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Burdeos, la magia de la «Bella Durmiente»

Su casco antiguo, Patrimonio de la Humanidad, fusiona el aroma de la tradición con pinceladas de modernidad

Burdeos
El espectacular Espejo de Agua de la Plaza de la Bolsa es uno de los iconos turísticos de BurdeosLa Razón

Nadie es indiferente a la riqueza histórica, cultural, arquitectónica y gastronómica de Francia, por ello hoy le proponemos como destino de viaje para este verano Burdeos, una de sus más destacadas joyas turísticas. Solo, en familia o con amigos, pocas veces defrauda.

Esta ciudad de ensueño se alza en el bonito enclave donde el río Dordoña se entrelaza con el Garona. Burdeos no deja indiferente a nadie, pues sus imponentes monumentos y sus plazas llenas de vida invitan a vivir experiencias inolvidables. Déjese enamorar por la elegancia atemporal que emana de sus históricos edificios, descubra el legado cultural que se esconde en sus museos y sumérjase en la pasión que se respira en cada rincón de sus bodegas.

Conocida como la «Bella Durmiente», Burdeos ha emergido en los últimos años para revelar una escena cultural y gastronómica vibrante, convirtiéndose en un destino imprescindible de conocer por sus innumerables atractivos. Si aún no tiene en su lista de viajes esta metrópoli francesa tan especial, no deje de añadirla, descubrirá que es un lugar mágico.

Su bello casco antiguo es el lugar idóneo para comenzar a recorrerla. Declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, comenzaremos por la Plaza de la Bolsa, un emblema de Burdeos que alberga el Palacio de la Bolsa, actual Cámara de Comercio e Industria de la ciudad. Esta plaza, diseñada por el arquitecto Ange-Jacques Gabriel en el siglo XVIII, es un punto de referencia turístico y un ejemplo destacado de la arquitectura neoclásica francesa.

Muy cerca, encontrará el Espejo de Agua, donde se crean efectos visuales sorprendentes, y cuyo objetivo es reflejar la belleza de los edificios neoclásicos que lo rodean. Con sus 3.450 metros cuadrados, se rocía con una fina capa de agua, creando reflejos y niebla que transforman el entorno en un escenario mágico. Esta combinación entre la Plaza de la Bolsa, con su arquitectura clásica, y el Espejo de Agua, con su modernidad y el espectáculo visual que genera, hacen de él uno de los rincones favoritos tanto para los locales como para los visitantes, sobre todo cuando se viaja con niños.

Continuamos nuestra ruta visitando la Puerta de Cailhau, una hermosa torre gótico-renacentista con origen en el siglo XV. Lo cierto es que este impresionante edificio con almenas y techos agudos le transportará a un cuento de hadas. Al cruzar su puerta, se adentrará en el encantador barrio de Chartrons, en él se respira una fascinante mezcla de burguesía y espíritu bohemio que se plasma en sus galerías de arte, tascas y sus tiendas de diseñadores emergentes. El alma de Chartrons es la rue Notre Dame, aquí son parada obligada sus boutiques, bodegas y restaurantes.

Ahora, hacemos un inciso para destacarle las otras puertas que merece la pena ver: la de Grose Cloche, que se remonta al siglo XV, constituye el único vestigio de las antiguas murallas de la ciudad y cuenta con el campanario más antiguo de Francia, sonando desde el siglo XIII. Es un todo símbolo de Burdeos y da paso al animado barrio de Saint-Pierre. No deje de ver tampoco la Puerta de Borgoña, Aquitania o la de Dijeaux, todas ellas se caracterizan por su monumentalidad arquitectónica.

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Cerca del Ayuntamiento, se encuentra el monumento religioso más espectacular de Burdeos. Nos referimos a la Catedral de San Andrés, una visita, sin duda, obligada para todos los amantes de arte. Sus detalles arquitectónicos y sus impresionantes vidrieras coloridas la convierten en una verdadera joya artística. Su interior le envolverá en una atmósfera de serenidad y espiritualidad que invita a contemplar la grandeza de este lugar sagrado, de las misma forma que lo hace la Torre Pey Berland, el campanario adyacente a la catedral, que ha sido testigo silencioso de la historia y que revela una vista panorámica deslumbrante de Burdeos. Aquí, en lo alto de la torre, podrá admirar la belleza de la ciudad en toda su extensión.

El vino, gran reclamo

Podríamos continuar recomendándole lugares que ver en Burdeos, sus rincones llenos de encanto son casi infinitos, pero no podemos hablar de esta joya francesa sin aludir a la que es parte fundamental de su esencia: la cultura del vino. Esta se representa mejor que en ningún otro sitio en «La Cité du Vin», que muestra en un espacio único toda la riqueza y diversidad del vino del mundo. National Geographic lo calificó como el séptimo mejor museo del mundo, y es que aquí, en este majestuoso y vanguardista edificio, el visitante descubre todos los secretos de esta bebida capaz de seducir a los paladares más exigentes, atrapándonos en una aventura sensorial que rememora la tradición vinícola de esta gran metrópolis. No puede irse sin visitarlo, como tampoco sin hacer alguna ruta del vino para conocer las bodegas y los viñedos de alrededor de la ciudad: las dos zonas habituales son las de Médoc y los alrededores de Saint-Émilion, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO.

Con todos estos atractivos, y muchos más que descubrirá allí, Burdeos despertará sus sentidos y atrapará para siempre su corazón. Como pudo leer al comienzo de este artículo su majestuosa arquitectura, sus encantadoras plazas y su apasionante historia, sin olvidar la cultura del buen vino y la rica gastronomía francesa, hacen de Burdeos un destino muy recomendable para una escapada. Haga las maletas y prepárese para sumergirse en una urbe cuya belleza trasciende las palabras.