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Zúrich: vanguardia natural

La ciudad suiza está ubicada en un privilegiado entorno que le permite fusionar idílicos paisajes y animadas calles alrededor de su casco antiguo

Vista panorámica del casco antiguo de la urbe suiza
Vista panorámica del casco antiguo de la urbe suizaDreamstime

Sofisticada, culta, sibarita y, por supuesto, vanguardista. Sí, sin duda así es Zúrich. Sus restaurantes, clubs, teatros, museos y galerías de moda marcan tendencia, pero Zúrich es aún mucho más, ya que al estar envuelta en majestuosos parajes, sumado al navegable y bonito río que la atraviesa y al espectacular lago que atesora, es también pura naturaleza. Por esta mezcla de urbe cosmopolita y lugar de belleza natural, sin olvidar la riqueza histórica de su casco antiguo, podría decirse, con toda certeza, que es un destino que debe estar en su lista de próximos viajes.

Lo cierto es que se la conoce por ser el motor financiero de Suiza, sin embargo, Zúrich es mucho más que eso. Con una historia que se remonta al siglo II y siendo un centro tan importante durante la Edad Media, resulta natural que uno de sus principales atractivos sea el casco antiguo o Altstadt, que será donde más se centre nuestro recorrido. Se extiende a ambos lados del río Limmat y nos detendremos en sus dos barrios más interesantes: el Rathaus y el Lindenhof. Del primero de ellos le llamarán la atención sus callejuelas, sus coquetas plazas y sus casas antiguas —muchas de ellas pertenecientes a los que fueron los gremios de la ciudad—. Le recomendamos visitar el Ayuntamiento o Rathaus, cuyo origen se remonta a finales del siglo XVII, y muy especialmente la calle Limmatquai, una de las principales arterias del corazón de Zúrich y repleta de tiendas, restaurantes y cafeterías, algunas situados en antiguas casas gremiales, lo que le confieren un encanto muy singular. Además, pasear por aquí de noche resulta especialmente romántico, pues los edificios se reflejan en el agua del río y regalan una preciosa estampa. Del barrio de Rathaus también merece la pena conocer el Cabaret Voltaire, lugar de nacimiento del dadaísmo; la Iglesia de Grossmünster, de estilo románico y de una gran importancia histórica por su papel durante la Reforma Protestante, de ella destacan sus dos torres gemelas; y el funicular Polybahn, uno de los atractivos más queridos de Zúrich.

Por otro lado, el barrio de Lindenhof, que toma su nombre de la colina homónima, está repleto de callecitas medievales y alberga bonitas iglesias, de hecho, aquí encontrará las iglesias con más encanto de la ciudad, como la de San Pedro y la de Fraumünster, la cual sobresale por su fusión de estilos y por las coloridas vidrieras diseñadas por Chagall, además de por el órgano, que, con sus 5793 tubos, es el más grande de todo Zúrich.

Más allá de estos dos barrios, en pleno casco antiguo hay otras paradas muy interesantes, entre las que destacamos el Museo Nacional de Zúrich, formado por un conjunto arquitectónico de 1898 y una escultural ampliación inaugurada en 2016; en él descubrirá la historia de Suiza, así como otras exposiciones temporales muy interesantes. Seguimos los imperdibles con la Ópera de Zúrich, Opernhaus, un precioso edificio de estilo neobarroco, o el Jardín Botánico de Zúrich, que cuenta con más de 8.000 especies de plantas y es un sitio muy agradable para dar un paseo.

El lago de Zúrich es un remanso de paz en medio de la vorágine
El lago de Zúrich es un remanso de paz en medio de la vorágineDreamstime

También es imprescindible, en un viaje a Zúrich, dedicar tiempo a visitar y disfrutar de lo que ofrece su telón de fondo escénico: el lago de Zúrich. Es un símbolo y elemento clave de la ciudad. Cierto es que Zúrich no tiene mar, pero tiene la suerte de estar bañada por este enorme lago de unos 40 km de largo que se extiende más allá de la ciudad. Fuente de vida y portador de encanto, ofrece un paisaje idílico que invita a explorar sus claras y calmadas aguas, así como los pintorescos pueblecitos de su orilla; un paseo en barco es una agradable forma de hacerlo. Es obvio que este lugar, al estar en el centro de la ciudad, es un escape perfecto del ritmo frenético de la ciudad tanto para los habitantes de Zúrich como para los viajeros que la están visitando, por lo que sus orillas suelen estar concurridas y llenas de vida.

Antes de irse de Zúrich, y a modo de cierre de estas pinceladas sobre esta fascinante ciudad, le recomendamos subir al mirador Üetliberg, a 800 metros sobre la urbe, y al que se puede llegar fácilmente en metro. Es un lugar privilegiado que regala unas vistas de Zúrich de ensueño y que permite disfrutar con todos los sentidos de la naturaleza y el aire puro de montaña. Es un enclave perfecto para entender la magnitud de la belleza que ofrece Zúrich al viajero.