Viajes

St. Anton am Arlberg, uno de los lugares más míticos del mundo del esquí

Esta preciosa región austriaca está reconocida como uno de los dominios esquiables más grandes del planeta e invita, si aún no la conoce, a una escapada improvisada en su temporada de invierno

Montañas y fantásticos valles repletos de nieve que parecen no acabarse nunca
Montañas y fantásticos valles repletos de nieve que parecen no acabarse nuncaJan GratacósJan Gratacós

«En la cumbre de unas montañas nevadas es donde, inexplicablemente, todo tiene sentido». El significado de esta frase, filosofía de aquellos que aman el esquí, alcanza su máxima intensidad en los majestuosos e imponentes paisajes coronados de nieve de la región austriaca St. Anton am Arlberg, y es que es uno de esos lugares del planeta que emocionan y regalan un festín para los sentidos al viajar a ellos.

Considerado uno de los lugares más míticos del mundo del esquí y cuna del esquí alpino, St. Anton am Arlberg está reconocido como uno de los dominios esquiables más grandes del planeta, con impresionantes montañas y fantásticos valles tanto en pistas como fuera de ellas que parecen no acabarse nunca y que rebosan nieve en la temporada. De hecho, esta región es especialmente célebre en la modalidad del freeride porque alberga zonas fuera de pista de las más variadas, inmensas e increíbles del mundo. Nieve garantizada, excelentes condiciones de las pistas y una infraestructura única caracterizan a St. Anton am Arlberg, lo que hace de él un destino de viaje de obligada visita para los apasionados de los deportes de invierno alpinos, y por la belleza de sus paisajes creemos que también lo es para cualquier viajero que se precie. Como ya hemos indicado, St. Anton am Arlberg, invita y tienta cuando se lee sobre lo hermosa y espectacular que es en invierno, a improvisar una escapada para conocerla; no lo dude, su temporada invernal este año finaliza el 23 de abril, ¡aún tiene un mes y medio para ir y disfrutar de estas excepcionales montañas y valles nevados!

Uno de sus lugares más emblemáticos, la cima del Valluga, el "techo" de St. Anton am Arlberg, a más de 2.000 metros de altura
Uno de sus lugares más emblemáticos, la cima del Valluga, el "techo" de St. Anton am Arlberg, a más de 2.000 metros de alturaMaica RiveraMaica Rivera

De ruta por esta bella región

Describamos, mediante unas pinceladas, las seis localidades que engloban la región, en las que se reparten los más de 300 km de pistas de esquí, a los que hay que sumarle más de 200 km de terreno de freeride; son St. Anton, St. Christoph am Arlberg, Pettneu, Schnann, Flirsch y Strengen. Comencemos, por ser la puerta de entrada a la estación de esquí de Arlberg, por Sankt Anton o St. Anton, como se le conoce popularmente, este encantador pueblo es típicamente tirolés, con construcciones que parecen sacadas de un cuento de hadas. Llama la atención el contraste de su arquitectura tradicional y la increíble tecnología de sus instalaciones en su estación de esquí. En este bonito enclave, la creatividad y los retos de superación en sostenibilidad y protección del medioambiente están siempre en su atmósfera, algo por lo que ha sido galardonado en diferentes ocasiones, como, por ejemplo, con la medalla de oro en el concurso internacional «Entente Florale» en 2017 y con el título de «¡Pueblo floral más bonito de Europa!». También es muy conocido por ser el rey del après ski, ya que son innumerables los eventos que se llevan a cabo a lo largo de la temporada de invierno que invitan a disfrutar tras un día en las pistas, en terrazas con música en directo y un ambiente alegre y festivo.

Continuemos por St. Christoph, la población más alta de Arlberg y la que tiene la tradición más antigua de anfitriona de viajeros, como atestigua un hospicio construido en el siglo XIV, hoy día convertido en un famoso restaurante, el Hospiz Alm, del que podría decirse que es una cabaña alpina y un templo gourmet, ya que ambas definiciones se ajustan a la realidad. Casual y con la calidez innata alpina, justo al lado de la pista, este lugar es ideal tanto para un descanso al mediodía para almorzar y luego continuar esquiando como para una cena romántica, elegante y especial, ya que aparte de su exquisita cocina, posee una de las bodegas más antiguas y grandes de Europa; como dato curioso, podemos decir que las botellas que atesora están valoradas en más de 7 millones de euros. Sin duda, St. Christoph y su Hospiz Alm son una parada obligada para sumergirse en la hospitalidad que caracteriza a Arlberg.

