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Santiago de Compostela

La entrada a Santiago de Compostela desde el Monte del Gozo

No todos los caminos llevan a Santiago de Compostela, solo las principales Rutas Jacobeas culminan en la capital gallega, el resto de itinerarios, incontables, van confluyendo en ellas antes de alcanzar la urbe.

Imagen de dos representaciones de preregrinos en el Camino de Santiago
Imagen de dos representaciones de preregrinos en el Camino de Santiagolarazon

No todos los caminos llevan a Santiago de Compostela, solo las principales Rutas Jacobeas culminan en la capital gallega, el resto de itinerarios, incontables, van confluyendo en ellas antes de alcanzar la urbe.

No todos los caminos llevan a Santiago de Compostela, solo las principales Rutas Jacobeas culminan en la capital gallega, el resto de itinerarios, incontables, van confluyendo en ellas antes de alcanzar la urbe.

Las rutas oficiales que finalizan en la ciudad lo hacen a través de los cuatro puntos cardinales, pero solo una, la que entra por el Este, ofrece al peregrino la experiencia inolvidable de contemplar desde la distancia, las torres de la catedral elevándose. Se trata del Camino Francés, el único que conduce al Monte del Gozo, una colina a escasos cinco kilómetros de Santiago. En él, se alza una pequeña capilla conocida por San Marcos. Alejadas de las sencillas paredes blancas del oratorio, dos inmensas esculturas de sendos peregrinos marcan el punto desde el cual se divisa con todo su esplendor, Santiago de Compostela.

El Camino Francés; descenso hasta Santiago desde el Monte del Gozo

De entre todos los caminos que conducen a la tumba del apóstol, el Francés se considera el más relevante, pues en él convergen la mayor parte de los recorridos de peregrinación tanto nacionales como europeos, entre ellos el Camino del Norte y el Primitivo. Esa es la explicación de que en sus últimas etapas lo transiten personas de todos los lugares del mundo. Por otro lado, su privilegiado paso por el Monte del Gozo, lo convierte en el más elegido para la entrada en Santiago.

Desde el citado monte el descenso hasta la catedral es un cómodo paseo que deja atrás senderos y carreteras para adentrarse en el barrio de San Lázaro. Después atraviesa las emblemáticas rúas de Concheiros y San Pedro hasta llegar donde se erigía la Puerta del Camino, la más importante de las siete que permitían el acceso a la ciudad. Tras una placa que la conmemora, la ruta continua por calles peatonales hasta desembocar en la Plaza del Obradoiro.

La Plaza del Obradoiro, los últimos pasos del Camino

Inmensa, monumental y mayestática se abre al cielo la Plaza de Obradoiro. En su centro una modesta concha de piedra incrustada es considerada el kilómetro cero de todos los caminos. Un giro de 360º permite apreciar la belleza de los edificios que la conforman y sus distintos estilos arquitectónicos, Barroco, Gótico, Románico y Renacentista; su diversidad, lejos de desentonar, consigue una gran armonía.

Soberbia a la vez que sencilla, se alza la fachada de la catedral. Sobrecoge. Intimida. Su antecedente más remoto fue un pequeño mausoleo romano del siglo I. En él se dice que enterraron los restos del apóstol. La Catedral de Santiago que se erige hoy día es el cuarto edificio sagrado construido sobre el sepulcro.

La Torre del Reloj marca las horas

Tañen las campanas. Así lo describió Gonzalo Torrente Ballester: “Compostela se hace en torno a la campana. La campana lo va creando todo día a día, siglo a siglo, sin más que dar las horas. Y la niebla es el caos donde la campana va sacando las cosas”. Un tañer que marca las horas sobre una torre de más de setenta metros de altura. Es la Torre del Reloj, también conocida con el nombre de la campana de su cúpula: Berenguela. Cuatro esferas. Una única aguja en cada una, recuerdo de una época en que no era necesaria mayor precisión que conocer las horas puntas. Siempre tuvo la Berenguela mucho de vida propia, de singularidad adquirida, lo narran antiguas leyendas a la vez que lo atestigua una esbelta linterna que la corona, considerada faro que indica el lugar de la sagrada sepultura.

Joyas del Camino

En la base de la torre, un discreto toldo invita a acercarse para descubrir que en su interior se encuentra la esencia del Camino. Es una entrañable tiendecita de artículos de recuerdo. O de olvido. Su nombre: Joyas del Camino.

Al descender los escalones de la entrada, intuyo que tienen siglos. No sé qué busco ni qué necesito, tan solo sé que la artesanía de las vitrinas se mezcla con la visión de la piedra de los antiguos muros. Es como si la torre se conjugara con las pulseras, colgantes, pendientes, anillos..., para transmitir la historia del Camino. Cada objeto que mis manos tocan quisiera llevarlo conmigo.

Tras sellar mi credencial motivada por las piezas que evocan tradición gallega, salgo con la certeza de que Joyas del Camino es algo más que un establecimiento donde comprar: es una parada que marca al peregrino.

La Fuente de los Caballos y su leyenda

En el exterior, a escasos metros, se halla la simbólica Fuente de los Caballos. Los equinos arrojan chorros de agua por sus bocas. De entre ellos surge un pedestal con una figura femenina que porta en su brazo un bastón con una estrella. El fondo de la fuente está lleno de monedas. Según la creencia, aquel que desee volver a Compostela debe de arrojar al agua una moneda. Son muchos los peregrinos que no lanzan nada, pues más que regresar, su deseo es no marchar de Santiago de Compostela.

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