
Viajes
A bordo de un crucero Disney: así se vive una semana de pura fantasía en el barco más mágico del mundo
Nos embarcamos en el exclusivo Disney Fantasy, que llega a Europa con una experiencia única: espectáculos, personajes, diversión sin fin y toda la esencia de la mítica compañía de entretenimiento

No me gustan los cruceros. Y sin embargo, no veo el momento de volver a embarcarme en uno. Pero no en cualquiera. En un crucero Disney. Una experiencia inigualable, con el sello inconfundible de la mítica compañía de entretenimiento creadora de los personajes y las historias más emblemáticas, que traslada toda su magia de las películas y los parques temáticos a alta mar.

En concreto, al buque Disney Fantasy, un mastodonte que se ha estrenado esta temporada en aguas europeas, en el que 1.500 tripulantes dan siempre el máximo –marca de la casa en Disney– para que 4.000 afortunados pasen la mejor semana de sus vidas. Un gigante de los mares de 340 metros de eslora –el equivalente a más de tres Bernabéus uno detrás de otro– y 14 cubiertas, que una vez que llegue el otoño dejará atrás las aguas europeas que surca estos meses y partirá hacia el Caribe en busca del sol y el calor. Tampoco es mal plan...

Aunque estos días navega por las aguas de los fiordos noruegos, durante esta primavera y este verano también lo ha hecho por el Atlántico y el Mediterráneo. Este último fue el lugar en el que transcurrió nuestra ruta hace unas semanas, empezando la aventura en el puerto de Barcelona, con destino a Italia: las caóticas y encantadoras Palermo (Sicilia) y Nápoles, la eterna Roma y la coqueta Pisa fueron las ciudades de nuestra ruta. Aunque hay que reconocer que en un crucero Disney cuesta un poco más abandonar el barco para aventurarse tierra firme en alguna de las excursiones a mano. Porque una vez que se cruzan las puertas, la magia Disney invade cada rincón y cada momento. El nombre del crucero, Fantasy, no es casual.
Fiesta pirata y musicales como en Broadway
Desde el atrio, el corazón del buque, una escultura de Minnie recuerda a los pasajeros que este no es un crucero cualquiera. Cada detalle lleva el sello Disney, desde la decoración de cada rincón hasta las chimeneas del barco, con la característica silueta de Mickey.
Los espectáculos que se celebran cada día son imperdibles, empezando por el show de bienvenida, pasando por la divertidísima fiesta pirata –sí, todos disfrazados, por supuesto– con el mismísimo Capitán Garfio, y terminando con los musicales al más puro estilo Broadway –no es sólo una forma de hablar– en su imponente teatro de más de 1.500 butacas.

En mi caso pude disfrutar de Aladdin, Frozen y el mágico Disney’s Believe. Superproducciones todas que nos hacen olvidar por momentos que estamos a borde un barco y no en el teatro de una gran ciudad.

No faltan el karaoke, los bares temáticos, el mini golf y hasta un cine en el que relajarse viendo películas Disney, incluidos los últimos estrenos. La última aventura de Stitch, sin ir más lejos era la que proyectaban de estreno durante nuestro viaje.

Aunque el lugar favorito es la terraza de la cubierta superior, con varias piscinas –incluida una infantil también con forma de Mickey–, una pantalla gigante para seguir disfrutando de los clásicos Disney desde la tumbona o el agua, toboganes acuáticos y la atracción estrella: el Aqua Duck, un tobogán gigante transparente que recorre la cubierta a toda velocidad a bordo de un hinchable, con más de 200 metros de recorrido y adrenalina. Los más pequeños gozarán de lo lindo con la zona de juegos acuáticos que imita al arrecife de Nemo. Es también difícil en esta zona mantener el tipo, con varios puestos de comida rápida sin coste durante todo el día (pizza, hamburguesas, sándwiches, pollo frito...), además de máquinas de helados.
En general, todos los restaurantes del barco son espectaculares y funcionan con un sistema rotatorio muy peculiar: cada noche, los huéspedes cenan en un restaurante distinto, pero los camareros son siempre los mismos. Aunque cambiemos de restaurante, los camareros cambian con nosotros. Al segundo día ya recuerdan perfectamente nuestros nombres o lo que nos gusta beber, una delicia. Pero lo mejor es lo que podríamos llamar "actitud Disney": una atención fuera de lo común que se multiplica exponencialmente cuando hay niños pequeños en la mesa. Juegos de magia, acertijos y bromas para extender la experiencia Disney también a la hora de la cena. Mis hijas tardarán en olvidar a Jude y Titanilla... Mención especial merece el restaurante Animator's Palate, rodeado de pantallas en la que muchas sorpresas surgirán durante la cena y donde tendremos que crear nuestro propio personaje Disney lápiz en mano y con sorpresa final.

Uno de los puntos fuertes del crucero son los encuentros con personajes Disney. Momentos mágicos e inolvidables que en el barco son constantes. A la vuelta de cualquier esquina o a la salida del ascensor aparecen en cualquier momento Mickey, Minnie, Donald, Daisy, una princesa Disney, un superhéroe de Marvel o el mismísimo capitán Jack Sparrow.
Sin mucha espera, charlar o hacerse una foto con Cenicienta, Goofy o C3PO se convierte en algo cotidiano en el Disney Fantasy. Y si preferimos no perdernos a ninguno, siempre podemos recurrir a la "app" del crucero: una "biblia" durante esta semana en la que consultar en todo momento dónde están los personajes, a qué hora empiezan los shows o qué películas se proyectan en cada momento.

Pero, aunque los más pequeños son por supuesto los que más disfrutan de este viaje, hay entretenimiento también para adultos, y mucho: el spa, donde relajarse desde el jacuzzi o el baño turco con vistas a la inmensidad del mar, zonas reservadas con bares y piscinas en las que sólo pueden acceder los mayores, y el romántico restaurante italiano Palo, que es de visita obligada sin vamos con nuestra pareja.

Ambientado en Venecia, esos gnocchi y ese ossobuco mientras el sol cae y se oculta en el horizonte del Mediterráneo (o el mar que sea) no se pueden dejar pasar. O en Remy (sí, el de Ratatouille), de estilo similar pero de cocina francesa. Y si viajamos con niños, eso no es excusa para no disfrutar de ello. El barco cuenta con varios clubes infantiles, llenos de juegos y entretenimiento donde dejar a los más pequeños y de los que no querrán salir.

Repito: no me gustan (o no me gustaban) los cruceros. Y sin embargo regresaría una y mil veces a un crucero Disney. Para todos los amantes del universo Disney, niños y no tan niños, es imposible que una semana a bordo de uno de sus barcos no sea una experiencia única y mágica que quedará para siempre en nuestra memoria.
Secretos que querrás conocer antes de ir
Festival de imanes
Las puertas de los camarotes son metálicas y es costumbre que cada familia las decore con sus propios imanes Disney. También ponen guirnaldas y cestitas incluso para dejar regalos a otros huéspedes del barco. Muchas veces incluso han hablado previamente a través de grupos por internet desde distintas partes del mundo Pura conexión y magia Disney.

¡Al escondite, patos!
Por todo el barco la gente va escondiendo patitos de goma que ha traído de casa. Si los encuentras, asegúrate de volver a esconderlos para que otro pueda encontrarlos y seguir el juego. Si encuentras algo ya pasarás lo que resta de crucero mirando en cada rincón en busca de nuevos patitos. ¡Es de lo más entretenido!

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