Viajes

La desconocida Zamora

Aunque sea una ciudad pequeña, cuenta con el mayor número de monumentos románicos por metro cuadrado de Europa

Zamora también es conocida como la ciudad «casi cercada», gracias a su muralla
Zamora también es conocida como la ciudad «casi cercada», gracias a su murallalarazon

Lo pequeño suele pasar casi siempre inadvertido pero es también, muchas veces, lo más auténtico. Propongo una escapada a la ciudad castellano-leonesa de Zamora, tan alejada de los circuitos turísticos como desconocida. Una ciudad parsimoniosa que dormita a orillas de un Duero portentoso y se complace en su discreta belleza monumental y su buen hacer arquitectónico.

No necesito desplazarme mucho. Basta poco más de una hora en AVE desde Madrid para que pueda disfrutar del vino, de la comida, y sobre todo a ver y aprender. A ver sus maravillosos edificios de estilo modernista, coloridos y divertidos. A ver el atardecer en lo alto de la ciudad junto al río Duero y a aprender un poco más de nuestra historia a través de su peculiar y abundante arte románico.

Por momentos, mientras voy recorriendo y conociendo esta encantadora localidad, me da la impresión de que Zamora ha sido la gran olvidada de Castilla y León y que ni ellos mismos saben lo bonita y acogedora que es su ciudad. Pero quizá eso cambie y, de una vez por todas, llegue la hora de Zamora. La de la ciudad «bien cercada», porque la mayor parte de su núcleo urbano –su casco antiguo es considerado Conjunto Histórico Artístico desde 1973– está elevado sobre una meseta rocosa y está circundado por murallas de casi 32 metros de altura.

La ciudad del románico

El que Zamora sea una ciudad pequeña es su gran ventaja: todo está a un tiro de piedra, por lo que no necesitará coger taxis o autobuses para desplazarse de un sitio a otro. El centro de la ciudad es como estar en un megamuseo del Románico al aire libre, no en vano Zamora posee el mayor número de monumentos románicos por metro cuadrado de Europa, con 23 templos y 14 iglesias dentro del caso antiguo. Ahí es cuando me doy cuenta de lo influyente y trascendental que pudo ser Zamora. Su edad de Oro va de los siglos X al XIII, cuando se configura su estructura urbana y se alzan la mayoría de sus monumentos más representativos. Al finalizar la Edad Media, era uno de los principales centros urbanos de Castilla.

Su Catedral, cuyo origen se remonta al siglo XII, es el edificio más conocido y significativo de la arquitectura románica de la ciudad. Es un monumento hermoso y sencillo en su diseño. Su planta tiene forma de cruz latina y su cúpula es extraordinaria, con su peculiar decoración externa en forma de escamas. Es un símbolo para todos los zamorenses. Es considerada una gran obra de la arquitectura medieval que fue el modelo para muchas otras obras semejantes como la Catedral Vieja de Salamanca. Aparte de los hermosos retablos del interior de la catedral de Zamora, hay que ver en los laterales el Museo Catedralicio, donde podrá disfrutar de una histórica colección de tapices franco flamencos de entre los siglos XV y XVII.

Pero casi más curioso, por desconocido, es su patrimonio modernista. Tras el esplendor del Románico, Zamora vivió una segunda edad de oro arquitectónicamente hablando gracias a figuras como el que fuera uno de los precursores del Modernismo, el barcelonés Francisco Ferriol. En total son 19 edificios situados casi todos en la calle Santa Clara, en pleno corazón de la ciudad, y ellos se pueden apreciar las tres variantes del modernismo. La Zamora modernista es una de las pocas urbes españolas no mediterráneas que forman parte de una Ruta internacional de ciudades que poseen monumentos de este estilo como Budapest, París o Moscú: la Red Europea del Modernismo.

La Zamora modernista y la medieval están separadas por tan sólo 800 metros. Es un agradable paseo ya que prácticamente todo el centro es peatonal. Le aconsejo que lleve una buena guía de la ciudad o se informe en la Oficina de Turismo de todo lo que tienes que ver en esas calles, porque seguro que le ayudarán en su labor de conocer Zamora. La recorrerá disfrutando de un casco histórico semipeatonal diseñado con mimo, con plazoletas, lienzos de murallas y espacios ajardinados que embellecen su estructura medieval forjada en piedra arenisca. Y la encontrará agradeciendo la calma que impera en sus calles y el ritmo pausado de esta pequeña capital de 65.000 habitantes en la que, en ocasiones, sentirá que el tiempo se detuvo.

Zamora se puede ir descubriendo poquito a poco, si pausa pero sin prisa. Sin duda engancha para seguir disfrutándola a sorbitos como los buenos vinos de esta tierra. Románica, modernista... y, ahora, ciudad de los grafitis. Parada imprescindible, y quizá no tan conocida, es la galería que me encuentro en el hotel NH Palacio del Duero, un antiguo convento del siglo XV, donde encontrar unos maravillosos grafitis sobre Las Meninas.

Crucero fluvial por Arribes del Duero

Aprovecho la escapada para acercarme a un lugar inhóspito, el Parque Natural de Arribes del Duero, donde éste río serpentea entre escarpadas paredes de piedra hasta llegar a nuestro país vecino Portugal para desembocar en la pintoresca ciudad de Oporto. Esta zona fue siempre frontera natural entre España y Portugal. A un lado Zamora y Salamanca, al otro, el distrito de Braganza con Miranda do Douro y Mogadouro.

Durante el viaje por los Arribes del Duero, mejor en crucero fluvial, uno cree estar más cerca de los fiordos noruegos que de la meseta castellana. Aquí, la naturaleza se mantiene intacta. Y es que para sumergirse en este parque natural, hogar de buitres leonados, alimoches y águilas perdiceras y, sobre todo, para entender toda su riqueza, la Estación Biológica Internacional Duero-Douro (EBI) a través del operador Europarques propone un crucero medioambiental a bordo de una de sus embarcaciones panorámicas. Observo la poza de las nutrias, un nido abandonado de una cigüeña negra, la llamada peña del oso en lo alto de los riscos donde termina el territorio del águila perdicera y empieza la del águila real...