Un paseo en carruaje por los valles nevados de St. Anton am Arlberg es una experiencia maravillosa
Un paseo en carruaje por los valles nevados de St. Anton am Arlberg es una experiencia maravillosaMaica RiveraMaica Rivera

Por otro lado, Pettneu y Schnann se distinguen por su tranquilidad, son localidades pequeñas, confortables y que invitan a relajarse en medio de un idilio rural, aquí no tiene cabida el ruido ni el estrés. Vamos ahora con Flirsch y Strengen. De Flirsch hay que decir que es coqueto y diverso, con paisajes y construcciones históricas, y que ofrece un remonte local dirigido especialmente para niños y principiantes. De Strengen impresiona su aspecto típicamente románico, destacan las fincas altas con estructuras de madera, las capillas a lo largo de su calzada romana y el puente Rosanna, que data de 1765. En este punto hacemos una recomendación, y es disfrutar de la maravillosa experiencia de un paseo en carruaje tirado por caballos por algunos de los valles más bonitos de St. Arlberg.

La gastronomía, otro de sus grandes atractivos

Tras esta breve presentación, creemos que ya puede hacerse una idea de por qué St. Anton am Arlberg es uno de los lugares más míticos del mundo del esquí, no hay que olvidar tampoco que aquí nació el esquí alpino. En este punto hacemos una recomendación más: visite el museo de St. Anton, ubicado en la parte alta de St. Anton, en la histórica Casa Trier, construida hace más de 100 años. Recorrer sus salas se convierte en un auténtico paseo por la historia no solo del pueblo, sino de la del esquí, en su exposición se puede sentir literalmente el pulso del nacimiento del esquí, es una experiencia que le sumergirá de lleno en la esencia de este deporte, considerado de los más bellos en lo que a la estética se refiere. Lo cierto es que es un lugar que también invita, por su entorno pintoresco, a degustar las delicias culinarias de su restaurante asociado, situado en la planta baja y con salones conservados tal y como eran originalmente hace más de un siglo, aludiendo de esta forma también a la historia, a la tradición…, algo que se refleja en sus platos creativos con productos de temporada y una sazón imaginativa. En definitiva, es un plan perfecto para una tarde: visita al museo para luego degustar una deliciosa cena.

Museo St. Anton, en su exposición se puede sentir literalmente el pulso del nacimiento del esquí
Museo St. Anton, en su exposición se puede sentir literalmente el pulso del nacimiento del esquíMaica RiveraMaica Rivera

No podemos dejar de mencionar que esta región se caracteriza también por una reconocida gastronomía. Su diversidad culinaria abarca desde los tradicionales platos caseros hasta la más galardonada cocina, desde el sabor puro de su agua de montaña hasta los más selectos vinos. Arlberg ha acuñado el concepto del placer de esquiar que combina la práctica deportiva con el entusiasmo de deleitar el paladar. Y es aquí donde vamos a hablar de un restaurante que reúne todo eso y más, y que está en la localidad que hemos indicado como la puerta a este enclave de esquí, St. Anton: el restaurante Al Fuego. Apúntelo como una experiencia gastronómica obligada si viaja a St. Anton Am Arlberg.

El atractivo y acogedor diseño realizado por sus propietarios, Andy y Alejandra, abraza y envuelve nada más entrar; se caracteriza por sus mesas de roble y su cocina abierta de estilo informal. Es como la unión de dos mundos montañosos, los Andes y los Alpes, ya que Andy es oriundo de St. Anton, mientras que Alejandra lo es de Perú, de forma que en cada detalle del local se percibe la fuerza indomable y el alma de las montañas, algo inherente al esquí, por lo que cualquier esquiador aquí se siente como en casa. Sus platos son únicos en la región, pues en su mayoría están elaborados en el famoso horno Josper, con brasas de carbón vegetal, una técnica de asado al más alto nivel. Su lema es «Asamos todo a la parrilla», desde bistec, tofu, pescado, verduras… de ahí la diversidad de su carta y su mezcla universal de cocinas, así como la jugosidad, textura y aroma de cada una de sus creaciones. Una cena en Al Fuego es un perfecto broche de oro para un día de esquí. Sin duda, un referente en la gastronomía de St. Anton am Arlberg.

Restaurante Al Fuego, sus platos están elaborados en el famoso horno Josper
Restaurante Al Fuego, sus platos están elaborados en el famoso horno JosperMaica RiveraMaica Rivera

Si resumimos todo lo que ofrece St. Anton am Arlberg, no hay duda de que es un destino de obligada visita al menos una vez en la vida; resulta evidente, por ser además cuna del nacimiento del esquí alpino, que lo es para los amantes de esquí, pero le aseguramos que también lo es para cualquier viajero que se precie, lo es por sus espectaculares paisajes, sus pueblecitos de cuento de hadas gracias a su particular arquitectura, por sus lugares históricos y, entre otras cosas, por ofrecer una deliciosa gastronomía, que es un placer para los sentidos. Finalizamos hablando de una de sus zonas más emblemáticas, la cima del Valluga, el «techo» de esta maravillosa región, a más de 2.000 metros de altura, al que se accede a través de un mítico teleférico en cuyas cabinas solo pueden ir un máximo de cinco personas, al llegar a su mirador, por encima de las nubes, no hay nada comparable a la belleza paisajística que regala. Si aún no tenía St. Anton am Arlberg en su lista de viajes pendientes, añádalo, es un lugar único en el mundo.