la artística imagen de su diseño. Alberga tiendas de lujo, chocolaterías de renombre, unos cines, un pequeño teatro, cafés, restaurantes… Es un lugar lleno de vida. Y para los amantes de lo vintage, Bruselas esconde mercadillos y rastros encantadores.

Otros lugares céntricos son la Catedral de San Miguel y Santa Gúdula, que data del siglo IX, ya que su historia comienza con una ermita que se dedicó a san Miguel. Su seña son sus dos torres, altas e imponentes, pero si es soberbia por fuera, su interior sobrecoge por el gran tamaño, sus rosetones, sus vidrieras, sus confesionarios antiguos y su púlpito. Por su enorme valor artístico, y para poder admirarlo como se merece, es muy recomendable recorrerla con un paseo tranquilo y detallado.

El Atomium, uno de los lugares más emblemáticos

A poco más de 6 km del centro de la ciudad se encuentra otro de los símbolos de Bruselas, el Atomium. A medio camino entre la escultura y la arquitectura, este edificio modernista y futurista fue construido para la Expo de 1958. Su imponente estructura de 102 metros de altura emula los nueve átomos de un cristal de hierro, que a su vez representan las nueve provincias belgas. Algunas de sus esferas son visitables, por ejemplo, la más alta, a la que se sube por un ascensor, considerado uno de los más rápidos de Europa. Desde la citada esfera, se puede disfrutar de una de las panorámicas más completas y bellas de Bruselas, y en ella, un restaurante tienta con deliciosos platos y vistas inolvidables, no hay duda de que subir aquí es un imperdible. El resto de las esferas abiertas al público ofrecen una exposición permanente sobre la historia del edifico, varias exposiciones temporales y un espacio dedicado a los niños. Como curiosidad, hay que indicar que para moverse de una esfera a otra, aparte de las escaleras normales, hay escaleras mecánicas por túneles futuristas con luces y sonidos espectaculares que sumergen en una experiencia psicodélica y futurista.

Mil cosas más podríamos contar sobre lo que ofrece esta interesante ciudad que reúne las características de una gran urbe junto con el encanto de las pequeñas ciudades, es decir, moderna, pero con un toque clásico, una mezcla que la convierte en un imperdible para cualquier viajero.