Viajes

El renacer de Gdansk: dolor, gloria y color

La compañía aérea polaca LOT tiene vuelos directos desde Madrid y Barcelona a Varsovia, con la mejor relación calidad-precio. Desde la capital, existen numerosos vuelos que van a Gdansk

Gdansk, la ciudad polaca conocida como “La perla del Báltico”
Gdansk, la ciudad polaca conocida como “La perla del Báltico”larazon

La compañía aérea polaca LOT tiene vuelos directos desde Madrid y Barcelona a Varsovia, con la mejor relación calidad-precio. Desde la capital, existen numerosos vuelos que van a Gdansk

Esta ciudad polaca conocida como “La perla del Báltico” ha sido, a lo largo de los siglos, deseada y querida por países vecinos como Suecia, Rusia, Prusia y Alemania, que vieron en ella un excelente puerto para el comercio, gracias a estar ubicada en la desembocadura de dos ríos, el Vístula (Martwa Wisla) y el Motlawa. Pocas ciudades de Europa han tenido una historia tan convulsa como Gdansk, que cambió varias veces de manos a lo largo de los siglos.

El 1 de Septiembre de 1939 un acorazado alemán bombardeó la guarnición polaca de Westerplatte al lado de la ciudad, comenzando así la Segunda Guerra Mundial. Pues bien, tras los avatares del conflicto (el 90% del centro histórico quedó derruido), se reconstruyó de tal manera que parece como si no hubiese pasado nada. Un esfuerzo titánico en el que aún hoy se sigue trabajando y que ha hecho que esta ciudad se haya convertido en uno de los mejores destinos para visitar, no sólo de Polonia sino de toda Europa.

En el siglo XIV, Gdansk se integró en la Liga Hanseática, para convertirse en uno de los emporioscomerciales del Báltico. Por aquí pasaban comerciantes venidos de toda Europa, convirtiéndose en una ciudad multicultural. No es de extrañar que cuando se pasea desde su calle principal (también conocida como la Vía Real o Dluga) hasta el Mercado Largo (Dlugi Targ), una impresionante arteria que no llega al medio kilómetro y que está poblada de casas de inspiración renacentista holandesa o flamenca. Pasear por ella a través de la Puerta Alta (entrada de honor de la ciudad) o a través de la Puerta Verde (que cierra en la plaza principal) resulta una delicia. En su recorrido además de numerosas tiendas y restaurantes, se encuentran algunas de las construcciones más emblemáticas de Gdansk, como la Puerta Dorada, la Casa Uphagen, la Corte de Artus, la Fuente de Neptuno y, sobre todo, el magnífico Ayuntamiento con su encantadora sala del Consejo y con su torre de 82 metros de altura desde la que se divisa la mejor vista de la ciudad, incluyendo la Iglesia de Santa María, considerado el templo de ladrillo más grande del mundo.

La gran grúa

Al final de la Vía Real se encuentra el paseo marítimo llamado “Dlugie Pobrzeze”, posiblemente la imagen más fotogénica. Por este antiguo muelle sobre el río Motlawa, los barcos atracaban cargando y descargando mercancías en los almacenes, ahora reconvertidos en tiendas y restaurantes. Es un placer pasear disfrutando de las antiguas construcciones, como la vieja Grúa medieval. Esta gigantesca construcción de madera, que quiere parecerse a un molino de viento sin aspas, podía levantar pesos de hasta dos toneladas, lo que la convirtió en la mayor elevadora de la Europa medieval.

Muy cerca se encuentra la calle Mariacka, una de las arterias con más encanto, gracias a que todas sus casas tienen escaleras de entrada y unas terrazas donde se ponen los puestos de joyería de ámbar, una tradición centenaria que todavía hoy hace de Gdansk la capital del ámbar.

A través del muelle se puede subir a una replica de un galeón que permite realizar un pequeño paseo por el río hasta Westerplatte, un lugar memorable para los locales, pues aquí es donde comenzó la Segunda Guerra Mundial. Un enorme monolito de piedra de más de 25 metros se erigió en memoria de sus defensores. Y hablando de esta guerra, no se puede ir uno de esta este destino, sin visitar antes dos museos imprescindibles para conocer una historia que no sólo es polaca sino de todo el continente.

El museo de la Segunda Guerra Mundial, ubicado en un espléndido edificio nuevo, recrea en un montaje cuidadoso e intensivo todo lo acontecido en la guerra más destructiva de la historia. La otra pinacoteca es el Centro Europeo de Solidaridad, un punto de encuentro e intercambio de ideas, así como de investigación de la injusticia social en el todo el mundo. Aquí se muestra y se explica el surgimiento del Sindicato Independiente de Solidaridad (Solidarnosc), en agosto de 1989, después de una huelga en los astilleros con Lech Walesa al frente, un electricista que, pocos años más tarde, conseguiría el premio Nobel de la Paz en 1983. No es de extrañar que este año Gdansk, con su historia agitada y convulsa, donde siempre ha primado la libertad y la democracia, haya sido galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia.